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Más de dos años por delante para la recuperación a niveles precrisis

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Matías Hofman – Responsable de Estrategias de Inversión en Sura Uruguay

ENTREVISTA

Claramente estamos ante un nuevo ciclo expansivo de la economía global y no solamente un rebote post-covid

La confirmación de un traspié de la economía uruguaya durante el primer trimestre no influirá demasiado en las expectativas de los agentes económicos, dado que era previsible un comportamiento así, sostiene el economista Matías Hofman, responsable de estrategias de inversión en Sura Uruguay. El profesional entiende que las cifras del primer trimestre no determinarán tampoco cambios en las políticas diseñadas a nivel del Poder Ejecutivo ni en las proyecciones anuales. Según Hofman, el segundo semestre mostrará un fuerte repunte de la economía, siempre y cuando la situación sanitaria mantenga la tendencia actual. De todos modos, proyecta que la recuperación a niveles prepandemia llevará el bienio 2021-22 “y quizás un poco más”. El empleo, mientras tanto, será aún más difícil de recuperar a los niveles precrisis. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Qué conclusiones dejan los resultados de la economía uruguaya en el primer trimestre conocidos días atrás?

—Tuvimos un resultado en el primer trimestre que interrumpe la recuperación de la actividad económica, y si bien no es un dato extremadamente malo en las expectativas porque se esperaba un comportamiento así, tampoco permite cambios en materia de política monetaria y fiscal. Se mantendrá el fondo coronavirus y los impulsos fiscales para hacer frente a la coyuntura, por unos meses más, y lo mismo sucederá en términos monetarios, sin alterar la estrategia que se venía utilizando. Es necesario impulsar el PIB desde el punto de vista de la demanda, ya que todavía se mantiene rezagado el consumo de los hogares, y ese es un objetivo, hoy muy dañado por las consecuencias económicas y sociales de la pandemia; Tenemos un camino por recorrer todavía para poder comenzar a ver algunos cambios en las políticas del gobierno en lo monetario y fiscal.

—Las proyecciones oficiales para el resto del año no han sido modificadas…

—Es que el dato en sí del comportamiento del nivel de actividad no resultó demasiado sorprendente. Hay un punto positivo que se observa en el aumento de la formación bruta de capital y representa un acercamiento a la tasa de recuperación de la inversión. Y si bien las existencias cayeron un poco, la formación bruta de capital fijo también aumentó. Igualmente, no es suficiente como para pensar en modificaciones en el camino de las políticas públicas.

—En base a eso, ¿cómo se comportará la economía en el segundo semestre?

—La clara mejoría en materia sanitaria a partir del avance de la vacunación que estamos viendo en las últimas semanas, va a permitir reactivar la economía interna del país. Además, en la medida en que nuestros principales destinos de exportaciones también han comenzado a mostrar visibles mejoras en la economía, las ventas de bienes al exterior también muestran un desempeño muy bueno. A partir del segundo semestre vamos a ir sumando señales de una economía que retoma el crecimiento. Esta pandemia no va a terminar de un día para el otro, pero en la medida en que pueda haber cada vez mayor movilidad, tendremos señales firmes de una economía que se recupera. Esperemos que la aparición de nuevas cepas de coronavirus, no nos generen ningún paso atrás. De ser así, no hay dudas del impulso que tendremos en lo que queda del año. La región no nos ayuda mucho, porque la situación de los vecinos no es buena, pero China está teniendo un muy buen año y Estados Unidos ya recuperará este año lo perdido en 2020…

—¿Se trata de un nuevo ciclo expansivo a nivel global o podemos estar solamente ante un rebote post covid?

—Sin dudas que no es solo un rebote. La realidad es que el ímpetu de crecimiento post coronavirus está siendo fuerte, especialmente sustentado en los impulsos fiscales y monetarios que llevan adelante los bancos centrales de los países desarrollados. Si bien eso no es gratis, porque genera impulsos inflacionarios, déficit fiscal alto y endeudamiento —el mundo aumentó su deuda pública más de un 20% en el último año— el crecimiento está siendo lo bastante sólido como para no pensar que es solamente rebote. En la medida en que los bancos centrales dejen de fogonear sus economías seguramente el ritmo será menor, en línea con lo esperado para mediano y largo plazo: las economías desarrolladas con una expansión económica entre el 2 y el 3% anual, y algunas emergentes por encima de ello.

—¿En qué se debería sustentar el crecimiento esperado para este año?

—Este año vamos a crecer claramente por debajo de lo que cayó la economía en 2020; ya vimos la caída del primer trimestre y vamos a cerrar el semestre con cifras magras. El segundo semestre será diferente, en la medida en que las condiciones sanitarias sigan evolucionando de la forma que lo hacen ahora. Hay un conjunto de actividades que han estado paralizadas y a partir de ahora comienzan a reabrir; son servicios, especialmente, que generan empleo y dinamizan la economía. Entre ellos, hay uno en especial que puede hacernos dar un salto en la expansión económica y es el turismo, en la medida en que se abran las posibilidades al ingreso de visitantes.
Paralelamente, es de esperar que las buenas condiciones que hace tiempo muestra el país a la hora de captar inversiones se potencien con las condiciones de una economía ordenada. Hay varios proyectos de infraestructura en marcha y seguramente comenzarán a concretarse otros en la medida que nos alejemos del momento crítico de la crisis sanitaria.
Además, es de esperar que se mantengan precios atractivos de las commodities a nivel internacional, si bien China, nuestro principal comprador en varios rubros, tomó medidas para “enfriar” los precios, dado que le generaba dificultades internamente. Igualmente, son buenas condiciones para el sector exportador y en particular, la agroindustria.

—¿La recuperación de lo perdido en 2020, cuando se completará?

—Nos llevará un par de años y quizás un poco más para superar la contracción del año pasado y eso se verá en la persistencia de la situación social, que tuvo un fuerte retroceso en 2020 a causa de la crisis sanitaria y sus derivados. Es claro que el empleo llevará un tiempo importante en recuperarse, más allá de algún dato mensual que pueda ilusionarnos. Lo cierto es que será un proceso lento para el mercado de trabajo. Tengamos en cuenta incluso que hoy tenemos mucha gente fuera del mercado de trabajo que en la medida en que la economía comience a mostrar signos de recuperación se sumará a la población activa y eso factiblemente se refleje en un aumento en la tasa de desempleo. La referencia más importante es la tasa de empleo y precisamente, crear puestos de trabajo va a ser muy cuesta arriba. Es el principal problema que tenemos por delante en el país.

—El segundo semestre del año será período de negociaciones salariales, que comienzan en pocos días…

—Es cierto, y plantea una situación difícil; la pérdida de empleos ha llevado a que los hogares lo sufran a través de la caída de ingresos. En la última ronda de negociación colectiva la no indexación de los salarios fue importante ante una muy mala situación de muchas empresas en diversos sectores, pero a su vez la baja de la inflación determinó una menor pérdida de poder adquisitivo.
La ronda de consejo de salarios que se viene ahora es probable que se mueva bajo las mismas condiciones. Se espera que para 2022 se pueda comenzar a recuperar la pérdida de salarios para los sectores que puedan haber sufrido más en este período.

—La apreciación del dólar que se observó en el primer trimestre se ha debilitado; ¿cuánto puede influir eso en un sostenido repunte de las exportaciones?

—Uruguay se mantiene relativamente caro respecto de la región, a pesar que en el caso de Brasil, el real tuvo una apreció muy fuerte, en el entorno del 5% en el último mes y medio, pero acá seguimos más caros. De todos modos, no se espera que el peso uruguayo tenga una devaluación a un ritmo más fuerte que el que trae en la actualidad, lejos de la volatilidad de Argentina y la cotización que tiene el dólar en Brasil.

La idea es que el tipo de cambio se vaya acercando de a poco a la inflación, aún estamos por debajo, incluso con una apreciación de nuestra moneda en las últimas semanas arrastrada por ese comportamiento de Brasil del que hablábamos. No es de esperar a corto plazo un cambio brusco de esas condiciones del tipo de cambio.

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