La ciencia afirma que podemos pasar hasta seis horas al día con la cabeza en las nubes. Se trata de un fenómeno normal caracterizado por la capacidad humana de desplazar la atención de una tarea externa inmediata hacia pensamientos internos o simulaciones mentales, dejando el cerebro en modo automático.
El concepto de piloto automático hace referencia a la función de la Red Neuronal por Defecto (DMN por su sigla en inglés), que se activa cuando no estamos concentrados activamente en una tarea externa que requiera nuestro enfoque inmediato (como leer, conducir o hablar).
La DMN es un conjunto de regiones cerebrales interconectadas que se activan de forma coordinada y espontánea cuando estamos en estado de vigilia, pero con la mente en reposo. Es el modo predeterminado de funcionamiento del cerebro y se activa cuando dejamos que nuestra mente divague.
Cuando soñamos despiertos nuestro cerebro realiza diversas actividades:
• Procesamos pensamientos sobre nosotros mismos, nuestra autoimagen y nuestro estado emocional (respondemos a la pregunta “¿quién soy?).
• Recordamos eventos del pasado mediante nuestra memoria autobiográfica y simulamos o planificamos escenarios del futuro (viajamos en el tiempo).
• Pensamos en las perspectivas, intenciones y emociones de otras personas.
La alternancia.
El cerebro alterna constantemente sus recursos entre la concentración en una meta o tarea específica (como por ejemplo resolver un problema, estudiar o tomar decisiones) y la atención que prestamos a nuestro interior (soñar despierto, reflexionar o recordar).
Mientras la primera de estas actividades exige esfuerzo cognitivo y requiere control atencional, razonamiento y memoria de trabajo, la segunda permite la disgresión mental, la simulación de escenarios y la reflexión sobre nosotros mismos.
La mente no realiza estos dos tipos de tareas en forma simultánea, sino que alterna entre ambos de manera tal que puede enfocarse cuando lo necesita y descansar o procesar información interna cuando la atención dirigida no es esencial.
Los beneficios ocultos de soñar despiertos.
La ensoñación no es una pérdida de tiempo y es importante señalar su valor práctico.
Por un lado, experimentamos un empuje a nuestra creatividad e innovación porque nuestra mente realiza conexiones inusuales que son difíciles de lograr bajo un enfoque rígido y enfocado. Cuando estamos concentrados en una tarea específica nuestro pensamiento es lineal y está dirigido a un objetivo. Esta concentración es excelente para el análisis y la ejecución, pero bloquea información externa y lateramente relevante, y refuerza soluciones conocidas y patrones de pensamiento establecidos.
Al permitir que nuestra mente divague, se relajan las barreras cognitivas y nos sumergimos en un estado que facilita un procesamiento de información más amplio, asociativo y no lineal:
• Podemos explorar en forma simultánea ideas, recuerdos y conocimientos almacenados que no están directamente relacionados con la tarea que teníamos en mente. Esto crea el entorno perfecto para que se produzca el fenómeno “¡Aja!”, donde dos piezas de información previamente inconexas se unen para formar una solución nueva.
• Un problema que previamente enfrentamos sin éxito puede entrar en un proceso de incubación. Al no forzar la solución, nuestra mente puede trabajar en segundo plano sin presiones.
• Al saltar libremente entre temas y tiempos (pasado, presente y futuro), la mente practica la flexibilidad cognitiva, una habilidad fundamental para ver un problema desde múltiples perspectivas, lo que es esencial para la innovación.
Soñar despiertos también es crucial para ensayar conversaciones difíciles o visualizar pasos futuros, lo que reduce la ansiedad y mejora el desempeño.
Para nuestro cerebro representa una forma natural de tomarnos “mini vacaciones”, permitiendo un breve descanso frente a los desafíos de la realidad. También posibilita que procesemos y consolidemos la información y la memoria.
La importancia de poner límites.
Más allá de los beneficios de soñar despiertos, es vital distinguir entre la ensoñación saludable y la perjudicial. La clave está en el control y en que no interfiera con nuestra vida real. La mayoría de las veces, soñar despiertos es un mecanismo útil y adaptable: breve, controlable y complementario a nuestros propósitos. Cuando se convierte en un escape, la fantasía deja de ser una herramienta para pasar a ser un refugio improductivo.
La ensoñación productiva puede ser un espacio fértil para la creatividad y la resolución de problemas, siempre que sepamos cuándo y cómo usarla. Si la dejamos fluir en los momentos adecuados, puede ayudarnos a procesar emociones, planificar el futuro o encontrar nuevas perspectivas ante un desafío.
También puede ser una aliada para la salud mental: permite liberar tensión, ensayar escenarios posibles y conectar con deseos o metas que a veces quedan tapadas por la rutina. Esa pausa imaginativa no es pérdida de tiempo, sino una forma de introspección. Para aprovechar la divagación mental, podemos permitirnos soñar despiertos durante actividades que no exigen concentración, como caminar, ducharse o hacer tareas domésticas repetitivas, evitando llenarlas de manera automática con pantallas. Es útil anotar las ideas que surjan antes de que se disipen. Soñar despiertos demuestra que el cerebro no se apaga cuando nos desconectamos: simplemente cambia de modo.
En un mundo que exige atención constante, estos escapes mentales son una forma de descanso y de conexión con nosotros mismos. Aprovechémoslos para inspirar proyectos, planificar el futuro y entender mejor quiénes somos.
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