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La nueva doctrina de Vladimir Putin: Rusia busca socios en América Latina y el Caribe

El Kremlin pretende alianzas militares en la región para hacer frente a Estados Unidos: "el enemigo".

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Vladimir Putin, presidente ruso
Vladimir Putin, presidente ruso.
Foto: AFP

Rusia profundizará las relaciones “mutuamente beneficiosas” con América Latina y el Caribe, incluyendo la cooperación militar, con el objetivo de sumar socios para enfrentar “las presiones de Estados Unidos”, según el nuevo concepto de política exterior rusa aprobado ayer viernes por Vladímir Putin.

“Dado el progresivo fortalecimiento de la soberanía y el potencial multifacético de los Estados de América Latina y el Caribe, Rusia tiene la intención de desarrollar relaciones pragmáticas, desideologizadas y mutuamente beneficiosas con ellos”, indica el documento.

Para lograr estos objetivos, Rusia se enfocará en “apoyar a los Estados latinoamericanos interesados, bajo la presión de Estados Unidos y sus aliados, en la salvaguardia de su soberanía e independencia, incluso mediante el establecimiento y la ampliación de la cooperación militar, técnico-militar y en materia de seguridad”.

Ello supone, según Rusia, “fortalecer la amistad, la comprensión mutua y profundizar las asociaciones multifacéticas de beneficio mutuo” con Brasil, Cuba, Nicaragua, Venezuela. Además, prevé “desarrollar las relaciones con otros Estados latinoamericanos, teniendo en cuenta el grado de independencia” y su actitud “constructiva” respecto a Rusia.

Rusia también buscará “aumentar el comercio y las inversiones en América Latina y el Caribe, incluso mediante la cooperación” con organismos regionales de integración. En particular, la nueva doctrina centró su interés en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Mercosur, el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Alianza del Pacífico y la Comunidad del Caribe.

EE.UU.: el enemigo

En la presentación de este documento ante el Consejo de Seguridad ruso, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, calificó hoy a Estados Unidos y Occidente como “los principales instigadores y líderes de la línea antirrusa dirigida a debilitar totalmente a Rusia”.

Por ello destacó que la renovada política exterior rusa “fija el curso hacia el incremento del potencial de asociación estratégica con nuestros grandes vecinos, China, la India, los países musulmanes y también los países de Asia y el Pacífico, África, América Latina y el Caribe”.

“De manera general, la política de Occidente tendente a debilitar a Rusia por todos los medios se caracteriza como una guerra híbrida de un nuevo tipo”, agregó Lavrov.

La adopción de esta doctrina formaliza la profunda ruptura entre Rusia y Occidente desde la invasión a Ucrania en febrero de 2022, que condujo a la OTAN a consolidarse y expandirse y a Moscú a mirar a China e India.

En el documento de más de 40 páginas, que por su contenido recuerda a la Guerra Fría del siglo XX, Rusia se presenta como la defensora del mundo rusohablante, frente a unos occidentales que quieren “debilitarla por todos los medios”. El nuevo documento remplaza una versión de 2016, y no se anda con rodeos.

“Rusia se propone prestar una atención prioritaria a la eliminación de los vestigios de dominación de Estados Unidos y de otros Estados hostiles en los asuntos globales”, estipula el documento.

En la reunión del Consejo de Seguridad ruso, Putin justificó este cambio amparándose en “los grandes cambios en la escena internacional”, que obligan a Rusia a “adaptar sus documentos de planificación estratégica”.

Rusia, cada vez más aislada en Occidente, ha tratado de acercarse política y económicamente a Asia, concretamente de China, que considera una prioridad en su nueva doctrina. Los vínculos parecen sin embargo cada vez más desequilibrados a favor de China, debido a la creciente dependencia de Rusia.

La nueva doctrina rusa otorga también un lugar importante a las relaciones con África, donde Moscú ha reforzado su presencia entre otros a través del grupo de mercenarios Wagner.

El documento presenta a Rusia como una “civilización” que reúne a los pueblos que definen “el mundo ruso”. El concepto ha sido usado por el Kremlin para justificar la invasión a Ucrania, donde asegura defender la minoría de habla rusa.

Putin se presenta como el estandarte de los “valores tradicionales” de la Iglesia ortodoxa frente a la “decadencia” de Occidente.

En el documento, se puede leer que es necesario “neutralizar los intentos de imponer principios ideológicos pseudo-humanistas y neoliberales, que conducen a la pérdida de la espiritualidad tradicional y de los principios morales”.

Rusia destaca el creciente peso de países amigos del mundo islámico y fija su interés en seguir desarrollando los vínculos con esos estados, entre los que menciona Irán, Siria y Turquía.

Rusia quiere reducir la dependencia de su economía de Estados “inamistosos” mediante el desarrollo de una infraestructura internacional de pagos “despolitizada, segura e independiente”, así como con un mayor uso de monedas nacionales en los pagos.

Moscú pretende fortalecer la presencia rusa en los mercados mundiales, aumentar las exportaciones que no sean materias primas y energía, y reorientar sus vínculos económicos, sin descartar una cooperación pragmática con círculos empresariales de Estados considerados hostiles.

Armas nucleares

Rusia pretende desarrollar un sistema de tratados internacionales en los ámbitos de la estabilidad estratégica, el control de armas y la prevención de la proliferación de armas de destrucción masiva.

Dice que quiere prevenir una carrera armamentística y crear las condiciones para una mayor reducción gradual de las capacidades nucleares, teniendo en cuenta todos los factores que afectan a la estabilidad estratégica.

Pretende prevenir una carrera armamentística en el espacio, sobre todo mediante un tratado internacional.

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Putin admite efecto de las sanciones en la economía

El presidente Vladimir Putin admitió que las sanciones internacionales por la invasiòn a Ucrania pueden tener un impacto “negativo” a “medio plazo” en la economía rusa, tras presumir en los últimos meses de la capacidad de su país a esta nueva coyuntura.

“Las sanciones impuestas a la economía rusa pueden realmente tener un impacto negativo sobre esta a medio plazo”, dijo el miércoles en una reunión con el gobierno, transmitida por televisión.

Es la primera vez que Putin admite en público el impacto en la economía rusa de las numerosas sanciones internacionales, que afectan a sectores diversos, entre ellos los hidrocarburos.

Más de un año después de iniciada la invasión a Ucrania, “el desempleo está en su nivel más bajo”, en 3,6%, y “a fines de marzo, la inflación caerá por debajo del 4%”, tras subir a casi el 20% hace un año, dijo Putin. “Eso no significa que todos los problemas estén ya resueltos”, advirtió ante los miembros de su gabinete.

“El regreso a una trayectoria de crecimiento no nos debe llevarnos a relajarnos”, agregó en su discurso, en el que pidió “garantizar la soberanía económica” de Rusia.

Putin reclamó así al gobierno y a los empresarios “garantizar el lanzamiento rápido de nuevos proyectos en las industrias manufactureras.

Con información de EFE y AFP

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