The New York Times
Lo que ocurrió en la Oficina Oval de la Casa Blanca el pasado viernes -la emboscada obviamente planeada por el presidente Donald Trump y el vicepresidente JD Vance al presidente ucraniano Volodomir Zelenski- fue algo que nunca había sucedido en los casi 250 años de historia de Estados Unidos: en una guerra importante en Europa, nuestro presidente claramente se puso del lado del agresor, el dictador y el invasor contra el demócrata, el luchador por la libertad y el invadido.
¿Quieren una analogía? Imaginen que, cuando el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, llegó a la Casa Blanca en febrero, Trump y Vance le dijeron que la guerra con Hamás había durado demasiado, se habían perdido demasiadas vidas y le estaba costando demasiado dinero a Estados Unidos, por lo que era hora de que Bibi y el pueblo israelí llegaran a un acuerdo con el agresor de Hamás.
Porque Rusia le hizo a Ucrania el 24 de febrero de 2022 lo que Hamás le hizo a Israel el 7 de octubre de 2023: una invasión sorpresa, asesinatos y la consiguiente violencia sexual para causar destrucción en otra nación y su sociedad.
Trump se puso del lado de Bibi al 110% contra Hamás, y ahora se pone del lado de Putin al 110% contra Zelenski y Ucrania.
Es difícil expresar lo mucho que esto supone un cambio en la política exterior de Estados Unidos. Estuvimos del lado de la libertad y de quienes luchaban por ella en todo el mundo.
Hubo momentos en que las fuerzas aislacionistas de nuestra población nos frenaron y tuvimos que convencerlas.
Hubo momentos en que, en apoyo de la causa más amplia de la libertad, contra enemigos peligrosos como la Alemania nazi y la Unión Soviética, tuvimos que alinearnos temporalmente con dictadores.
Pero no puedo recordar una sola ocasión en que un presidente de Estados Unidos haya declarado que el líder democráticamente elegido de un país que preserva la libertad era un “dictador” que inició la guerra con su vecino, cuando en realidad fue el cruel dictador vecino el que inició la guerra.
Si escuchamos a Trump, todo lo que hemos hecho por Ucrania es puro altruismo. No tenemos ningún interés real en su destino ni en el triunfo de la libertad allí. No tenemos ningún interés real en el hecho de que Ucrania esté protegiendo a la Unión Europea, una gigantesca alianza pro-estadounidense de mercados libres y personas libres.
A Trump no le importa lo más mínimo lo que suceda con la Unión Europea o con Ucrania.
Lo único que importa es que Zelenski diga “gracias” más alto por nuestro altruismo y que, en medio de su guerra por la supervivencia, nos ceda una generación de la riqueza mineral de Ucrania.
Se trata de una perversión total de la política exterior estadounidense, practicada por todos los presidentes desde la Primera Guerra Mundial.
Compatriotas estadounidenses, nos encontramos en aguas completamente desconocidas, liderados por un presidente que... bueno, no puedo creer que sea un agente ruso, pero seguro que interpreta a uno en la televisión.