Aumenta la presencia de la pasta base en la calle; el 77% de los que viven a la intemperie la consumen

Un análisis cuantitativo del Mides reveló qué edad tienen los que viven en calle, hace cuánto tiempo que están allí y por qué motivos. Además de qué adicciones padecen.

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Hombre fumando pasta base. Foto: AFP
Hombre fumando pasta base
Foto: AFP

El pasado 31 de julio, un relevamiento hecho por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) comprobó que 1.363 personas estaban esa noche a la intemperie en alguna calle de Montevideo. Fueron 48% más que lo que había indicado un estudio similar en el año 2021.

El análisis en profundidad de esos casos mostró, según información del Mides a la que accedió El País, que, por ejemplo, el 30% de quienes se encontraban en esa situación el día de la encuesta dijo que jamás había dormido, ni siquiera una vez, en un refugio.

Se trata de una “foto del momento” que contabilizó a la gente que en ese entonces pernoctaba en alguna calle de Montevideo y de la información detallada que brindó el 60% de los relevados que aceptaron responder el cuestionario de los funcionarios del ministerio.

El análisis, aportado a El País por el director de Transferencias y Monitoreo del Mides, Antonio Manzi, indicó que el 90% eran hombres y que su promedio de edad era de 38 años. Al momento de la evaluación, el 21% tenía entre 22 y 30 años, el 35% entre 31 y 40 años y el 40% era mayor de esa edad. En los extremos, el menor tenía 18 y el mayor 74 años de edad.

El director de Transferencias y Monitoreo del Mides, Antonio Manzi
El director de Transferencias y Monitoreo del Mides, Antonio Manzi.
Foto: Francisco Flores

El estudio pretendía determinar las razones por las que estas personas terminaron viviendo en la calle. El 43% atribuyó su situación a la ruptura de sus vínculos familiares. Sus familias o sus parejas los expulsaron de los hogares en los que vivían, por diversos problemas. El principal factor de la ruptura: el consumo de sustancias, un factor por el cual el 35% terminó en la calle.

El estudio también consultó por las razones que llevaron a las personas relevadas a decidir dormir en la calle ese día en lugar de asistir a un refugio. En sus respuestas, el 20% dijo que “prefiere la calle” mientras que otro porcentaje similar indicó que no se adapta o no les gusta el horario y la rutina que les exige el Mides para dormir en un refugio. Además, un 16% dijo que no se lleva bien con otra gente que va a los refugios y el restante 7% afirma que no concurre a esos lugares por que allí no puede consumir alcohol o drogas.

En cuanto al perfil educativo, el 42% dijo haber alcanzado a cursar primaria, pero ante una segunda consulta solo el 25% aseguró que completó ese nivel. De la misma forma, el 40% aseguró haber llegado a secundaria, pero solo el 12% dijo tenerla completa.

Para Manzi un elemento a destacar es que el 91% de los encuestados reconoció tener problemas con el consumo de alcohol y drogas. Entre ellos, el 72% admite que consume a diario alguna sustancia. Según Manzi esto representa un incremento de 12 puntos con respecto al último censo. Y allí la principal droga que consumen es la pasta base ya que el 77% afirmó hacerlo casi todos los días. Un aumento de más de 20 puntos frente al último relevamiento.

Por otro lado, el 53% dijo tomar alcohol y el 48% fumar marihuana. Manzi reparó además en que aumentó el consumo de cocaína entre la población en situación de calle que pasó de 14% a 23%.

Otro elemento que surgió del relevamiento está relacionado con la salud mental. El 20% de los encuestados afirmó haber tenido alguna vez algún problema de salud mental; mientras que el 36% dijo haber recibido algún tratamiento por este problema. Y el 43% reconoció haber estado internado alguna vez por esta causa.

Manzi aludió allí a los efectos de la decisión, incluida en la ley de Salud Mental aprobada en 2017, de cerrar el ingreso a las colonias psiquiátricas, cuya medida fue motivada entonces por la necesidad de cambiar el paradigma de atención.

El director señaló que, más allá de la buena intención que hubo, este paso dejó sin soluciones alternativas a personas que no pudieron acceder a un tratamiento y terminaron en la calle.

El análisis del Mides también planteó la “puerta giratoria” que existe, en ambos sentidos, entre la calle y la prisión. El 10% dijo haber estado como menor en alguna dependencia del INAU por algún conflicto con la ley. El 53% estuvo preso siendo mayor de edad; la mitad, hasta tres veces. Y, mientras el 48% dijo haber dormido alguna vez en la calle antes de ir a prisión, el 52% cayó en esa situación luego de salir de la cárcel.

Mides contactó a un hombre que hace 37 años que vive en la calle

El análisis también trazó un promedio con las edades que tenían los encuestados cuando llegaron por primera vez a vivir en la calle. El resultado: 27 años en promedio. También determinó que, en promedio, las personas relevadas el día del estudio llevaban unos cuatro años pasando sus vidas a la intemperie.

Manzi sostuvo que se pueden observar distintas realidades. Desde algunos “recién llegados” hasta los casos “crónicos”. Como el de un hombre, que hace 37 años que vive en calle. Manzi se detuvo para analizar este caso. El hombre le contó a los encuestadores que vive en la vía pública desde que tenía ocho años, cuando sus padres fueron asesinados. Ha sido así casi siempre, dijo, más allá de algunos contactos esporádicos con la asistencia estatal o alguna que otra noche en algún refugio. Sin educación formal, ni siquiera primaria, el hombre, oriundo de Tacuarembó, afirma que los vecinos de la zona en la que pernocta a veces lo ayudan con comida y otras cosas, y que desempeña algunos trabajos, ya sea en la construcción o limpiando jardines.

El hombre dijo tener hijos, con los que asegura mantener contacto.

Durante el relevamiento esta persona no pareció presentar alguna enfermedad o problema de salud mental, y sostuvo que prefiere vivir a la intemperie antes que concurrir a algún refugio o centro de atención del ministerio.

Ante una pregunta concreta por parte de los encuestadores, la persona reconoció que consume alcohol con frecuencia y además admitió que, al menos una vez a la semana también fuma pasta base. Además, relató que estuvo preso cinco veces.

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