Cómo cocinar el huevo para que no pierda sus nutrientes y sea su versión más saludable

El huevo es un alimento accesible, fácil de preparar y una fuente importante de proteínas de alta calidad. Sin embargo, la forma en que se cocina influye directamente en la cantidad y calidad de nutrientes que el cuerpo puede aprovechar: las proteínas pueden desnaturalizarse o volverse menos accesibles si el huevo se cocina de manera incorrecta o excesiva.

Las proteínas son uno de los macronutrientes esenciales para el organismo, responsables de la reparación y formación de tejidos, así como del correcto funcionamiento de funciones biológicas. En este contexto, el huevo se destaca por ser una fuente completa de proteínas, pero su valor nutricional depende de cómo se lo cocine.

A continuación, se presentan las maneras más saludables de preparar huevos para aprovechar al máximo sus beneficios.

• Optar por métodos de cocción bajos en calorías: preparar huevos hervidos o en su versión poché es ideal para conservar su perfil proteico sin agregar grasas.
• Combinar los huevos con vegetales: preparar tortillas o revueltos con espinaca, tomate o champiñones suma sabor, fibra, antioxidantes y vitaminas, convirtiendo el plato en una opción más completa y balanceada.
• Utilizar aceites estables a altas temperaturas: si se elige freír o hacer omelettes, es recomendable usar aceites como el de palta o girasol alto oleico, que resisten mejor el calor y evitan la formación de compuestos dañinos.
• No sobrecocinar los huevos: es importante no excederse en el tiempo de cocción, ya sea al hacer huevos duros, revueltos o al horno, ya que la cocción excesiva puede reducir el valor nutritivo y oxidar el colesterol presente en la yema.

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Antes de incluir el huevo de forma habitual en la alimentación, es fundamental considerar aspectos relacionados con la salud y necesidades individuales. Las personas con hipercolesterolemia o alergias alimentarias deben consultar con un profesional antes de aumentar su consumo.

También es importante lavarse las manos antes y después de manipular los huevos para reducir riesgos de intoxicaciones alimentarias.

La Nación/GDA