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Los Bancos centrales del mundo exploran su propia moneda digital (CBDC): ventajas, riesgos y dilemas.
El Banco Central del Uruguay (BCU) trabaja en una hoja de ruta para que las instituciones financieras compartan información; expertos de los reguladores de Brasil y Chile aportan sus visiones
La resiliencia en la inflación, junto con tasas de desempleo históricamente bajas, está generando la necesidad de una extensión del ajuste monetario en las economías desarrolladas.
Las fragilidades estructurales de la economía pre-pandemia (bajo crecimiento potencial, desigualdades e inequidades sociales, escasez alimentaria, cambio climático y un largo etcétera) lejos de resolverse, se agudizaron.
OPINIÓN janus henderson (*) Cualquiera que haya hecho una salsa bechamel reconocerá el dilema al que se enfrentan los banqueros centrales. Al principio, la combinación de leche, manteca y harina queda líquida. Se remueve sobre el fuego, pero se niega a espesar. Así que se añade más harina. Todavía no hay respuesta. La tentación es seguir agregando, pero hay un riesgo, y de repente la salsa se vuelve demasiado espesa y grumosa. El endurecimiento de la política de los bancos centrales es la harina y el mecanismo de transmisión (la forma en que ese endurecimiento se transmite a la economía) es el calor. Las perspectivas de la economía mundial para el año que viene son desiguales, ya que el endurecimiento de las condiciones financieras provoca desaceleraciones importantes del crecimiento y recesiones. Sin embargo, para muchas partes del mercado de renta fija, 2023 podría ser un año mucho más apetecible.
OPINIÓN JANUS HENDERSON INVESTORS (*) Los indicadores clave de las condiciones crediticias corporativas se han deteriorado durante el último trimestre, según el último análisis de Janus Henderson Investors. Es probable que lo que comenzó como una recesión del crédito inducida por la liquidez se convierta en una recesión fundamental, ya que la calidad del crédito se ve afectada por la búsqueda incesante de los bancos centrales para combatir la inflación. Según el equipo de crédito de Janus Henderson Investors, es prudente posicionar las carteras para la recesión, el aumento de la volatilidad y el deterioro de la calidad crediticia. Sin embargo, la dispersión entre sectores presenta oportunidades para que los inversores activos capturen el valor que surge de los episodios de volatilidad.
OPINIÓN Carmignac (*) La reaparición de la inflación tras más de 40 años ausente crea confusión a los mercados. Pocos son los actores financieros que se inclinaban sobre la cesta de la compra en 1980 que están hoy escudriñando las pantallas. ¿Se acordarán esos actores hoy de cómo fueron los años en los que la inflación estadounidense y europea llegó al 15%? En cuanto a los que aún creen que el pasado les puede ayudar a entender el presente y lo que está por venir, esto no sucederá si no consiguen interpretarlo debidamente. La interpretación correcta pasa por entender que el periodo de 1965 a 1980 contiene muchas lecciones porque la inflación se generó debido a una crisis petrolera que se produjo después de un largo período de precios muy tranquilos; la misma secuencia que vemos ahora.
OPINIÓN Janus henderson (*) Dos de los tres indicadores clave que indican que las condiciones para el crédito a nivel global se han deteriorado durante el último trimestre, según un nuevo análisis de Janus Henderson Investors. Si bien los bancos centrales siguen enfocados con precisión en la inflación, la narrativa del mercado ha pasado de la preocupación por el aumento de los precios a la recesión. Según el equipo de crédito de Janus Henderson Investors, es prudente posicionar las carteras de crédito para una recesión y la subsiguiente volatilidad del mercado junto con un deterioro de los fundamentos crediticios. El Monitor de Riesgo Crediticio o Credit Risk Monitor (CRM) de Janus Henderson Investors ha sido diseñado para ayudar a comprender cómo se ha desarrollado el ciclo crediticio y los principales riesgos a los que hay que estar atento.
TEMA DE ANÁLISIS CERES América Latina continúa recuperándose de la caída de la actividad sufrida a raíz de la pandemia por COVID-19, y aún enfrenta sus consecuencias en términos de empleo, pobreza y desigualdad. Si bien existen diferencias en cuanto a gestación, dinámica y recuperación, se pueden trazar paralelismos entre el impacto económico que ha tenido la reciente crisis sanitaria mundial y otros episodios por los que debieron atravesar los países de nuestra región. En particular, la crisis financiera global de 2008 dejó una brecha de actividad similar a la que se observó en la pandemia por coronavirus, cuando se compara el crecimiento esperado antes de la crisis y lo que finalmente ocurrió. En ambos casos, la región acumuló una brecha en el entorno del 6,5%. (Figura 1) A nivel global, las acciones llevadas a cabo para paliar los efectos negativos son notoriamente diferentes. En la Tabla 1 se logra apreciar el contraste de la política monetaria en las economías avanzadas en ambos períodos. La crisis financiera de 2008 provocó una fuerte caída del crédito (en términos reales, casi 13% entre 2008 y 2011), algo que no ocurrió con la pandemia. Los distintos mecanismos impulsados para que no se corte la liquidez —incluido un sistema financiero funcionando correctamente, a diferencia de lo ocurrido en 2008— han generado desde 2020 un aumento pocas veces visto en la cantidad de dinero. A su vez, muchos de los Bancos Centrales aprendieron las lecciones del 2008 y trataron de emplear todas las herramientas disponibles para evitar un corte de la liquidez, para evitar que el crédito no sufra una contracción importante. Concretamente, se apeló a bajas significativas en las tasas de interés, con el objetivo de estimular el consumo por sobre el ahorro. Durante la pandemia por COVID-19, la Reserva Federal de los Estados Unidos aumentó 40% la oferta de dinero en apenas 2 años. Los Bancos Centrales de Europa, Japón y Reino Unido han mostrado un comportamiento similar, aunque con una intensidad menor. En esta línea, los estímulos fiscales fueron también mayores que en el episodio anterior. Por ejemplo, el aumento del gasto público en Estados Unidos entre 2019 y 2021 fue de 16%, mientras que entre 2008 y 2011 creció 2,5%, ambos en términos reales. La combinación de políticas monetarias y fiscales muy expansivas, sumadas a programas eficientes de vacunación, ha generado que la economía mundial se recuperara rápidamente de la caída de 2020.
OPINIÓN Nicolás Müller Lyng (*) El gran problema que enfrente el mundo hoy en día es sin lugar a duda la inflación. Es por eso que los diferentes bancos centrales (BC) han tomado medidas para que el precio al consumidor se mantenga dentro de los rangos meta. La principal herramienta que han utilizado ha sido elevar las tasas de interés, algo que en el corto plazo no ha generado presión a la baja en el IPC (Índice de Precios al Consumidor), pero que sí se espera lo haga en el largo plazo. En este contexto, el Banco Central del Uruguay (BCU), en su última reunión de política monetaria decidió elevar la tasa en 50 puntos base, llevándola hasta el 9,75% tomando en cuenta “distintos aspectos de la coyuntura internacional y doméstica”, para llevar a cabo dicha medida.
OPINIÓN Carmignac (*) Los bancos centrales de los mercados desarrollados están abocados a un endurecimiento monetario que frenará la actividad con el fin de enfriar el sobrecalentamiento de los mercados laborales y forzar un ajuste a la baja de la demanda que se acomode al persistente encarecimiento del universo de las materias primas. Entre los principales bancos centrales, es la Reserva Federal la que más endurecimiento monetario tiene por delante. La Fed está luchando actualmente contra una espiral de incrementos salariales en el segmento de trabajadores no universitarios, una política con un elevado coste en términos de empleo y de descenso en las valoraciones de activos como la vivienda y la renta variable.