La Nación/GDA
El famoso colchón no es solo un símbolo: fue, por años, un refugio real. Ahí, entre los pliegues de la desconfianza, se escondía la plata de quienes ya habían perdido demasiado, como los afectados por la crisis del 2002 o “la tablita” en los 80, por ejemplo. Historias repetidas. Así se aprendió a no confiar: ni en bancos ni en gobiernos. ¿El resultado? Billetes guardados en cajas fuertes, dentro de paredes, detrás de ropa vieja. Todo por esa sensación de tener el control. Pero, claro, esa “seguridad” cuesta. Y caro. Porque esa plata quieta, sin moverse, se achica día tras día. Incluso el dólar pierde valor. Y si encima no lo hacés rendir, perdés por partida doble: por inflación y por oportunidad. Ahora bien... ¿y si hoy podés tener las dos cosas? El control total del dinero, sin intermediarios. Pero que además crezca. No, no es una fantasía. Es blockchain. Son bonos del Tesoro. Es una vuelta de página que puede cambiar todo.
Colchón rendidor
Imaginá poder invertir en bonos del Tesoro de EE.UU. (uno de los activos más seguros del planeta) sin bancos, sin brokers, sin trámites eternos. Y lo mejor: sin mover ni un dólar fuera de tu control. Eso, justamente, es lo que propone USDY. Un token creado por Ondo Finance, en alianza con nada menos que BlackRock, el fondo de inversión más grande del mundo. Que BlackRock esté metido no es un detalle: es una señal fuerte. Las finanzas tradicionales ya no miran al mundo cripto de reojo. Se están metiendo de lleno.
Ondo Finance tiene una misión bastante clara: tomar activos reales (como los T-Bills de EE.UU.) y llevarlos directo a la blockchain. ¿En qué cambia eso? En todo. Porque ahora podés comprar una fracción de un bono sin salir de tu casa, con solo unos clics, y guardarlo en tu propia hardware wallet. Vos tenés la llave. No hay bancos y no hay letra chica.Cada USDY equivale a una parte de un bono del Tesoro estadounidense a corto plazo. Mientras lo tengas, te paga interés en dólares. Corre sobre Ethereum, y lo podés guardar en una hardware wallet. Eso significa que no queda en manos de nadie más. Es tuyo. Así de simple. Y esto no es una curiosidad de techies. La tokenización de activos reales —lo que se conoce como RWA— está despegando fuerte. Hoy el mercado todavía es chico, pero se espera que crezca a lo grande: algunos estiman hasta US$ 10 billones en los próximos años. USDY es parte de esa ola. No es solo una inversión: es un anticipo del futuro.
Hardware explicado
Pensalo así: es como un pendrive, pero tuneado. Así funciona una hardware wallet. Es un aparatito físico (compacto, sin WiFi ni Bluetooth) que guarda tu llave privada, esa especie de clave maestra que te da acceso total a tus cripto. Algunos, como el Ledger Nano, parecen un USB con pantalla. Otros, como los Trezor, se parecen a un mini celular.
Todos hacen lo mismo: te dan control absoluto de tu plata, sin depender de nadie. ¿Y cómo se usa? Fácil. La conectás a la computadora con un cable, ponés tu PIN, y listo. Tenés acceso a tus fondos cripto desde cualquier parte del mundo.
Pero atención: si perdés esa clave, perdés la entrada. Por eso se crea un “backup” en forma de 12 o 24 palabras que tenés que anotar a mano, sin excepción. Y guardarlas como si fueran oro en polvo.
Esa frase es tu escudo final. Si se te rompe la wallet, la perdés o se te moja, con esas palabras recuperás todo. Pero también vale al revés: si alguien las ve, puede robarte todo. Así que nada de fotos, ni mails, ni capturas en el celular. Papel, tinta, y escondite nivel película de espías.
Vamos a los casos, así queda más claro: Caso 1: enchufás la wallet y no arranca. Murió. No hay drama: tenés tus 24 palabras guardadas. Comprás otra wallet, cargás la frase, y todo vuelve. Tus fondos están en la blockchain, no en el aparatito. La wallet es la llave, no la caja. Caso 2: abrís el cajón y la hoja con las palabras está hecha trizas. Agua, manchas, ilegible. Mal momento, pero no un desastre: tu wallet sigue viva.
Entrás, mandás tus cripto a una billetera móvil (tipo Trust Wallet o Rabby), reseteás la hardware wallet, generás una nueva frase, la anotás bien esta vez —con buena tinta, por favor— y devolvés todo a la wallet. Solucionado. En resumen: la auto custodia no es para distraídos.
Pero tampoco es cosa de genios. Es tomar las riendas de tu dinero. Con dos o tres hábitos bien firmes, podés estar más seguro que en cualquier banco.
Vender el "colchón"
Si un dia querés vender “el colchón”, porque necesitás liquidez o simplemente querés ver esos dólares en tu cuenta bancaria, no hay drama. El primer paso es enviar tus USDY a un exchange que los acepte. Hoy en día, podés operar con USDY en plataformas como Bybit, Cetus, Orca o Camelot V3.
Una vez ahí, los intercambiás por stablecoins como USDC o USDT. Con esas stablecoins en tu poder, solo queda transferirlas a una plataforma que permita cambiarlas por dólares reales y enviarlos a tu cuenta.
Podés usar exchanges locales o servicios peer-to-peer, según lo que prefieras. Todo esto lo hacés desde tu casa, manteniendo siempre el control de tus activos. Así combinás seguridad con libertad: vos decidís cuándo convertir y cómo mover tu plata. Sin trabas, sin sorpresas.
Conclusión
Lo de USDY es solo el comienzo. Lo que se viene se llama RWA: Real World Assets. ¿Qué es eso? Que los activos del mundo real —bonos, acciones, propiedades, autos, infraestructura— están empezando a tener su versión digital en blockchain. Tokenizados. Fraccionables. Globales.
Hoy ya podés tener un bono del Tesoro en tu wallet. Pero muy pronto vas a poder tener cinco metros cuadrados de un hotel en Barcelona, una parte de un robo-taxi que genera ingresos, o acciones de empresas de EE.UU., sin necesidad de usar un broker tradicional.
La idea de que solo los grandes inversores acceden a lo sofisticado ya quedó vieja. Con la tokenización, cualquiera con una wallet y conexión a internet puede armar su propio portafolio global, diversificado y 100% suyo. Y no es ciencia ficción. Ya está pasando.
¿Qué es la blockchain?
La blockchain (en español, cadena de bloques) es una nueva tecnología que puede describirse como una red inmutable, descentralizada y resistente a la censura, cuyas propiedades y alcances aún se encuentran en etapa de desarrollo y descubrimiento.
En un primer momento, con la aparición del bitcoin, se creía que el gran valor agregado de la blockchain era su capacidad para custodiar y transferir activos digitales de manera totalmente descentralizada, sin la intervención de bancos, gobiernos ni otros entes centralizados.
Con la inclusión de los smarts contracts (contratos inteligentes) a través de ethereum se abrió un nuevo abanico de posibilidades que exceden por mucho el universo de las finanzas. Los contratos inteligentes permiten colocar dentro de la blockchain una serie de instrucciones programadas de antemano que serán cumplidas indefectiblemente a posteriori, sin poder ser modificadas por nadie ni nada una vez que se activan.
La sinergia de Internet, blockchain y smart contracts resultó muy poderosa y al día de hoy concentra un mercado de casi US$ 2 billones. Lo notable es que continúa en franco crecimiento.
Si bien el nuevo paradigma se refleja en una revolución en el campo de las finanzas internacionales con el surgimiento de las DeFi o finanzas descentralizadas, lo cierto es que también sobrevuela a otras industrias y promete transformarlas en el mediano plazo. El cambio apunta a una mayor eficiencia, menores costos, más transparencia y acciones simples, veloces y precisas.