El mundo de las inversiones, especialmente en renta variable como acciones o criptomonedas, está plagado de emociones. Entre ellas, la ansiedad juega un papel crucial, especialmente cuando se trata de un concepto poco estudiado sobre el cuál haremos hincapié en el Finanzas de Bolsillo de hoy: el de las pérdidas y ganancias no realizadas (P/G no realizadas).
Explorar la naturaleza y el impacto de las fluctuaciones a la hora de invertir nos llevará a comprender la compleja relación que los inversores tienen con sus tenencias en los diferentes horizontes temporales. Al mismo tiempo, nos servirá para desenmascarar los intereses ocultos de los intermediarios financieros que salen beneficiados en la realización apresurada y errada de sus clientes.
P/G y las emociones
Al momento de abrir una posición en renta variable (acciones), el inversor se enfrenta casi de inmediato a una ganancia o pérdida no realizada, resultado de las fluctuaciones constantes en los precios de estos activos en los mercados. Esta situación genera un escenario emocionalmente cargado, donde la expectativa inicial de ganancias puede transformarse rápidamente en una pérdida no realizada que parece amplificarse con el paso del tiempo.
Las pérdidas no realizadas pueden ser una fuente de gran angustia para algunos inversores. La incertidumbre de cuánto más podría caer el precio de la acción, el miedo a perder una parte importante de su capital, o la sensación de haber tomado una mala decisión, son solo algunos de los factores que alimentan esta ansiedad. En algunos casos, esta puede llegar a ser tan intensa que afecta la salud mental y física del inversor.
Por otro lado, las ganancias no realizadas también pueden generar ansiedad, aunque de un tipo diferente. La duda sobre si vender la acción y tomar las ganancias, el miedo a perderlas si el precio baja, o la incertidumbre de si se ha alcanzado el pico en la cotización, son algunas de las preocupaciones que pueden surgir en este escenario.
P/G y el plazo de inversión
El plazo de inversión marca una diferencia significativa en cómo se perciben y manejan las ganancias y pérdidas no realizadas. Para ilustrar esto, consideremos dos casos extremos que demuestran un control diferenciado de la ansiedad según el horizonte temporal de inversión.
Un trader, cuyo enfoque se centra en operaciones de corto plazo buscando ganancias diarias, está constantemente expuesto a las fluctuaciones del mercado. Para gestionar la ansiedad, este tipo de inversor utiliza órdenes stop loss para limitar pérdidas y establece niveles predefinidos para tomar ganancias, con el objetivo de minimizar el impacto emocional en sus decisiones.
En contraste, un inversor de largo plazo, que busca el crecimiento sostenido del capital a lo largo de varios años, posee una mayor tolerancia a la volatilidad del mercado. Este inversor puede “aislarse” mentalmente de las fluctuaciones a corto plazo y dominar sus impulsos emocionales, centrándose en la visión a largo plazo de sus inversiones.
Entre estos dos extremos se encuentra el universo de inversores que no son traders ni invierten a largo plazo de manera profesional. Estos inversores corren el riesgo de dejarse llevar por impulsos emocionales fogoneados por estímulos externos, lo que puede poner en peligro el potencial de una excelente inversión a largo plazo.
Negocio de la ansiedad
Los agentes de bolsa y ejecutivos de cuenta están atentos al impacto de la ansiedad en los inversores, monitoreando de cerca sus posiciones y enviando informes que sugieren decisiones rápidas, como asumir pérdidas o tomar ganancias antes de lo planeado, con el objetivo de incentivar más operaciones y garantizar sus comisiones.
Estos agentes se benefician del overtrading (operar de más), donde más operaciones significan más comisiones, sin importar si resultan en ganancias o pérdidas para los inversores.
Esto crea un entorno similar al juego de azar, enfocado en mantener a los clientes activos generando comisiones, sin considerar las consecuencias financieras. Es crucial para los inversores evitar esta industria del trading adictiva y riesgosa, desarrollando estrategias sólidas basadas en análisis y disciplina, resistiendo las presiones externas que promueven operaciones impulsivas.
Estrategias
Existen una serie de estrategias para no realizar anticipadamente una pérdida que puede luego transformarse en ganancia.
Una de ellas es repasar los fundamentos de la inversión, es decir recordar y reevaluar las razones que motivaron la decisión de invertir inicialmente. Esto incluye analizar la solidez y estabilidad financiera de la empresa en la que se invirtió, evaluando factores como sus estados financieros, flujo de caja, deuda y rentabilidad. Este ejercicio de revisión de fundamentos ayuda a mantener una visión clara y fundamentada de la inversión, contrarrestando la ansiedad que pueda surgir ante fluctuaciones temporales en el valor de los activos.
Otra opción es estudiar períodos de recuperaciones de precios. Esto implica analizar cómo el mercado ha reaccionado ante caídas anteriores, identificando patrones de recuperación y tendencias que puedan brindar tranquilidad durante momentos de turbulencia. Esto incluye examinar casos históricos en los que el mercado experimentó correcciones significativas, como crisis económicas o eventos geopolíticos, y observar cómo los precios de los activos se recuperaron de manera rápida y robusta después de estas caídas.
A su vez, se puede tomar como estrategia el desconectarse del mercado. Esta estrategia se basa en la premisa de que una exposición excesiva a la información y a las fluctuaciones diarias puede aumentar la ansiedad y provocar decisiones impulsivas. Al limitar la revisión de cotizaciones a, por ejemplo, una vez por semana, los inversores pueden lograr varios beneficios. En primer lugar, reduce la probabilidad de reaccionar de manera exagerada a cambios menores en el mercado, ya que se toma una perspectiva más amplia y se evita la sobre reacción a los movimientos de corto plazo. [La Nación/GDA]
No realizar anticipadamente una ganancia como estrategia
Comprar puts de protección es una forma de no realizar anticipadamente una ganancia, que después puede ser más grande.
Con ese instumento, los inversores obtienen el derecho, pero no la obligación, de vender un activo subyacente a un precio predeterminado (precio de ejercicio) en una fecha futura específica (fecha de vencimiento).
Si el precio del activo cae por debajo del precio de ejercicio, el inversor puede ejercer la opción de venta y vender el activo al precio acordado, lo que limita sus pérdidas a la diferencia entre el precio de ejercicio y el precio de mercado.
Si la acción sigue subiendo de precio, se pierde la prima pagada por el put, pero esa pérdida se verá más que compensada con la subida de la cotización del subyacente (las acciones en cartera).
Otra opción es realizar un pequeño porcentaje de ganancias. Esto implica tomar una parte de las ganancias obtenidas en una inversión y destinarla a otros activos o estrategias, con el objetivo de diversificar el riesgo y asegurar un retorno más estable.
Realizar un pequeño porcentaje de ganancias, típicamente no más del 10% de la inversión inicial, proporciona un retorno tangible y reduce la posibilidad de sufrir pérdidas significativas en caso de una reversión en el mercado.
También se recomienda no mezclar flujo con capital. Las inversiones forman parte del capital, y mezclarla con el flujo sería creer que si realizo la ganancia podré cubrir costos de ese mes con el resultante.