Redacción El País
Durante años, la idea de cenar fruta —especialmente ananá— ha estado rodeada de mitos. Muchos creen que su dulzor o contenido de azúcar puede dificultar la digestión o favorecer el aumento de peso. Sin embargo, la evidencia muestra lo contrario: la ananá puede ser una aliada del descanso y una opción saludable para el final del día.
Esta fruta tropical es baja en calorías, rica en fibra y contiene compuestos que favorecen el sueño. Aporta triptófano, un aminoácido que interviene en la producción de serotonina y melatonina, sustancias que regulan el estado de ánimo y el ciclo del sueño. Además, su contenido de vitamina C, magnesio y bromelina ayuda a relajar los músculos, mejorar la digestión y reducir la inflamación, contribuyendo a un descanso más reparador.
Comer fruta en la cena no genera aumento de peso por sí mismo. Lo importante es la combinación de alimentos y la cantidad total de calorías diarias. El ananá, igual que otras frutas frescas, puede formar parte de una cena equilibrada si se acompaña de proteínas ligeras o grasas saludables, como yogur, frutos secos o semillas.
Integrar la ananá en la cena —por ejemplo, en ensaladas, con yogur natural o como postre— es una forma sencilla de sumar fibra, agua y vitaminas al menú nocturno. Su digestión es ligera y su aporte energético bajo, por lo que no interfiere con el descanso ni con los objetivos de control de peso.
En base a El Universal/GDA
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