UN FRENTISTA ATÍPICO
La gran mayoría de las listas presentadas no responde a sectores, sino que se crearon especialmente para la elección.
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Andrés Lima tiene una agenda que lleva a cada rincón de Salto. Allí anota los pedidos que le hacen los vecinos. Sus allegados dicen que casi todos los deseos que él escribe ahí, se cumplen.
Esta forma de hacer política que Lima practica todo el año -no solo en campaña- y que muchos ven como una herencia de su formación cristiana, es una de las explicaciones de su reelección. Porque aunque este triunfo ha sido motivo de rispideces dentro de la coalición -los colorados apuntaron contra el Partido Nacional por sellar una alianza con Cabildo Abierto y el Partido Independiente, pero sin ellos-, lo cierto que el Frente Amplio alcanzó un muy buen resultado: 36.421 votos, que son 3.837 menos que los que logró en las municipales de 2015, pero 2.701 más que en octubre.
Lima tiene cuatro hijos, dos de su primer matrimonio y dos del actual. Su familia, también su hermano -el diputado Álvaro Lima- y su madre, salen a recorrer los barrios con él. Suele trabajar hasta las cuatro o cinco de la tarde en la intendencia, donde su principal tarea también es recibir a los vecinos, y luego sale a trillar el departamento hasta pasadas las 10 de la noche. Lo mismo hace los fines de semana. “Hay una chiste que tenemos entre los salteños. Cuando vemos un ranchito que está en el medio de la nada, decimos: «seguro que ahí ya estuvo Andresito»”, cuenta un dirigente local del Frente Amplio.
“Le doy un ejemplo: hay una persona a la que le sale un trabajo fuera de Salto, y eso es muy positivo porque capaz que puede ayudar a toda su familia, pero a veces pasa que no tiene plata para el pasaje… En esos casos creo que no cuesta nada colaborar. La clave de mi trabajo está en ponerme en el lugar del otro”, dice Lima a El País.
El intendente no tiene problema en decir que saca dinero de su bolsillo para pagar lo que una persona -que también es un votante- necesite. “Cuando se puede, ayudo”, replica cuando esto se le hace notar.
No usa ropa cara, no tiene auto y vive en una casa sin lujos. No se ha tomado vacaciones en cinco años. Solo durante 10 días no estuvo en Salto en su anterior administración, y fue para viajar a China, adonde lo invitaron. Él no quería ir, pero desde el Frente Amplio le insistieron que lo hiciera para conseguir algo para el departamento. No tenía ni pasaporte, tuvo que sacarlo para la ocasión. Si se toma algún día para descansar va a las termas. La militancia es su vida.
Cuerpo a cuerpo.
Antes de dedicarse a la política, Lima, que tiene 46 años, era juez eclesiástico de la Iglesia católica. A fines de los 90 se recibió de abogado y en el 2000 empezó a militar en el Partido Demócrata Cristiano (PDC), cuya sede estaba frente a su casa. Allí instaló una oficina para atender a los vecinos.
El despacho de “Andresito” era conocido en Salto. Le consultaban por una jubilación que no salía, por un inquilino al que querían desalojar, o por un despido que no se pagaba. Él buscaba soluciones que muchas veces encontraba.
En 2005, cuando el Frente Amplio ganó por primera vez la comuna de Salto, fue electo edil. En 2009 dejó el PDC por diferencias con el intendente Ramón Fonticiella. La pelea fue porque ambos querían ir como cabeza de lista en Diputados de cara a las elecciones. Lima y quienes lo respaldaban fundaron entonces la Agrupación Humanista Armando Aguirre, y se impusieron con 14.000 votos ante la 880 de Fonticiella.
En la Cámara Baja Lima no cambió, siguió recibiendo gente hasta en horas impensadas y respondiendo cada uno de los reclamos. Las cartas que le enviaban las contestaba a mano. Hoy dice que ya no recibe cartas, sino mensajes de WhatsApp, y que cree que todo Salto debe tener su número de teléfono. “En este momento -dijo ayer a las 19 horas- tengo 1.019 mensajes. Son todas felicitaciones que tengo que responder”.
En 2010 Lima no se presentó para competir por la intendencia de Salto, pero apoyó a Felipe Mutti que perdió con el colorado Germán Coutinho. Para 2014 selló una alianza con la 711 de Raúl Sendic y volvió a ser electo diputado. Este acuerdo le trajo algunos dolores de cabeza. El entonces vicepresidente Danilo Astori lo acusó de abandonar las negociaciones con su lista 2121 e irse con la 711 a cambio de una suma de dinero.
En 2015 sí fue por la intendencia y se la arrebató a Coutinho por 1.500 votos. En 2016 fue uno de los primeros en soltarle la mano a Sendic luego de que se supiera que el exvicepresidente no era licenciado.
Lima sabe acomodar el cuerpo y no se casa con nadie. Y su éxito, que se confirmó con la victoria del domingo -nunca perdió una elección-, se debe justamente a que no sabe de alianzas eternas. Confía más en el acercamiento a los vecinos y en el armado de listas locales con personas que dicen ser frenteamplistas pese a no militar en ninguna parte, que en lo que le puedan dar los grandes sectores de la izquierda.
Hoy Lima se define como un frenteamplista independiente.
Poder independiente.
Que está cerca de los vecinos, eso es irrefutable. ¿Pero qué tan cerca está de la fuerza política a la que representa? Lo cierto es que en su anterior período, a los seis meses de iniciar su gestión, relevó a la gran mayoría de los directores que había puesto tras un acuerdo con las autoridades locales del Frente.
La lógica de listas en Salto es muy distinta a la de Montevideo, porque estas, salvo excepciones, no son la representación de sectores políticos. El Frente presentó 37 hojas de votación -24 de Lima, 11 de la otra candidata de la izquierda, María Soledad Mazzano, y dos que acompañaron a ambos candidatos, la 609 del MPP y la 2121 de Asamblea Uruguay.
Lima llegó a casi 30.000 votos y Mazzano apenas superó los 6.000. Las listas que más se votaron fueron la 770 y la 1986, con 6.802 y 3.123 sufragios, respectivamente. Estas no responden a agrupaciones, aunque en la 1986 hay socialistas y comunistas. En ambas hay funcionarios de confianza de la intendencia, incluso directores.
Que Lima arme listas que no tengan detrás a una agrupación ha molestado al Frente a nivel local, sobre todo por lo que pasó en el anterior período, en el que la izquierda se quedó con 16 ediles de 31, pero luego perdió la mitad. Ocho se terminaron yendo al Partido Colorado y al de la Gente, y esto implicó que Lima no pudiera gobernar con un presupuesto propio.
“Es que pone a dirigentes barriales, de distintas zonas, para acaparar lo mayor posible del territorio, pero son personas que no tienen una identidad frenteamplista”, dice un referente local de la coalición izquierdista. ¿Y por qué lo siguen eligiendo? “Porque no se puede prescindir de él, es el que tiene los votos”, explica.
Lima dice que en esta oportunidad está comprometido a gobernar más cerca de su partido y que se preocupó por poner a la cabeza de las listas a verdaderos frentistas. “Aprendimos de los errores para no volver a repetirlos”, asegura.
Denuncias de nepotismo
La Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep) anunció en febrero de 2018 que investigaría y haría públicos casos de jerarcas estatales y municipales que tuvieran contratados a familiares. En este sentido, además, el organismo exhortó a las autoridades a “corregir de inmediato estas situaciones”.
Los entonces intendentes de Artigas y Maldonado, Pablo Caram y Enrique Antía, reconocieron en su momento que tenían familiares contratados, pero dijeron que no estaban dispuestos a despedirlos. Andrés Lima, en cambio, sí aceptó cesar a su pareja, quien se desempeñaba como directora del Departamento de Desarrollo Humano y Social.
Martín Pertusatti, que se fue con Lima del PDC en 2009, pero que luego pasó al Partido de la Gente, ha manifestado en reiteradas oportunidades situaciones de nepotismo en la Intendencia de Salto. Pertusatti trabajaba en la comuna y antes había sido denunciado por Lima por fraguar boletas.
“Denuncias serias (por nepotismo) hubo una sola y fue la de la Jutep. Y nosotros ahí tuvimos una actitud muy diferente a la de otros intendentes”, señala Lima a El País.