La Nación/ GDA
La deuda es algo que debe ser analizado con inteligencia, ya que la rapidez en las conclusiones puede resultar en importantes errores muy nocivos para nuestras finanzas personales. En esta edición de Finanzas de Bolsillo repasaremos los requisitos necesarios para liberarnos de las deudas y aprender a ahorrar de una forma más sana y sólida. Si nuestro objetivo es tener unas finanzas personales estables es importante construir hábitos que no nos hagan caer en una trampa.
Salir de deudas no es solo una cuestión de saldar cuentas; es un acto de transformación personal ya que implica replantearnos prioridades y aprender a observar el dinero no como un fin, sino como una herramienta para crear estabilidad y tranquilidad.
A veces, enfrentarse a las deudas es como enfrentarse a uno mismo; nuestras decisiones y las emociones que nos llevaron hasta aquí. Esto puede generar incomodidad, incertidumbre y hasta ansiedad, por lo que es importante trazar un camino que nos conduzca hacia un equilibrio financiero.
Seguimiento
Si estás endeudado, es probable que hayas evitado enfrentarte a los números, casi como un “ojos que no ven, corazón que no siente”. Sin embargo, este hábito puede jugarnos en contra: no podemos solucionar algo que no entendemos por completo.
Por este motivo, el primer paso para liberarte de las deudas es hacer un relevamiento completo y detallado de tu situación financiera. Saber exactamente cuánto debés no solo te ayudará a tomar el control, sino que también te dará claridad para planificar tus próximos gastos.
Esto se puede realizar de una forma sencilla en una hoja de cálculo o agenda. En ese registro, es importante registrar los siguientes elementos: ¿A quién le debés? Puede ser un banco, una tarjeta de crédito o un prestamista. El monto total que debés es clave. La tasa de interés te ayudará a priorizar las deudas con mayores costos. El pago mínimo mensual necesario para mantenerte al día y la fecha de vencimiento; un paso fundamental para evitar caer en mora o pagar recargos innecesarios.
Es importante mantener el registro actualizado de forma regular, puede ser mensual o semanal. Puede parecer menor pero tener todas las deudas concentradas y organizadas en un solo lugar no solo te dará una visión más clara del desafío, sino que también te permitirá medir tu progreso.
Índice del Cash Flow
Para salir de deudas no alcanza solamente con saber cuánto debés, también es fundamental decidir por dónde empezar. Una herramienta práctica y efectiva para priorizar tus pagos es el Índice del Cash Flow. El mismo te ayuda a identificar cuáles son aquellas deudas que más impactan en tu flujo mensual y, por lo tanto, deben priorizarse. La fórmula es la división entre el monto total de la deuda y el pago mínimo mensual.
El resultado de este cálculo indica la relación entre lo que debés y el pago mínimo que tenés que realizar cada mes. Las deudas con un índice más bajo son las que consumen una mayor parte de tus ingresos mensuales, por lo que deberían ser prioridad.
Este método no sólo es práctico, sino que también ayuda a liberar espacio en el presupuesto de una forma más rápida y resulta en un efecto de motivación que te impulsa aún más a salir de tus deudas.
Renegociar deudas
Renegociar no es sinónimo de debilidad, sino de inteligencia financiera. Cuando las tasas de interés de tus deudas son altas, puede parecer que salir de ellas es una tarea casi imposible. Sin embargo, renegociar con tus acreedores es una estrategia clave que puede ser diferencial.
Muchas personas evitan este paso por miedo o desconocimiento, pero hacerlo de manera estratégica puede ayudarte a reducir costos y facilitar tu camino hacia una mayor estabilidad financiera.
Antes de contactar a tu acreedor, debes asegurarte de estar bien informado. Consultá cuál es la tasa de interés promedio en el mercado y revisá el historial de tu deuda. Tener esta información te aportará confianza y argumentos más sólidos a la hora de negociar mejores condiciones.
Si tenés un historial de crédito positivo, usalo a tu favor. Los acreedores valoran a los clientes responsables y pueden estar más abiertos a ofrecerte condiciones más favorables.
Luego de presentar tu historial, realizá una oferta. Tener un plan de pagos articulado y realista para ambas partes es fundamental. Para presentarlo es recomendable solicitar una reducción de la tasa de interés, en especial si podés demostrar que con mejores condiciones serás capaz de cumplir con los pagos de manera más eficiente.
En algunos casos, consolidar todas las deudas en un solo crédito y con una tasa de interés más baja puede ser una buena opción. Esto no solo simplifica la gestión de tus deudas, sino que también podría reducir el costo total.
Al tomar la iniciativa, podés transformar una situación que parece abrumadora en un plan claro y manejable. Es importante recordar que a tus acreedores les interesa que pagues, por lo que muchas veces estarán dispuestos a colaborar con una estrategia.
Crédito inmediato
Los vehículos de crédito inmediato, como las tarjetas de crédito, las líneas de crédito y los préstamos rápidos, suelen actuar como una tentación constante que te mantiene atrapado en una especie de círculo vicioso.
Reconocer las cuentas innecesarias es el primer paso para evitarlas. Es importante hacer un repaso de todas tus tarjetas de crédito, líneas de crédito y préstamos disponibles e identificar cuáles no son imprescindibles para tu día a día.
Muchas veces mantenemos cuentas abiertas que nos terminan generando recargo innecesario. Antes de cancelar cualquier cuenta, asegurate de que no tenga saldo pendiente y revisá si hay costos asociados al cierre. Comenzá por cancelar aquellas tarjetas que tengan tasas de interés más altas o beneficios poco significativos.
Luego empezá a planificar tus gastos con cuidado. Priorizar el uso de efectivo o débito para mantener un control más claro sobre tus finanzas y evitar recaer en el endeudamiento es la primera práctica hacia los hábitos más saludables.
Mantener un orden
La mejor forma de mantener el orden de nuestras finanzas es con una planificación. Al principio puede parecer dificil pero unas finanzas personales sanas no se tratan de magia o más dinero, sino de una correcta organización.
Armar un presupuesto nos ayuda a visualizar con mayor facilidad hacia dónde destinamos el dinero. Para ello hay que detallar nuestros ingresos mensuales, los gastos fijos (como las cuentas de luz, agua, alquiler y demás) al principio de cada mes ya que el resto se destinará a los gastos variables (como comida y compromisos sociales).
Esto nos ayuda a llevar un control y nos permite no atrasarnos en el pago de nuestras responsabilidades.
Establecer nuestras prioridades a la hora de comprar es fundamental y una forma de analizarlo es guardar los recibos de las compras de cada gasto variable. De esta forma, no solo ahorraremos dinero sino que no compraremos cosas por impulso y analizaremos bien hacia dónde destinamos nuestro presupuesto para tener un mayor cuidado en la próxima compra.
En muchas ocasiones, cuando las compras impulsivas se repiten, esos gastos se podrían haber evitado y destinarlos a otros gastos más útiles e imporantes: una cuenta de ahorro, un fondo común o un fondo de emergencia para cubrir imprevistos.