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Venciendo nuestros complejos de país chico

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Foto: El País
Leonardo Maine

OPINIÓN

Uruguay tiene la oportunidad de avanzar en varios frentes productivos como claves hacia su desarrollo.

Uruguay se ha caracterizado a lo largo de su historia por su capacidad natural agroproductiva. Con limitado mercado interno, debe exportar la gran mayoría de su producción.

Cadena inteligente

En esencia, los productos de origen agropecuario representan más del 80% de las divisas que ingresan por exportaciones de bienes. Es decir, 8 de cada 10 dólares exportados proviene de este sector, proporción que se mantiene a lo largo del tiempo. Aún permanece en el colectivo imaginario, denominar a este tipo de productos como “bienes primarios”, bajo el entendido que tienen muy poco valor agregado nacional. Si bien es cierto que en el pasado podía caberle semejante mote, no menos cierto es que hoy no se corresponde con la realidad. Mientras la producción agroalimentaria se ha ido complejizando a través del tiempo en busca de mayores niveles de productividad, rindes de recurso escaso, y calidad; varios de los procesos productivos de bienes, que a priori podrían identificarse como con mayores niveles de industrialización, se han ido simplificando de forma notoria.

El valor que integra y compone una cadena agroproductiva inteligente, debe contener, inequívocamente no sólo los recursos naturales, humanos y el riesgo inversor tradicional. Para acceder a niveles sostenibles, debe incorporar además una serie de factores adicionales. Hoy, este sector productivo, para sobrevivir en un mundo cada vez más competitivo con productos similares y alternativos (como puede ser la carne de laboratorio), necesita incorporar investigación y desarrollo de nuevas técnicas, tecnología, formación y capacitación en mejores formas de hacer y rediseñar la logística, abarcando el multimodo, entre otras actividades. Poco ha quedado de aquel concepto “primario”. Entenderlo así, facilitará la integración de las diversas actividades que componen la cadena productiva nacional, y hará revalorizar nuestras ventajas competitivas sectoriales.

Un país se desarrolla promoviendo la investigación, la generación y aplicación de nuevos conocimientos al servicio de la producción.

Uruguay juega de titular

A pesar de nuestras dimensiones, territoriales y económicas, nuestra producción nos ha transformado en un jugador relevante a nivel internacional. La agencia Uruguay XXI en su último informe mensual, resume en buena medida este desempeño.

Así, observamos (en base a datos de Trademap), que Uruguay es el tercer exportador mundial de celulosa de fibra corta (y seguramente logre incrementos relativos con las futuras exportaciones desde la planta UPM2). Además es el cuarto exportador mundial de leche en polvo y lana peinada. El sexto exportador de soja, el séptimo exportador de carne bovina congelada y el noveno exportador mundial de arroz.

Para no contar con un amplio espectro de acuerdos comerciales, que no solo implica estar sujeto a mayores aranceles a la hora de pretender entrar a mercados internacionales, sino que también en general, estar sujeto a mayores barreras para-arancelarias, la ubicación destacada de nuestras exportaciones debe ser un punto de destaque, y de prueba que hay un camino aún por recorrer.

Resiliencia al covid-19

Según datos del último barómetro del comercio mundial de la OMC, el comercio internacional de productos y materias primas de origen agropecuario han mostrado una fuerte resiliencia al escenario de pandemia (ver gráfico).

Este comportamiento solo es comparable con el comercio internacional de componentes tecnológicos, necesarios para el trabajo y vínculo a distancia.

Además han mostrado ser resilientes también en materia de precios. De hecho, los precios agrícolas apenas cayeron durante los meses pasados y han comenzado a mostrar signos, en algunos casos fuertes, de recuperación. Otros commodities, como el petróleo, aún se encuentran lejos (a la baja) del escenario pre-covid. Claro que también están aquellos que han mostrado desempeños positivos como los metales, señal de refugio ante la incertidumbre.

Trabajar lo que somos para construir lo que podemos ser

Uruguay tiene la oportunidad de avanzar en varios frentes productivos como claves hacia su desarrollo. La producción de la cadena agroindustrial es uno de ellos (no el único). Como he mencionado, las probabilidades de alcanzar mayores niveles productivos, dependerá en gran medida de como la citada cadena logra integrarse con otros sectores de actividad que le aporten cada vez más valor y atributos diferenciadores. Para ello, es necesario el diseño de incentivos y política aplicada, dentro de un marco estratégico de país. Depende de lo que hagamos hoy, para que de nuestro potencial nazca el mejor futuro.

(*) Director de UCU Business (Universidad Católica del Uruguay).

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