El Tiempo / GDA, por Alejandra López Plazas
Un estudio publicado recientemente en la revista Nutrients concluye que comer dos tazas de mango al día, es decir, unas 100 calorías, puede ayudar a reducir los niveles de concentración de insulina y mejorar la sensibilidad a la insulina en adultos con sobrepeso u obesidad e inflamación crónica de bajo grado.
Los resultados subrayan cómo unas sencillas elecciones dietéticas podrían contribuir a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes de tipo 2, estrechamente vinculadas a la salud cardiaca.
El estudio, realizado en el Instituto de Tecnología de Illinois con 48 adultos de entre 20 y 60 años, examinó cómo afectaba a la inflamación y la sensibilidad a la insulina el consumo de mangos frescos en comparación con un alimento de control calórico -helados italianos (un postre azucarado congelado similar al sorbete)- en adultos con sobrepeso y obesidad con inflamación crónica de bajo grado.
Los resultados mostraron que los participantes que comieron mango experimentaron reducciones significativas de la resistencia a la insulina, medida por el Homeostasis Model Assessment of Insulin Resistance (HOMA-IR). La función de las células beta, es decir, la capacidad del páncreas de producir y liberar insulina para gestionar las concentraciones normales de glucosa, también mejoró significativamente cuando se midió mediante el índice de disposición (DI), un marcador clave de la eficacia con la que el organismo regula los niveles de azúcar en sangre.

Después de cuatro semanas, los del grupo del mango también presentaban concentraciones de insulina significativamente más bajas en respuesta a una prueba de tolerancia oral a la glucosa (PTGO) en comparación con el inicio del estudio, mientras que no se observaron cambios en el grupo de control.
"Controlar la glucemia no consiste sólo en vigilar los niveles de azúcar en sangre, sino en mejorar la sensibilidad a la insulina", afirma Indika Edirisinghe, doctora y profesora de Ciencias de la Alimentación y Nutrición]. "Nuestro estudio sugiere que añadir mangos frescos a la dieta puede ser una forma sencilla y agradable para las personas con sobrepeso u obesidad de favorecer una mejor función de la insulina y reducir el riesgo de diabetes tipo 2".
Cabe destacar que, a pesar de ingerir alimentos calóricamente comparables, la composición corporal permaneció estable en el grupo del mango, mientras que el grupo de control experimentó un ligero pero significativo aumento de peso corporal. Otros resultados del estudio mostraron que los marcadores de inflamación (IL-6, TNFα, hs-CRP) y los niveles de glucosa no fueron significativamente diferentes entre los dos grupos al final del estudio, lo que convierte al mango en un sustituto cardiosaludable de los dulces comparables desde el punto de vista calórico.
Tampoco hubo diferencias entre las intervenciones en cuanto al colesterol total en ayunas, el colesterol LDL, el colesterol HDL o los triglicéridos.

"La mejora de la sensibilidad a la insulina en el grupo del mango, sin cambios en el peso corporal, es digna de mención, lo que contrarresta las ideas erróneas sobre el contenido natural de azúcar del mango y su impacto en la obesidad y la diabetes", afirma Edirisinghe.
"Estos resultados apoyan investigaciones anteriores que muestran que comer mango no conduce al aumento de peso, y aunque el mecanismo exacto aún se desconoce, el papel de la mejora del estado antioxidante por el consumo de mango puede ser el factor mediador en el control de la glucosa en sangre", añadió la investigadora.
Estos hallazgos refuerzan aún más la importancia de la fruta fresca, y en particular del mango, como parte de un estilo de vida cardiosaludable y de unos hábitos alimentarios que contribuyen al control de la glucemia, la gestión del peso y el bienestar general.
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