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Patricia Wolf: "Pensar en una relación abierta no me asusta"

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La modelo, actriz y DJ Patricia Wolf. Foto: Leonardo Mainé.
Nota a Patricia Wolf, actriz y modelo uruguaya, en su domicilio de Montevideo, ND 20191028, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

EL PERSONAJE

Modelo, comunicadora, actriz, rematadora y DJ: a los 48 años puede decir que se probó en todas las canchas. Habla sin pelos en la lengua de su vida, su trabajo y su sexualidad.

Compraba revistas que nunca leía y solo reparaba en los avisos publicitarios. Le prestaba atención al diseño, diagramación, imagen y caligrafía. Idolatraba a Linda Evangelista y se maravillaba con sus maquillajes, peinados y looks. Recortaba las publicidades y armaba collages mientras miraba los desfiles que transmitía Canal 12 anhelando poder ser ella, algún día, la que recorriera esas pasarelas o protagonizara esas portadas.

Patricia Wolf tenía fascinación con el mundo del modelaje y se coló en el ambiente por la puerta chica cuando tenía 15 años. Esa adolescente que dio sus primeros pasos como azafata en eventos y repartiendo folletos por la calle Gorlero vivió una crisis de belleza en sus inicios. Estaba lejos de sentirse la más linda de su entorno: “Mis amigas tenían curvas y yo era una tabla, encima con granitos y aparatos”, recuerda. En esa época no existía la magia del Photoshop, no había forma de retocar y, según dice, “era traumático”.

La historia viró hacia sus 18 o 19 años, cuando se liberó del acné -los aparatos habían quedado atrás un poco antes-: “Empecé a sentirme mejor conmigo, a amigarme con mi cuerpo y mi imagen. Llevó un tiempo. La gente se piensa que porque salís bien en las fotos siempre estás linda y uno tiene sus días, a veces te ves horrible”, se sincera.

La vimos espléndida como investigadora de La Máscara (Canal 12) y radiante en el viaje que hizo semanas atrás por España, junto a Nacho Conti, su nueva pareja. Dice que le encanta lucir ropa sexy y mostrar su físico, aunque no tiene problema en reconocer que a sus 48 años y entrando en la menopausia, por momentos, siente que su cuerpo ya no es el mismo: “Cuesta aceptar esos procesos cuando vivís toda la vida del físico”, confiesa.

Diversa

Patricia Wolf junto a Nacho Conti de vacaciones en España. Foto: redes sociales.
Patricia Wolf junto a su novio Nacho Conti de vacaciones en España. Foto: redes sociales.

Patricia es verborrágica. Habla rápido, sin casete y con la sonrisa dibujada en el rostro, sin perder la comicidad que la caracteriza. Es que, a diferencia de la imagen que daba apenas arrancó en televisión, en el mano a mano es simpática, dicharachera y simple.

En Mundo Cruel (Canal 10) se creó un personaje de villana porque no tuvo alternativa: era ser mala o naif, y la opción dos no le cuadraba. “En esa época (la tele) era mega machista. Rufo Martínez era periodista, Diego González era el chico de barrio, y yo, que venía del modelaje, era clavado que iba a ser la tonta con el perfil de programa y en esa época”, manifiesta.

Su interpretación fue tan creíble -reconoce que hacer de mala le sale muy bien- que a mucha gente le cuesta hasta hoy verla con otros ojos. Si bien hace un tiempo viene quitándose ese mote de encima, aún le pasa que después de conocerla y tratarla le lanzan: ‘Pensé que eras de otra manera, me dabas más creída’.

Patricia es fresca, frontal y espontánea. Cuando en mayo de 2017 gritó a los cuatro vientos que se había enamorado de una mujer -Agustina Zuasnabar, con quien se casó en 2018- todas las miradas se posaron en ella. “Estábamos muy embaladas y dije: ‘Tengo dos caminos: hacer mi vida naturalmente o tapar esto, pero no voy a tapar nada porque no le estoy haciendo mal a nadie’”, asegura. Y tras hacerlo público recibió respuestas de todo tipo. Le escribió mucha gente agradeciéndole por visibilizar la homosexualidad o bisexualidad -porque hasta ese momento ella solo había estado en pareja con hombres-. “Me llegaron mensajes de personas que me decían: ‘Gracias porque mi mamá, que te admiraba, ahora acepta que pueda tener una pareja de mi mismo sexo’, por ejemplo. Sin querer di una mano y me pareció espectacular”, dice.

También hubo detractores que le comentaban que lo había hecho para llamar la atención, tener prensa o conseguir trabajo. “Me pasa hoy que en redes me escriben: ‘¿No estaba con una mujer?’ ‘Ay, le duran poco’. Como si hubiera estado tres días con Agustina, cuando en realidad estuvimos cuatro años. O te comentan: ‘Esta no sabe lo que quiere’.Piensan que ser bisexual es ser indeciso. No entienden que podés perfectamente saber lo qué querés y que te gusten los hombres y las mujeres”, se explaya.

Patricia asegura estar en “proceso de deconstrucción” y adaptando su cabeza a nuevas formas de concebir una realidad cada vez más amigable con el otro. Se define como bisexual, se reconoce diversa y dice estar orgullosa de quien es.

Habla públicamente de su sexualidad con absoluta libertad y sin rebusques. Cree que deberíamos madurar en ese sentido y que deje de ser un tema tabú.

-Estás en pareja hace algunos meses, ¿te va el poliamor?
-Sí, me re va. Cada vez menos una pareja es alguien de tu propiedad. Pensar en una relación abierta no me asusta ni me plantea una problemática. Hoy no tengo la pareja abierta, pero lo hemos hablado y los dos pensamos igual. En la vida te pasan cosas y a veces te podés contener de no caer en esa tentación, pero ¿por qué? O podés no reprimirte y decir ‘a ver qué me pasa’. En mi mundo y en la relación como la planteo, me parece que ese tipo de situaciones pueden funcionar. Pero todo es consensuado con la pareja y además vamos probando porque hay cosas que no sabemos. Ahora me hago la re abierta pero el día de mañana me puede pasar que algo me duela. Son cosas nuevas que estamos viviendo como sociedad. Está buena esa deconstrucción también en la pareja de poner nuevos nombres a las cosas. Por ahí la fidelidad es fidelidad pero con uno: ser fiel a lo que uno siente. Hoy trato de buscar más honestidad: contarte todo con tu pareja y que la otra persona sepa que vos no le pertenecés.

DJ WOLF

Entre consolas y sets

Patricia es cómica por naturaleza y fanática de la música. De niña imitaba a Michael Jackson, aunque nunca le salió la caminata lunar. Montaba shows en su casa, aunque el canto no es su fuerte. Su padre quería que tocara el oboe así que le compró uno y la mandó a clases. Si bien abandonó rápido, el bichito de la música siempre estuvo latente. Es su pasión y hace ocho años que despunta el vicio siendo DJ en eventos. “Pasar música es una de las cosas que más me gusta hacer hoy. Me da muchas satisfacciones”, asegura. Su irrupción en el ambiente fue inesperada y tímida. Lo primero que hizo fue musicalizar fiestas en casas de amigos o conocidos, luego vino la invitación de Ronda de mujeres y ahí tuvo la chance de probarse con el público. Hasta que un día la sorprendió una propuesta. “Me llamaron y me dijeron ‘quiero que toques en mi boliche’. ‘No soy DJ’, contesté. No les importó, como era conocida quisieron que tocara igual. Acepté y pasé un presupuesto para que me dijeran que no, porque sentía que me faltaba pila para tocar profesional. Me dijeron que sí y partir de ahí tomé clases, me fui profesionalizando y aprendiendo”, cuenta. Se sostuvo y hoy está consolidada en el circuito de DJs.

De aquí y allá

Cruzó el charco en 1996 decidida a probar suerte en Buenos Aires y logró hacerse un lugar. Entre los trabajo que más sobresalieron de esa estadía figura haber grabado el clip de Flaca, que resulto ser su tema preferido de Andrés Calamaro. Si bien su participación ganó más notoriedad cuando reveló que nunca había cobrado el cachet, hoy es apenas una anécdota: “Cuando me llamaron, no sabía qué canción iba a grabar pero que me tocara hacer el video del hit de Calamaro fue divino. No me quejo. Lo volvería a hacer aunque no me pagaran de nuevo”, asegura entre risas.

Luego, participó del casting para el último Jugate Conmigo -que nunca llegó a emitirse- y quedó seleccionada junto a otros nueve jóvenes, entre los que estaban Tomás Yankelevich y el actor y músico Juan Ponce de León, ex Verano del 98, con quien mantiene contacto. “Pasamos seis meses preparando ese piloto con Cris Morena. Teníamos clases de canto, baile y actuación. Fue re completo pero al final no se hizo”, cuenta.

Cris, incluso, la convocó para que actuara en Verano del 98 y hubiera sido su chance para meterse en la escena mediática argentina pero coincidió que estaba embarazada de Dani, su único hijo, y tuvo que rechazar la oferta.

Eso de que el tren pasa una sola vez en la vida no se aplicó a Patricia. Luego aparecieron otras propuestas en la vecina orilla -Ángel de Brito, ex compañero de Verano Perfecto, le tiró varios lances para que se fuera a trabajar allá- pero, según comenta, después de que nació su hijo Dani su vida se orientó a él: “Recién ahora que está grande y tiene su vida puedo soltar y decir ‘me voy tranquila’”.

La historia en Uruguay no le rodó nada mal. Tuvo y tiene lugar en la pantalla, actuó en teatro, hace campañas de modelaje y desde hace ocho años también pasa música en boliches.

Muchos le comentan que la ven en su mejor momento y aunque a veces sienta que su cuerpo no es el de antes o haya cosas que le cuesten más, está súper vigente, actualizada y en la cresta de la ola.

“No pienso ‘bueno acá termino mi carrera de modelo’, porque todavía me siguen llamando para hacer castings más de mamá y el día de mañana me van a llamar para hacer castings de abuela y los haré. Tengo muchos recursos porque hice de todo y me preparé de mil maneras: soy DJ, maquilladora, rematadora, estudié fotografía. Tengo una buena capacidad para reinventarme”, cierra.

Sus cosas

Su sueño trunco: Quiso ser bailarina profesional pero el anhelo duró un suspiro. Su madre accedió a llevarla a un concurso en la Escuela Nacional de Danza a los 9 años, quedó seleccionada, pero abandonó a los seis meses: “Me empecé a atrasar en la escuela y quise dejar”, dice. Le iba horrible porque siempre estaba en la luna.

Su gran amor: Su hijo Dani Puigcumplió 24 años, la edad que ella tenía cuando él nació, y son muy compinches. Cuando Patricia hizo pública su relación con una mujer muchos le comentaban en redes ‘pobre hijo’ y él escribió un posteo donde decía estar orgulloso de su mamá: “Salió a la esfera pública por decisión propia y me encantó”, comenta.

Su presente:
 El rol como investigadora de La Máscara le sentó muy bien. El programa de La Tele fue de los proyectos televisivos con mayor repercusión que le tocó en suerte. “Me gustó mucho que fuera para la familia y que no tirara mala onda a nadie. Fue una sorpresa el éxito arrollador desde el vamos: la gente hacía chilenas en Twitter”, indica.

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