Redacción El País
El "pene enterrado" o "pene escondido" es una patología poco conocida pero más frecuente de lo que se cree: afecta hasta a un 10 % de los hombres, según estudios publicados en The Journal of Urology. Se trata de una condición en la que el órgano queda oculto bajo la piel o la grasa del pubis, aunque su estructura interna permanezca intacta.
De acuerdo con el urólogo François Peinado, este problema puede ocasionar serias dificultades físicas y emocionales.
“Genera una imagen genital muy alterada, con problemas para orinar, dolor durante las relaciones sexuales e incluso imposibilidad de mantener una erección visible”, explicó.
Las causas pueden ser variadas. Algunos hombres nacen con anomalías en los ligamentos o tejidos que sujetan el pene al cuerpo, lo que facilita que quede oculto. Sin embargo, la obesidad es el factor más habitual, ya que el exceso de grasa abdominal y genital puede cubrirlo por completo. Otras posibles causas incluyen el linfedema genital —una acumulación de líquido que provoca inflamación— y enfermedades crónicas de la piel como la hidradenitis supurativa.
Los síntomas suelen ir más allá de la apariencia. Entre ellos se encuentran dolor en la penetración, erecciones y eyaculaciones dolorosas, goteo de orina, infecciones urinarias recurrentes y complicaciones de higiene que afectan la piel del pene. Todo esto repercute en la salud emocional, favoreciendo cuadros de ansiedad, depresión y baja autoestima.
A pesar de ello, muchos hombres retrasan la consulta médica por vergüenza, lo que agrava las consecuencias. “Son pacientes que suelen aislarse y evitar las relaciones íntimas. Muchos no saben que existe tratamiento. Difundir esta condición es fundamental para que reciban ayuda”, señaló Peinado.
Los especialistas insisten en que el pene enterrado tiene solución y que los tratamientos, que varían según la causa, mejoran notablemente la calidad de vida. Consultar al urólogo es el primer paso para recuperar tanto la funcionalidad como la confianza personal.