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Experiencias a observar

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

Alta correlación entre educación y crecimiento exportador.

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Tras la segunda guerra mundial y pese a la derrota sufrida, Japón comenzó un proceso industrial enfocado tanto al consumo interno como a la exportación. En una década, el producto interno bruto (PIB) per cápita se multiplicó por dos y medio y en dos décadas, en 1965, se había ya multiplicado por casi cinco. Un comportamiento que ha seguido en pronunciado crecimiento en los años siguientes hasta mediados de la década pasada y que le ha significado pasar a ser la tercera economía mundial tras Estados Unidos y China.

La evolución de la economía nipona se ha acompañado de notorios cambios en su estructura productiva, que ha pasado a ser muy distinta a la del comienzo del proceso indicado: menos intensiva en trabajo poco calificado —como cuando tras la guerra atrajera la inversión estadounidense— y recursos naturales como la tierra, y mucho más en capital, tecnología y en mayor capital humano. Las ventajas comparativas relativas de Japón cambiaron y generaron espacio para que, a partir de la década de los años setenta, comenzara el desarrollo productivo industrial con proyección exportadora de los denominados “newly industrialized countries”: Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán. Esos países pasaron a sustituir a Japón en producciones que fueron dejando de lado empresas que operaban en suelo nipón hasta que, años después, su propio desarrollo les llevara también a ellos a encarar otras producciones más intensivas en capital, en tecnología y en capital humano.

El espacio dejado tras el desarrollo de estos países durante varios años ha llevado también a una nueva situación, similar a la del país al que sustituyeron. Aparecen entonces China y los “newly-newly industrialized countries” —Filipinas, Indonesia, Malasia y Tailandia— y también ellos, cierto tiempo después, pasan a dejar, sobre todo a Camboya y Vietnam, algunas producciones y no solo de naturaleza textil.

En definitiva, el cambio en las ventajas comparativas relativas que viven los países con progresos productivos sostenidos extensos lleva al abandono en ellos, de ciertas producciones, a la realización de ellas por otras naciones y tanto para el mercado doméstico como para el exterior. Las exportaciones en todas las naciones mencionadas representan una proporción importante de su PIB.

Dada la importancia que tiene el comercio en el crecimiento económico, los resultados mencionados surgen de una evidencia irrefutable. Y esa evidencia es que si bien el comercio interno es importante en cualquier país, el área óptima de las transacciones comerciales para cualquier nación es el mundo. Para naciones pequeñas sobre todo, pero también para países que han pasado de ser relativamente pequeños a ser importantes económicamente en el mundo, como los asiáticos mencionados. El comercio con el exterior permite el desarrollo de economías de escala, incentiva a inversores tanto locales como del exterior y multiplica los puestos laborales.

Determinantes

En un país, los determinantes de una producción de bienes competitiva con la del exterior y en ese sentido exportable, depende de la disponibilidad de ciertos recursos naturales, de otros recursos como los laborales que pueden ser relativamente más o menos intensivos en capital humano, de tecnologías especiales que se emplean en la combinación de esos factores comentados y de otros por el estilo, entre ellos los acuerdos comerciales que marcan diferencias arancelarias entre competidores.

Se piensa que la influencia del tipo de cambio real en el valor local de esos determinantes en relación con los del exterior es lo único que provoca que una nación sea competitiva o no en el mercado internacional. Pero la existencia de valores adversos (favorables) para exportar debido a un tipo de cambio real bajo (alto) genera la posibilidad de sustitución de unos por otros: más inversión en capital y menos en mano de obra o viceversa. Sin embargo, lo que se ha observado en el caso de los países comentados, desde Japón hasta Vietnam, es que a medida que han crecido o crecen y venden cada vez más al exterior, la influencia del tipo de cambio real ha ido perdiendo importancia, hasta no tenerla en muchos de ellos. Y ha pasado a ser el avance educativo de su población respecto al de países que siguen basando sus ingresos por exportaciones en recursos naturales o mano de obra poco calificada, el determinante decisivo en el comportamiento comercial y exportador. Ejemplos —no los únicos— que pueden ilustrar la alta correlación entre educación y crecimiento exportador son, además de Japón, los de Corea del Sur, Taiwan y Hong Kong.

Los resultados de las pruebas PISA (OCDE) muestran que las personas de entre 15 y 16 años de esas naciones, ubican a sus países entre los diez de mejores resultados educativos en matemática, lectura y ciencia y tecnología. Se trata de naciones en las que las exportaciones de bienes van desde 41% del PIB la primera y 57% en la segunda, a más de 350% del PIB en Hong Kong. Además de la importancia de la relación educación-crecimiento exportador, los países nombrados pertenecen a la APEC, grupo de naciones que a través del libre comercio y la promoción de inversiones procura el crecimiento comercial de sus 21 integrantes.

Un aspecto más: la distancia económica entre los países citados y los miembros del Mercosur tiene alta probabilidad de seguir en aumento.

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