Redacción El País
El hígado y los riñones cumplen funciones vitales: filtran toxinas, regulan minerales y eliminan desechos del organismo. Sin embargo, el uso inadecuado de medicamentos —en especial los analgésicos— puede poner en riesgo su buen funcionamiento.
Además de eliminar líquidos y residuos, los riñones mantienen el equilibrio de minerales como sodio, calcio, fósforo y potasio. Son órganos leales que trabajan sin descanso, hasta que ya no pueden más: todo lo que ingerimos o absorbemos pasa por ellos, y si se trata de sustancias tóxicas, pueden dañar su filtro, explica Juan Antonio Martín Navarro, nefrólogo del Hospital Infanta Leonor de Madrid.
El abuso de analgésicos puede derivar en nefropatía por analgésicos, una condición que deteriora progresivamente la función renal. Al inicio puede no presentar síntomas, pero con el tiempo puede evolucionar hacia insuficiencia renal crónica e incluso requerir diálisis o trasplante, según MedlinePlus.
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como ibuprofeno, naproxeno y ácido acetilsalicílico (aspirina) están entre los fármacos más consumidos y, a la vez, entre los más dañinos para riñones e hígado. Su uso prolongado o en dosis elevadas aumenta el riesgo de insuficiencia renal. Son responsables de entre el 2 % y el 5 % de los casos de enfermedad renal terminal, de acuerdo con CuídatePlus.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos advierte que la toxicidad renal inducida por fármacos es dosis-dependiente y puede prevenirse ajustando las cantidades según la función renal del paciente y detectando los síntomas de manera temprana. El uso de analgésicos debe realizarse únicamente bajo prescripción médica. Consultar siempre a un profesional es la forma más segura de aliviar el dolor sin comprometer la salud de órganos tan esenciales como el hígado y los riñones.
En base a El Tiempo/GDA