Toqué fondo, ¿qué hago para salir adelante? Consejos de expertos para personas con obesidad

Para muchos, tocar fondo puede sentirse como la peor situación de vida; sin embargo, puede ser un gran impulso para tomar mejores decisiones.

Compartir esta noticia
Obesidad
Mujer con obesidad sentada en su habitación.
Foto: Freepik.

Estoy en 140 kilos, toqué fondo, necesito ayuda, no puedo salir. El ultramaratonista extremo Aníbal Lavandeira leyó este mensaje en su cuenta de Instagram y, acto seguido, compartió un video en el que hacía alusión al tema. “En 24 horas recibí 400 mensajes de gente que decía yo también toqué fondo, no puedo más, estoy en 110, en 120, en 150”, contó el deportista. ¿Qué pasa cuando uno toca fondo? ¿Cuál es la clave para salir adelante?

La Organización Mundial de la Salud define la obesidad y el sobrepeso como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Ambas condiciones son factores de riesgo para enfermedades crónicas como cardiopatías coronarias, accidentes cerebrovasculares, diabetes, artrosis y cáncer. Además, según la Asociación Estadounidense de Psicología, la obesidad suele estar vinculada a la depresión y una puede ocasionar e influir sobre la otra.

“La obesidad se asocia con alrededor de 300 patologías”, sostuvo Patricia Barboza, vicepresidenta de Alco Uruguay, fundación que brinda apoyo a personas con sobrepeso, obesidad y conductas compulsivas con la comida. Y continuó: “Tenemos barreras en todos lados: para viajar en ómnibus, para estar en un hospital, para comprar ropa. No podemos adaptarnos al mundo de hoy, porque el mundo no ofrece nada para nosotros”.

En este contexto, “es habitual que las personas con obesidad toquen fondo” o, en palabras de Lavandeira, que lleguen al punto de “estar hartos”. Así lo explica el deportista, que también es entrenador y conferencista: cuando la persona toca fondo significa que “no soporta más verse así, estar mal, que la ropa le quede mal. Está harto de no poder caminar bien, de que la gente opine de su cuerpo y de lo que come, de entrar a un restaurante y que lo miren. Está harto de estar harto”.

El camino hacia abajo.

Para Lavandeira, en este contexto, tocar fondo es lo mejor que a uno le puede pasar. “Ahí es cuando la persona abre la boca, abre su corazón, y busca ayuda”, afirmó. Y añadió: “Ese llamado de auxilio es un buen síntoma. El fondo del tarro no es duro, es de goma, ahí es cuando uno rebota y empieza a subir”.

La psicóloga Julia Alderette, integrante de Aluba Uruguay –Asociación de lucha contra los trastornos alimenticios– señaló que “hay quienes no llegan a tocar fondo y pueden pedir ayuda, pero muchas veces la persona necesita llegar a ese punto donde el sufrimiento es insostenible para recurrir a alguien”.

Ese tocar fondo suele venir acompañado de cuadros depresivos, rechazo al propio cuerpo y/o situaciones de discriminación por parte del entorno, indicó la psicóloga. “La persona no se siente aceptada o bien con su cuerpo y empieza a aislarse y perder la parte vincular, lo que genera angustia y ansiedad”, expuso. En este sentido, sostuvo que “somos parte de una sociedad que hace culto a la delgadez y los cuerpos hegemónicos, y eso genera miedo o rechazo hacia las personas que tienen un cuerpo distinto, lo que se conoce como gordofobia”. Y agregó: “Las personas con sobrepeso y obesidad lo padecen, desde la parte vincular y laboral e incluso a la hora de comprarse ropa, ir a una tienda y no encontrar su talla”.

En la misma línea, Barboza subrayó que “hay personas que no salen a la calle y evitan cumpleaños y encuentros con familia y amigos porque les da vergüenza”. De hecho, gran parte de las personas con sobrepeso y obesidad cargan con historias de abuso –indicó la integrante de Alco– y eso hace que vivan con “muchísimo miedo, encerradas en su mundo”.

A su vez, Barboza mencionó: “Está ese prejuicio del ‘gordo’ que no se cuida, que no se quiere, que se conforma con lo que tiene y no quiere avanzar, pero lo cierto es que la obesidad es una enfermedad crónica. La persona que adelgaza, si no sigue el tratamiento recuperará los kilos que bajó y aumentará más todavía”.

El camino hacia arriba.

“El día que uno se da cuenta que tocó fondo y pide ayuda, el día que uno dijo no puedo pesar más de 80, 90 o 140 kilos; ese, es el primer día de sus mejores días”, afirmó Lavandeira. De hecho, cuando uno asume que tocó fondo, ya no está en el fondo, sino en el primer escalón hacia la superficie. De ahí en más, es cuestión de accionar: “Cuando tenés 30, 40 o 50 kilos de más, la solución al problema está en vos, es decir, el 50% del problema está solucionado, porque no dependés de las decisiones de otros”.

No solo eso: “Todo lo que tenés que hacer es difícil, pero nada es tan difícil como aguantar la situación que estás viviendo. Lo peor ya pasó”, afirmó el ultramaratonista.

Según Alderette, para salir adelante es importante integrar la parte nutricional y la afectiva. “Muchas veces, el sobrepeso y la obesidad están ligados a un manejo inadecuado de las emociones, donde se canalizan angustias, ansiedades y miedos a través del comer, como una anestesia frente a determinadas situaciones”, señaló. El primer paso –dijo– es identificar qué es lo que uno está tapando con la comida, contactar con el sentir e incorporar herramientas para gestionar las emociones de manera sana.

Al mismo tiempo, el cambio de hábitos es clave. En Alco no trabajan con dietas que tienen principio y fin, sino que proponen un cambio de alimentación de por vida, indicó Barboza. Cuentan con 37 grupos en todo el país y cada uno trabaja con literatura de Fundación Alco y talleres de salud, alimentación y motivación. Funcionan con un bono semanal de $ 90 –aumenta de forma anual a la par del Índice de Precios del Consumo (IPC)– y también tienen “bonos beca” para cuando alguien concurre al grupo y no puede pagar el aporte de ese día.

También es fundamental el tema del movimiento. Lavandeira expresó: “No tiene que ser el próximo lunes. Hoy mismo uno puede empezar a caminar aunque sean 15 minutos, dar la vuelta manzana, bajar las cantidades de las porciones”. La actitud positiva lo es todo, y la gratitud es una gran aliada en ese camino: “Hay que agradecer cada vez que uno se levanta; agradecer que tiene la solución en su poder, que todavía está a tiempo, que puede cambiar su vida”.

Ejercicio
Personas realizando ejercicio al aire libre.
Foto: Freepik.

Otro aspecto a considerar es que “los procesos nunca son lineales”, aseguró Alderette, y explicó: “Hay subidas y bajadas; eso es lo que hace a un proceso real y sostenible en el tiempo. Muchas veces la persona llega a la consulta queriendo mejorar ya, pero modificar estructuras que vienen desde hace años, lleva su tiempo”. En Aluba brindan contención tanto para el paciente como para su entorno.

Lavandeira resaltó: “El proceso puede llevar uno, dos, cinco años, es cierto, pero uno no puede olvidar que tampoco llegó a donde está ahora de un día para el otro”. Y concluyó: “Nuestro cuerpo es nuestro mayor tesoro. Podemos ser personas buenísimas e inteligentísimas, pero es difícil dar algo de nosotros a los demás si no tenemos un cuerpo saludable”.

La influencia del entorno en los tratamientos para bajar de peso.

Cuando una persona con sobrepeso u obesidad toca fondo, no siempre tiene un entorno que acompaña. Sin embargo, en caso de que sí, es importante que éste sea un motor, y no un ancla. “La mejor forma de apoyar es alentando al ritmo de la persona que hace el tratamiento”, sostuvo Alderette, y añadió: “Muchas veces, el entorno quiere ver el resultado ya y traslada esa ansiedad a la persona. Eso afecta mucho el proceso y no permite validar los pequeños pasos”.

Otro modo de ayudar es evitando los comentarios sobre el cuerpo del otro. “Que le digan ‘gordo’ a una persona puede hacer que no quiera comer o que se de un gran atracón, que se sienta mal consigo mismo, e incluso que tenga conductas autodestructivas”, subrayó la psicóloga. También es importante cuidar lo que uno dice respecto a lo que el otro come o deja de comer. Por ejemplo, Barboza mencionó: “Cuando uno empieza un plan de alimentación, a veces está en un cumpleaños y dice no, gracias, no voy a comer, y hay gente que lo respeta y gente que insiste”.

Por su parte, Lavandeira afirmó que el entorno puede ser una gran fuente de motivación: “Nadie ama más que una madre o un padre a un hijo, pero un hijo no quiere padres enfermos, que no lo puedan alzar y se sientan mal. Uno piensa que le hace bien al hijo dejándose estar para cuidarlo, pero el niño quiere padres sanos y vivos hasta que él tenga 150 años”.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

vida sanaobesidadbajar de peso

Te puede interesar