Redacción El País
Llegar a casa, empujar el talón contra el piso y sacarse los championes sin siquiera tocar los cordones es una escena cotidiana en muchos hogares. Un gesto mínimo, casi mecánico, que parece no tener ninguna relevancia… pero que, según especialistas, puede revelar más sobre nosotros de lo que imaginamos. La psicóloga Olga Albaladejo, consultada por el portal Cuerpo Mente, explica que estos pequeños automatismos condensan pistas sobre cómo gestionamos el esfuerzo, los límites y hasta nuestro vínculo con la atención plena.
Puede parecer un gesto insignificante, pero nuestros hábitos cotidianos hablan de nosotros más de lo que imaginamos, señala la profesional. Y agrega que sacarse los zapatos sin desatar los cordones no es solo cuestión de comodidad; es un pequeño reflejo de nuestra forma de relacionarnos con el autocuidado.
Automatismos, cansancio y ahorro de energía
Según la especialista, una de las motivaciones más frecuentes es la fatiga. Después de un día exigente, el cerebro busca atajos para ahorrar recursos y recurre a conductas automáticas. No es casualidad: cerca del 40% de nuestras acciones diarias no son decisiones deliberadas, sino rutinas ya incorporadas.
En ese estado, explica Albaladejo, la mente evita gastar energía en pasos que considera innecesarios, como desatar los cordones. Por eso muchas personas repiten el mismo movimiento sin pensar, apenas cruzan la puerta de su casa.
Otra causa es la desconexión del aquí y ahora. El llamado “piloto automático” aparece cuando realizamos acciones sin registrar lo que hacemos. Aunque puede parecer inofensivo en la seguridad del hogar, la psicóloga advierte que este patrón puede trasladarse a situaciones de riesgo, como manejar o cruzar la calle sin plena conciencia del entorno
Cuando el cuerpo actúa sin atención plena, estamos ante un patrón de desconexión. El gesto se ejecuta, pero no hay participación consciente, explica.
Inmediatez, control y otros factores psicológicos
La cultura actual, marcada por la rapidez y la eficiencia, también influye. Quitarse los zapatos de un solo tirón es, para muchos, simplemente la forma más veloz de hacerlo. Sin embargo, ese apuro constante puede deteriorar el calzado y reforzar un estilo de vida hiperacelerado.
La psicóloga señala otro aspecto interesante: en algunas personas, el gesto puede funcionar como microtransgresión o como una manera de recuperar una sensación de control cuando otros aspectos de la vida se perciben desordenados. Son pequeñas conductas que no llegan a convertirse en rebeldías conscientes, pero que ofrecen cierta descarga emocional.
Por supuesto, existe la explicación más sencilla: a veces es solo una costumbre arraigada durante años. Lo importante, aclara Albaladejo, es distinguir si se trata de un hábito neutro o si forma parte de un patrón más amplio que refleja tensiones internas.
En base a El Tiempo/GDA
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