Redacción El País
Rhonda Patrick, doctora en Ciencias Biomédicas radicada en San Diego y especialista en envejecimiento saludable, viene advirtiendo sobre un déficit silencioso que afecta a buena parte de la población: la falta de magnesio. Según sus investigaciones, alrededor del 40% de los estadounidenses no llega a cubrir la dosis mínima recomendada de este mineral, indispensable para el buen funcionamiento del organismo.
Un déficit que no da la cara de inmediato
El magnesio es vital para procesos celulares como la producción de energía (ATP), la activación de la vitamina D y la reparación del ADN. Su carencia no genera síntomas inmediatos, pero sí un daño progresivo y silencioso que, con los años, puede favorecer la aparición de enfermedades crónicas, entre ellas trastornos metabólicos, problemas neurodegenerativos o incluso ciertos tipos de cáncer.
Patrick explica que este déficit está directamente asociado a la forma de alimentarse en la actualidad. La dieta occidental típica, basada en ultraprocesados y comidas rápidas, desplaza a los vegetales de hoja verde, principales portadores de magnesio y de otros nutrientes claves para el organismo.
De la clorofila al plato
El mineral se encuentra en el corazón de la clorofila, lo que convierte a las verduras de hojas verdes oscuras –como espinaca, acelga y kale– en las fuentes más ricas y naturales. Sin embargo, no son las únicas: también aportan magnesio las legumbres (garbanzos, lentejas, porotos), los frutos secos y semillas (almendras, semillas de calabaza o chía) y los granos integrales (avena, arroz integral, trigo entero).
La especialista subraya que los alimentos ricos en fibra suelen ser también buenas fuentes de magnesio. Por eso, una dieta variada, con predominio de vegetales frescos, es la estrategia más efectiva para alcanzar los niveles adecuados.
Cuánto magnesio necesitamos
Las recomendaciones diarias varían según edad, sexo y etapa de la vida. En los hombres adultos se sitúan entre 400 y 420 miligramos, mientras que en las mujeres rondan los 310 a 320 miligramos. En el caso del embarazo y la lactancia, los requerimientos son levemente superiores debido a las necesidades del desarrollo fetal y neonatal.
Cuando la alimentación no es suficiente, los suplementos se presentan como una alternativa válida. No obstante, siempre es recomendable contar con orientación profesional antes de incorporarlos, ya que un exceso también puede traer inconvenientes.
La trayectoria detrás de la voz experta
Patrick obtuvo su doctorado en la Universidad de Tennessee y realizó un posdoctorado en Bioquímica Nutricional en el Hospital Infantil de Oakland, California. Actualmente integra el Instituto de Investigación de Ácidos Grasos, donde estudia la relación entre los omega-3 y el envejecimiento cerebral.
Además, en 2014 fundó FoundMyFitness, una plataforma de divulgación científica desde la cual comparte información actualizada sobre nutrición, longevidad y bienestar. Desde allí impulsa un mensaje claro: sin un aporte suficiente de magnesio, mantener la salud celular a largo plazo es una meta más difícil de alcanzar.
En base a La Nación/GDA
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