Israel está en guerra y se nota en los fusiles entremezclados con el turismo, que aunque mermado desde el 7 de octubre de 2023, es un flujo dinámico que inunda las calles de Tel Aviv y Jerusalén. Los fusiles -los norteamericanos M16, muchos de ellos- se cargan como quien lleva una cartera o un bolso: jóvenes, mayormente, mientras pasean por el mercado de la ciudad santa o la rambla de la ciudad mediterránea, de la mano si son parejas y charlando distendidos cuando caminan en grupos, cargan a sus espaldas las armas largas y nadie se sorprende.
Los civiles -que a su vez también son militares, pues la gran mayoría hizo el obligatorio servicio militar de tres años y son reservistas, muchos de los cuales han estado en Gaza en los últimos meses- están a su vez acostumbrados a convivir con el sistema de alerta de misiles, que en estos días continúa activándose, aunque con una frecuencia sensiblemente inferior a la que se vivió durante la guerra de los 12 días con Irán, que a diario enviaba tandas de cientos de misiles contra las principales ciudades israelíes.
Hoy los ataques a distancia no vienen de Gaza, tomada y sitiada por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) -que bloquea la zona que hoy sufre una histórica crisis humanitaria, de la que buena parte del mundo occidental responsabiliza directamente a Israel (ver aparte)- ni tampoco de Irán, sino casi siempre de Yemen. Con lo cual, los israelíes han perdido un poco de respeto a las sirenas, que cuando suenan motivan, en ocasiones, el trote cansino de algunos temerosos, pero la más de las veces la simple indiferencia de los ciudadanos habituados a ataques aislados que lanzan los radicales hutíes, que apoyan la causa de Palestina y cuyos misiles solitarios son siempre fácilmente interceptados por la FDI.
De modo que Israel está en guerra, como lo ha estado casi siempre. Pero ahora, con más intensidad que otras veces, en el Estado judío se tiene asumido que hay una segunda guerra -un segundo frente- que se está librando, y que a diferencia de todas las otras que han tenido -desde su independencia, pasando por la Guerra de los seis día en 1967, la de Yon Kipur en 1973 y tantas otras- que están perdiendo. Y es aquella que se libra en el campo de la información, y que, de acuerdo a la visión del gobierno israelí, ha llevado a una evidente “pérdida de legitimidad en Occidente”, dijo a El País Roni Kaplan -vocero para el habla hispana de la FDI-, porque entienden que los grandes medios como New York Times y agencias españolas no evitan el uso “absolutamente cínico” de la información que produce Hamás todos los días en la Franja de Gaza con el propósito de dañar la imagen de Israel.
Pero la misma guerra informacional, dice también Kaplan, ha tenido como consecuencia que el Estado Judío gane esa misma legitimidad en Oriente, ya que ha impuesto la “disuasión” a que no escale aun más bélicamente la eterna conflagración entre Israel y sus vecinos.
Pero, en lo que tiene que ver con la lucha por el “relato mediático”, dirá por su parte el periodista Henrique Cymerman, Israel no es, a fin de cuentas, la potencia militar que parece ser en la guerra convencional, sino un “Rolls Royce sin gasolina” que “actúa” pero no se detiene a explicar por qué hace lo que hace. La conclusión es que esa guerra “ya se perdió”.
Por eso, entre otros esfuerzos, Kaplan se trasladó esta semana hasta la Franja para relatar desde allí la entrega de insumos humanitarios que dice que proporciona Israel, pese a que agencias internacionales y medios de todas partes afirman que no es cierto que los alimentos no lleguen por culpa de Hamás -que según Israel son revendidos- y que la hambruna real que sufren en particular los niños, de los que 90 han muerto por inanición desde octubre de 2023, y unos 320 mil pueden hacerlo en el corto plazo, de acuerdo al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), no es producto de una “política” israelí sino de la opresión de los terroristas a su propio pueblo.
“Yo me pregunto si toda esta comida que está del lado palestino -dijo Kaplan en un video publicado en X, en el que señala unas 800 cajas con comida no perecedera-, esperando que la población civil venga, ¿por qué hay una campaña comunicacional, un libelo de sangre contra Israel, (y) que dice que Israel está básicamente generando hambruna en la Franja de Gaza? Y la respuesta es porque hay una campaña orquestada por Hamás y esos mensajes de Hamás están siendo tomados como ciertos por una parte considerable del mundo occidental”.
Tiempo ganado
Al mismo tiempo que transcurre el drama de Gaza, la amenaza que supone Irán para los israelíes sigue latente. Irán y Hezbolá, desde un punto de vista de estrategia geopolítica, son tal vez la principal preocupación del Estado judío, que lanzó un sorpresivo ataque el 13 de junio para intentar la neutralización del programa nuclear iraní, lo que terminó ocurriendo finalmente con el triple bombardeo realizado por Estados Unidos a tres plantas nucleares de ese país. El resultado no fue alentador para ciertos sectores de la opinión pública -pese al asesinato de 10 científicos nucleares y el descabezamiento de la cúpula de la Guardia Revolucionaria Islámica- , pero para Raz Simmit, investigador especializado en Irán, no hay razones para ello. O al menos, para entender como decepcionante que solo se haya atrasado “en dos años” el programa nuclear iraní. “Estaba claro para todos que el desarrollo al que había llegado el plan iraní hacía imposible su destrucción por completo”, dijo el especialista en una conferencia para periodistas en el Centro Peres para la Paz y la Innovación. “No se puede destruir el programa -insistió-, lo que hicimos fue alejarlos de la capacidad” de un ataque con bombas nucleares. El ataque también sirvió, dijo, para que Israel gane tiempo en el desarrollo de un sistema de defensa antimisiles con el uso de la tecnología láser.
Hezbolá está presente en Sudamérica y ya tiene bases
Henrique Cymerman, periodista israelí internacional especializado en Medio Oriente, dice que Israel cuenta con evidencia firme del propósito de guerra total y global de dos de los principales enemigos de Israel. El ataque de Hamás el 7 de octubre, por ejemplo, no fue en realidad una acción sin más objetivo que causar daño y terror, sino que habría sido expresión de un plan de conquista de todo el territorio. En una charla con periodistas en un restaurante del barrio de Sarona (Tel Aviv), Cymerman sostuvo que seis meses antes, en el hotel Comodoro de Gaza, se reunieron 30 líderes de Hamás para discutir cómo dividirse el Estado judío. “Cada uno de ellos iba a ser jefe de un cantón”, advirtió. Sobre Hezbolá, grupo terrorista asociado a Irán, dijo que su organización hoy está extendida hasta Sudamérica. “Tiene una infraestructura en América Latina que ya está allí desde hace muchos años”. Precisó que “en Venezuela ya hay bases” de este grupo y que en Brasil ha constatado “una permisividad en relación a todo lo que es terrorismo de Oriente Medio” sobre lo que ya avisó a “tres ministros” del gobierno de Lula Da Silva, que dijeron que se iban a “ocupar” del problema.