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Bienvenidos inmigrantes

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Hernán Bonilla
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Pocas dimensiones marcan más claramente la división ideológica y política de nuestro tiempo como la actitud que asumimos frente al fenómeno migratorio. Mucho se ha escrito sobre las consecuencias negativas del retroceso del liberalismo en los países occidentales que supieron ser su vanguardia, lo que es cierto, pero también es claro que aún vive y lucha.

Mientras Merkel parece haber pagado un costo importante por una política favorable a la inmigración, Trump ganó las elecciones teniendo prácticamente una única y muy gráfica propuesta: construir un muro en la frontera con México. El mundo se debate entre viejos y buenos valores liberales y la xenofobia populista y demagógica, con un final lamentablemente incierto.

Este dilema, hasta hace poco ajeno y lejano, ha venido cobrando relevancia en Uruguay. En estos últimos años hemos vuelto a ser receptores de inmigrantes, en muchos casos producto de las situaciones trágicas que viven cubanos o venezolanos que buscan escapar de los regímenes oprobiosos de sus países y encontrar en nuestra tierra la libertad que ansían y la posibilidad de prosperar económicamente.

De acuerdo a una reciente encuesta de Cifra, el 55% de los uruguayos evalúa positivamente la llegada de inmigrantes mientras que el 32% lo ve en forma negativa. El saldo es favorable pero no deja de ser preocupante que solo la mitad de la población entienda este fenómeno como positivo. Afortunadamente los líderes políticos de todos los partidos que se han expresado sobre el tema han mantenido el talante liberal y abierto que supo caracterizar a nuestro país y que deseamos que siga manteniendo en el futuro.

No podemos descartar, sin embargo, que algún oportunista vea un botín electoral en el tercio de uruguayos que tiene una actitud negativa hacia este asunto, así que antes de que esto ocurra es oportuno intentar inocularnos contra el formidable virus de la ignorancia y la xenofobia que tanto daño hace en el mundo.

En primer lugar, es importante tener presente que la teoría económica tiene bien establecido que la inmigración tiene efectos nítidamente beneficios para el país receptor. No es cierto que se pierdan puestos de trabajo, al contrario, tiende a aumentar el producto potencial de la economía y con el dinamismo económico que genera nuevas oportunidades. Los inmigrantes, además, aportan su conocimiento en las profesiones u oficios que desempeñan generando nuevos aprendizajes. También rejuvenecen este envejecido país, lo que ayuda a paliar un gran problema que tenemos por delante que es el de la financiación de la seguridad social.

En segundo lugar, y quizá más relevante aún, es el beneficio en términos sociales y culturales. Los inmigrantes nos ayudan a diversificar nuestra sociedad, a ampliar el horizonte y a volver a ser un país más abierto en términos ya no solo comerciales sino mentales. La riqueza cultural es una parte nada menor del aporte de los inmigrantes y puede ser muy relevante para romper con nuestra gris monotonía y esclerosante conservadurismo.

Por todo esto es muy positivo que veamos cada vez más personas que llegan al Uruguay buscando oportunidades. Correspondámosles con una actitud abierta y receptiva como la que tuvo el país para con nuestros antepasados.

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