La Nación
Probablemente sea uno de los dilemas más deseados por cualquier pequeño ahorrista o inversor: ¿vendo y hago efectiva la ganancia, o sigo esperando para ver hasta dónde puede llegar el precio? En principio, puede parecer un “problema de ricos”. Pero, si se lo analiza con más calma, es un momento delicado, lleno de emociones, suposiciones y sesgos. Y lo cierto es que este punto puede influir de forma decisiva en el futuro financiero de quien lo enfrenta.
No importa si hablamos de acciones o de criptomonedas. Ambos activos han subido fuerte últimamente, y eso hace que este debate tenga más sentido que nunca. No solo para quien hoy está evaluando si salir o quedarse, sino también para quienes quieren prepararse mejor para una situación similar en el futuro.
Por eso, en este Finanzas de Bolsillo vamos a repasar cinco claves que pueden ayudarte a pensar la decisión con más claridad. Ahora bien, para quienes necesitan una respuesta rápida: tomar ganancias puede parecer una decisión razonable...pero en general, no lo es. Te mostramos por qué.
Vender y recomprar
Vender una inversión que ya subió suele parecer una decisión sensata. Se asegura una ganancia concreta y, al mismo tiempo, se evita el riesgo de perderla si el mercado retrocede. Esa sensación de haber hecho lo correcto puede dar mucha calma. Al menos al principio. Pero el problema real no está en vender, sino que viene después.
Rearmar la posición no es difícil solo porque el precio haya subido después de vender. Lo que lo vuelve realmente complejo es otra cosa: la expectativa poco realista de que se podrá recomprar en un escenario casi idéntico al actual, pero con el activo un 10% o 20% más barato.
Esa idea, aunque tentadora, no refleja cómo funcionan los mercados. Una caída significativa en los precios no ocurre en un contexto tranquilo. Suele venir acompañada de miedo, malas noticias y un entorno cargado de pesimismo. Cuando ese momento llega, no parece una oportunidad. Todo indica lo contrario. Los medios hablan de crisis, los analistas aconsejan quedarse en efectivo, y el mercado entero transmite una sola idea: mantener liquidez es lo más seguro.
En ese clima, recomprar no parece una decisión racional. Parece un riesgo innecesario. El miedo pesa. La ganancia realizada se transforma en un escudo mental que cuesta soltar. Y esa idea inicial de volver a entrar se va desdibujando. Hasta que, casi sin darte cuenta, el activo rebota. Recupera valor. Supera el precio al que vendiste. Y ahí quedás afuera, mirando cómo se te escapó algo que parecía haberse frenado, pero nunca lo hizo. Entonces se entiende algo clave: vender fue fácil. Recomponer la posición, en la realidad del mercado, es otra historia.
Ilusión de control
Muchos inversores que operan en plazos cortos creen que acumular pequeñas ganancias de forma constante es una estrategia efectiva. La lógica parece simple: entrar, ganar algo, salir. Y repetir. Pero en la práctica, eso no suele funcionar tan bien. De hecho, termina siendo más una rutina compulsiva que una verdadera estrategia. Una que da la sensación de estar al mando, cuando en realidad puede estar frenando el crecimiento del capital.
El problema no es solo que se sale demasiado rápido de posiciones con buen futuro. Hay algo más profundo: la creencia de que se puede anticipar al mercado una y otra vez. Vender pensando que vas a recomprar más abajo, y repetir ese ciclo sin errores, implica asumir que tenés un nivel de precisión casi perfecto. Y los datos dicen lo contrario. Ni siquiera los profesionales logran eso de forma constante.
Para el inversor individual, con menos recursos y más presión emocional, el resultado suele ser el mismo: se pierden los grandes movimientos alcistas, se opera mucho pero se avanza poco, y la frustración va creciendo. Lo que parecía una estrategia disciplinada termina funcionando como un obstáculo. No por falta de esfuerzo, sino por un exceso de intervenciones mal calibradas.
Acertar poco pero bien
A diferencia de quienes compran y venden todo el tiempo, los inversores que logran buenos resultados de forma constante suelen hacer menos movimientos. Pero esos pocos movimientos son relevantes. No necesitan acertar siempre ni ajustar el portafolio cada semana. Les alcanza con encontrar un par de buenas oportunidades, tener convicción y mantenerlas el tiempo suficiente para que el interés compuesto haga lo suyo.
Este enfoque no solo funciona mejor en términos financieros. También libera algo igual de importante: tiempo y energía. En lugar de estar pendientes del mercado todos los días, pueden enfocarse en otras cosas. En proyectos, en trabajo, o simplemente en vivir con menos ansiedad. Acertar muchas veces no es tan necesario. Acertar bien, un par de veces, vale mucho más.
Ganancia y oportunidad
Asegurar una ganancia puede parecer una buena decisión. Se vende, se cierra la operación, y se respira con cierto alivio. Pero hay algo que muchas veces no se ve en ese momento: lo que se está dejando sobre la mesa. Ese beneficio concreto de hoy, que parece valioso, puede ser muy pequeño comparado con lo que podrías haber ganado si simplemente mantenías la inversión unos años más.
Casos válidos
A lo largo de este Finanzas de Bolsillo insistimos en que no conviene vender solo porque el precio subió. Pero eso no quiere decir que jamás tenga sentido tomar ganancias.
En una estrategia de largo plazo, hay solo tres situaciones donde una venta parcial puede estar justificada. La primera es un cambio de vida. Si al vender una parte de tu inversión podés alcanzar la independencia financiera o reducir de forma real tu necesidad de trabajar, entonces sí tiene sentido.
El segundo caso es más táctico. Aparece una oportunidad claramente superior, con más potencial a futuro, y no tenés liquidez. En ese contexto, vender una parte para entrar en esa nueva inversión puede justificarse, siempre que la decisión esté basada en análisis y no en una corazonada.
El tercer punto es una señal de alerta. No hay que vender solo porque “ya subió mucho”, con la idea de recomprar más abajo. Esa jugada rara vez sale bien. De hecho, suele dejarte afuera justo cuando más necesitabas estar adentro.
Comprar en el punto bajo y vender en el momento justo
La ilusión de comprar en el punto más bajo y vender en el momento justo del máximo es una quimera que muchos inversores persiguen como si fuera la zanahoria al final de un palo. Esta fantasía se ve alimentada por influencers de redes sociales que exhiben resultados exitosos, aunque la veracidad de estos logros suele ser difícil de comprobar. Entre los habitués del mercado, circula una frase contundente: “el 95% de los traders pierde dinero”. Sin embargo, es probable que esta cifra sea conservadora y que la realidad sea aún más desalentadora para los que se aventuran en el mundo de la compra y venta de acciones. Investigaciones realizadas en Brasil y Taiwán han arrojado luz sobre la verdadera naturaleza del trading. Veamos algunos resultados reveladores de estos estudios: el 80% de los inversores que se dedican al trading intradiario abandonan la actividad en sus primeros dos años, y un alarmante 40% lo hace durante el primer mes. A los tres años, apenas queda un 13% de sobrevivientes, la mayoría con pérdidas acumuladas. Al llegar a los cinco años, solo persiste el 7% de los traders originales.
Existen casos de traders con un historial de pérdidas de hasta 10 años que continúan operando y dilapidando buena parte de sus ingresos obtenidos de otras fuentes. Solo el 1% de los traders logra ganar dinero de manera consistente, gracias a estrategias meticulosamente elaboradas que hacen previsibles sus ingresos futuros.
Cada vez más personas, especialmente millennials, se suman a esta práctica, sobre todo en el ámbito de los criptoactivos, buscando ingresos adicionales o una forma de sustento.