La fundación llevó a 28 niños entre 2017 y 2019 a la tierra de Mickey y quiere volver a cumplir ese anhelo a otros diez. Para concretar el viaje necesitan U$S 25.000 y llevan recaudados U$S 15.000.
Si pido que levante la mano todo aquel que se imaginó estar en el maravilloso mundo de Disney en algún momento de su niñez es probable que nadie pueda zafar de la consigna. Todo pequeño quiso subirse a las gigantes montañas rusas y juegos de esos impresionantes parques o cruzarse con los ratones Mickey y Minnie, el perro Pluto, el pato Donald y la pata Daisy entre verdes caminitos y castillos de ensueño, o pedirle una foto al sinfín de personajes entrañables que trascendieron épocas y marcaron la infancia de todas las generaciones desde que Walt Disney empezó a idear sus clásicos cuentos e historias.
Me animo a arriesgar que ningún niño o niña escapa a esta media. Por eso ir a Disney es una aventura hermosa para todos ellos, pero si al anhelo de querer meterse en ese mundo mágico de fantasía y diversión que muestran las películas se agrega el plus de que para ese niño el viaje cae del cielo, sin que lo espere, y después de haber atravesado una situación dura y difícil, como haber superado el cáncer, el corazón se ensancha y la felicidad se multiplica por mil. Es tan inesperado que les cuesta caer cuando sus padres les comunican la buena nueva que reciben de la fundación Pérez Scremini, encargada de elegir a los afortunados que viajarán con todo pago.
Este año son los niños que se subirán por primera vez a un avión rumbo al destino de sus sueños el próximo 7 de octubre. El sueño se hará realidad gracias la fundación Unidos por un sueño, que en su cuarta edición desembolsará U$S 25.000 para cubrir todos los costos -pasajes, estadías, entradas a los parques, comidas, paseos y transportes-.
Hasta el momento llevan recaudados U$S 15.000, a través de alcancías solidarias que se colocan en eventos, shows y actividades que realiza la comunidad de uruguayos en EE.UU., así como rifas y distintas donaciones.
Los lectores interesados en colaborar para que este sueño se haga realidad pueden hacerlo con un clic: tienen la opción de donar online a través de la página web www.unidosporunsueno.com.
El requisito para viajar es “tener entre 12 y 15 años, haber pasado un año sin presencia de la enfermedad y no contar con los medios para ir a EE.UU.”, apunta María Imbert, coordinadora de la fundación Pérez Scremini. Para la selección, cuenta, se arma una lista y se analizan los casos uno a uno.
Con motivo de un nuevo Día del Niño, Revista Domingo los invita a conocer la emotiva historia de cuatro niños -dos que viajaron y otro que lo hará en octubre- para descubrir de primera mano el camino hacia esta hermosa e inolvidable experiencia de vida.
Shock

Agustina Liencres (16) es fanática de las películas de Disney y siempre que se cruzaba con fotos y videos de los parques decía: ‘Cuando crezca voy a ir con mi mamá y mi hermano’. Era un plan más utópico que real, por eso cuando Analía, su madre, le preguntó aquella tarde de 2018, grabación mediante, si recordaba a esos niños que el año anterior habían viajado a Disney con la fundación y le reveló que ella iba a ser una de ellos, ni se inmutó. Tardó varios minutos en caer. ‘¿En serio? ¿A mí? Mentira’ eran las únicas palabras que salían de su boca, mientras miraba incrédula a su mamá con los ojos brillantes y la sonrisa dibujada, rogándole que dejara de filmarla. Pero Analía quería guardar ese registro. “Nunca pensé que podía llegar a ir tan joven. No me lo esperaba. Era algo muy grande para mí, la felicidad me salía hasta por las orejas”, recuerda Agustina con la ilusión intacta cuatro años después.
Esa fue la primera vez que se tomó un ómnibus interdepartamental rumbo a Colonia, un barco que la llevó a Buenos Aires y un avión hasta la tierra del Tío Sam. “El viaje superó todas mis expectativas, volvería, lo recontra recomiendo”, dice a Revista Domingo.
Agustina quedó fascinada con los personajes que deambulaban por los parques: “Era como estar en una película literal”, se maravilla. La imagen de los fuegos artificiales en el castillo del Magic Kingdom quedó grabada a fuego en su memoria: “Me acuerdo que en ese momento me puse a llorar y no fui la única”, revela.
Inolvidable

El viaje en avión es largo pero Agustín Corbo (18) dice que no hay manera de aburrirse. Él quedó hipnotizado por las nubes y la vista e impresionado por la sensación que genera el despegue y el aterrizaje. La ida a Disney significó para el muchacho oriundo de Lascano (Rocha), además, su debut en un hotel y según cuenta, en ese gran espacio con living, cocina, cuarto y jacuzzi podían vivir personas. “Fue una experiencia inolvidable”, resume.
Agustín solía mirar videos del destino en YouTube pero, una vez allá, todas las imágenes que se había hecho en su cabeza quedaron patas para arriba: “Creía que EE.UU. era como Montevideo un poco más grande, pero llegás y se te da vuelta todo. Muchas cosas nuevas que uno ve y no puede creer. Por ejemplo, allá es normal comer hamburguesa todos los días y no es común el mate, toman mucho café”, ejemplifica.
Lo que más disfrutó de esta linda travesía fue compartir e intercambiar sobre asuntos culturales con niños de otros países, como Venezuela y Bolivia, y sobre todo los paseos por los parques. “Lo que más me gustó fueron las montañas rusas y los juegos. Me subí a todo lo que pude y fue una experiencia increíble que no vivís todos los días. Las montañas rusas son el doble más grandes que las del Parque Rodó. Solo con mirarlas quedás impresionado”, compara.
El viaje superó todas las expectativas de Agustín y dice que fue un hermoso regalo después de todo lo que vivió -le diagnosticaron leucemia a los cuatro años y pasó otros cinco en tratamiento-.
“A todo el que pueda ir le diría que vaya porque no te vas a olvidar nunca del viaje y vas a pasar muy bien”, aconseja.
Fundación

La agrupación Uruguayos Unidos en Miami empezó con esta iniciativa cinco años atrás -llevaron a 28 niños a conocer Disney entre 2017 y 2019- a través de la Fundación Internacional Amigos del Niño con Cáncer. Pero cuando la institución venezolana les notificó, en 2019, que dejarían de realizar la acción benéfica dada la compleja situación de su país, les cayó como un balde de agua fría.
“¿Ahora qué hacemos?, dijimos. La colectividad de uruguayos en EE.UU. se unió y trabajó mucho; entonces decidimos seguir adelante y abrir la fundación con nuestro lema, Unidos por un sueño”, cuenta Susana Peluffo, actual presidenta. Unidos por un sueño fue aceptada este año por el gobierno de EE.UU. y de ahora en más, el plan es traer cada vez más niños de Uruguay para luego ampliar el proyecto a otros países.
“Tenemos peticiones de oncológicos en Argentina y Bolivia pero primero tenemos que fortalecernos como fundación”, señala Peluffo.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay declaró a Unidos por un sueño de “interés ministerial” desde el día uno y expide sin costo los pasaportes de los niños. A su vez, la Pérez Scremini se hace cargo de las visas.
El 28 de agosto tendrá lugar la fiesta de la Independencia en C.B Smith Park -ubicado en el condado de Broward, a 15 minutos de Miami- con parrilla, tambores, tango, música en vivo y lectura de la borra del café a cargo de Laura Keoroglian, también voluntaria de la fundación. “Pensamos ahí tener la suerte de recaudar el dinero que nos falta -unos US$ 10.000- a través de las alcancías solidarias, pero vamos muy bien porque la colectividad se ha portado increíble”, opina Peluffo.
Todo se hace a pulmón con miras a que los chicos pasen diez días inolvidables. El itinerario mutó respecto a ediciones anteriores: harán cuatro parques en vez de cinco porque era “agotador”, según Peluffo. En cambio, se agregó un city tour por Miami para que conozcan la ciudad y sus playas.
A cada niño lo espera un padrino o madrina en Miami para compartir un almuerzo de bienvenida y hacer entrega de regalos: equipo deportivo, shorts, camisetas de recuerdo de los lugares que visiten, championes y entrada a uno o más parques.
Charly Sosa: un padrino comprometido
Charly Sosa conoció “Unidos por un sueño” apenas se radicó en Miami, en 2019, y desde entonces colabora con difusión y shows a beneficio de esta fundación que lleva niños recuperados de cáncer a conocer Disney. Hace un año lo nombraron padrino y su compromiso creció: “Me llena de energía colaborar con esta causa”, dice. El músico aprovechó que vino a Uruguay a hacer presentaciones y recolectó camisetas para subastar en el evento solidario del próximo 28 de agosto en EE.UU.: “Conseguí la de Progreso, Defensor y Nacional firmada por todo el plantel, Luis Suárez incluido”, cuenta. Y agrega que en la última actividad que se hizo para juntar fondos, la mayor cantidad de dinero se obtuvo de un señor que pujó por la remera de Peñarol desde Canadá y al final también compró la de Nacional.
“Se recaudaron más de mil dólares y fue una explosión de alegría porque cada dólar suma para llegar a la meta”, señala. El plan de la fundación es ambicioso: “Queremos llevar más niños de Uruguay y ojalá a futuro podamos ampliar a otros países del continente. Sería la frutilla de la torta”, confirma el cantante del hit Mayonesa.
Expectativa

Conocer Disney era algo impensado e imposible de aspirar para Agustín de Souza (14): “Podés soñar con ir a Brasil, porque está más cerca; Disney está en EE.UU., necesitás plata. No pensaba que me iba a pasar y menos de esta manera”, cuenta en diálogo con Revista Domingo.
La sorpresa fue tal para la familia que Paola, mamá de Agustín, no pudo contener la ansiedad y le contó la hermosa noticia mientras él estaba en el baño. “Al principio no caía, no asimilaba, pero después sentí una gran emoción”, recuerda Agustín.
El 7 de octubre se subirá por primera vez a un avión y aunque sufre de vértigo, sabe que no sentirá miedo: “El avión es el transporte más seguro del mundo”, dice confiado.
Sus amigos tampoco le creyeron cuando les contó que se iba: ‘¿Cómo vas a ir a Disney con todo pago?’, le decían. Lo cierto es que Agustín está súper entusiasmado por conocer Universal Studios y descubrir el mágico mundo de Harry Potter. Es consciente de que la experiencia es única y le sacará todo el jugo que pueda.
“Es una oportunidad que no se me va a volver a presentar en la vida. Son 10 días que voy a tener que disfrutar al máximo porque dudo que en algún otro momento vuelva a un lugar con ese porte, porque es Disney, no voy al Parque Rodó, voy a Disney”, repite con emoción y sorpresa.
Agustín Duarte: "Nunca me imaginé que me podía pasar"
Cuando a Robert Duarte le sonó el teléfono en medio su jornada laboral jamás imaginó que sería para darle una noticia tan alegre. Lo llamaban de la Pérez Scremini para decirle que había una alta probabilidad de que Agustín, su hijo de 15 años, fuera elegido para viajar a Disney con todo pago en octubre. “Pensé que me estaban tomando el pelo porque no te esperás una noticia de esas en un día cualquiera de trabajo”, cuenta. La confirmación tardó una hora más en llegar pero él sintió que pasó un día entero. No aguantó la ansiedad y se lo comunicó a sus padres por teléfono.
Al llegar a casa se lo contó a Agustín con broma mediante, aunque fue tal la emoción que ninguno recuerda las palabras exactas: le dijo algo así como que iba a tener que empezar a trabajar con él. Al enterarse fue pura emoción: “Me puse re contento porque es una experiencia única. Me dijeron que es muy lindo y es un sueño. Nunca me imaginé que me podía llegar a pasar”, dice Agustín, que se recuperó en 2014 de un linfoma no Hodgkin. “Haber terminado con el tratamiento y de la forma que te tratan en la fundación estaba más que regalado, no era necesario tanto”, menciona agradecido su papá.
Devolución de amor

Los niños y sus familias coinciden en que la fundación Pérez Scremini es un hogar donde reina la contención, el apoyo y el sostén en todas sus variantes durante el momento más difícil de sus vidas.
“Hay una unión tan grande dentro de la fundación que te hacen sentir como en tu casa. No es un hospital, no es una clínica, es como un hogar. Desde la auxiliar de servicio hasta Ney Castillo (oncólogo y director de la fundación Pérez Scremini) te saludan como si te conocieran de toda la vida”, afirma Robert, papá de Agustín Duarte, que se recuperó de un linfoma no Hodgkin en 2014.
Paola, mamá de Agustín de Souza, valora mucho la contención y apuntalamiento que recibió: “Los papás no sabemos para dónde vamos a agarrar cuando nos encontramos con un diagnóstico así y ellos te guían y acompañan desde el momento cero. Si bien no nos pueden quitar la realidad, nos alivian un montón”, destaca.
Su hijo Agustín se curó de un linfoma de Burkitt hace cuatro años y estará eternamente agradecido a la fundación: “Me han cuidado y ayudado una banda. Sé que entre los padres y madres también se apoyaban un montón”, dice.
Agustín Corbo también encontró en la Pérez Scremini una familia y hoy, a sus 18 años, quiere devolver todo ese cariño que recibió colaborando con otros niños en igual situación.
“Me gustaría poder aportar mi granito de arena y ayudar siendo voluntario como ellos me ayudaron a mí. Me gusta mucho la música, estoy por anotarme a clases de guitarra y podría ir a cantar con los niños, o llevarles juguetes en un Día del Niño. A mí todo eso me hizo muy bien porque en ningún momento te sentís solo, siempre estás acompañado”, cuenta.
El joven de Lascano no es el único al que transitar la enfermedad en ese marco de protección y cariño le cambió la cabeza y lo hizo conectar con su costado más solidario y humano. Agustina Liencres, a quien diagnosticaron con leucemia a los ocho años y hoy tiene el alta completa, también confirma que en la fundación te brindan todo y su experiencia con los voluntarios en un momento crítico le contagió las ganas de dar una mano.
“Decir que estoy agradecida es poco. Hay gente a la que podría considerar mi familia. Está en mis pensamientos ser voluntaria porque es re lindo poder sacar una sonrisa a un niño en esa situación”, reflexiona Agustina.