Cómo gestionar el estrés parental y mejorar el vínculo con los hijos en momentos de tensión

El estrés parental impacta en la crianza y en el bienestar de los hijos. Identificar los disparadores y aprender a responder con calma es clave para fortalecer el vínculo familiar.

Padres e hijo enojados
Padres e hijo enojados
Freepik

El estrés es un proceso que se pone de manifiesto cuando una persona percibe una situación o un hecho como amenazante, cree que no tiene recursos personales para enfrentarlo. El estrés parental ocurre cuando un padre se siente abrumado por las demandas de la crianza de sus hijos, siente que exceden a sus recursos disponibles.

En los últimos años, en la consulta, escuchamos cada vez más seguido frases como “No puedo con mi hijo” o “Ya no sé qué hacer”. Estas expresiones transmiten una profunda impotencia, una consecuencia del estrés parental que los hace sentir que son padres ineficaces.

La salida está en que puedan iluminar sus propios recursos para responder adecuadamente frente a sus hijos. El padre que está estresado se siente excedido y no responde de la mejor manera frente al estímulo que lo desequilibra.

El estrés parental no es resolutivo y se les transmite a los niños. Por ejemplo, cuando un padre estresado le pide a su hijo con un tono exasperado que realice determinada tarea, lo predispone a que se niegue a hacerla. Los niños se sienten desprotegidos al ver a sus progenitores desbordados.

Hay variables que intervienen en el desarrollo del estrés parental: problemas de salud, laborales, económicos y la propia personalidad del adulto, que puede ser propenso a generarlo. Si bien es verdad que existen niños que requieren mucho esfuerzo de sus padres porque presentan dificultades, también hay padres que tienen una marcada tendencia a estresarse.

Los progenitores sienten preocupaciones en relación a sus hijos, que varían según la etapa del desarrollo en que se encuentren. Pueden ser diversas, pequeñas o grandes demandas cotidianas que se suman y producen estrés que se manifiesta en síntomas. Algunos de los más frecuentes, pueden ser: agotamiento, irritabilidad, insomnio, ansiedad o depresión, y puede llevar a la desconexión con los hijos.

Gestión

Existen dos fantasmas que pueden aparecer en estos momentos de tensión.

El primero es atribuirles una intención negativa a las conductas de tu hijo: “Me lo hizo”. No es a vos, probablemente se esté sintiendo mal y no sabe expresar lo que siente.

El segundo es el sentimiento de “No puedo más, no sé qué hacer”. Siempre el progenitor puede elegir como responder frente a sus hijos, a pesar que la situación lo desborde.

Es importante que el padre pueda detener el flujo de pensamientos negativos y cambiarlos por otros positivos, que le brinden seguridad y calma.

Padre rezongando a su hija
Padre rezongando a su hija
Foto: Freepik

La disminución del estrés parental se logra con pensamientos positivos: “Yo puedo con mi hijo”, “Estoy calmo, sereno”, “Pido ayuda para mejorar el vínculo”. Estos pensamientos positivos producen tranquilidad y valor para enfrentar los desafíos diarios; brindan el sentimiento de ser capaz de afrontar la situación.

Hay investigaciones que avalan que cuando disminuye el estrés, los padres se vuelven más sensibles y mejoran su vínculo con los hijos. Es importante descubrir cuál es el disparador, o sea, qué le provoca estrés, para ver si puede evitar lo, o al menos prepararse emocionalmente para encararlo.

Primeros auxilios

Para poder utilizar este maletín de ayuda para padres estresados hay que ejercitar la capacidad de responder adecuadamente y no reaccionar. Lo primero implica calma para pensar cómo enfrentar la situación estresante. En cambio, la reacción consiste en ser invadido por impulsos que aumentan la tensión y no solucionan las dificultades que se presentan.

La idea es ser capaz de bajar el cortisol, la hormona producida por las glándulas suprarrenales, para responder adecuadamente frente a tu hijo.

1) Intentá frenar tu reacción inicial.

2) Contá hasta cinco despacio para calmarte.

3) Respirá profundamente, la inspiración de oxígeno tranquiliza.

4) Preguntate: “¿Mis pensamientos tienen base en la realidad o es mi mentalidad negativa que los genera?”. No juzgues ni interpretes lo que sucede.

5) Identificá tus pensamientos y emociones.

5) Invocá una imagen, color o recuerdo que te brinde paz y seguridad en vos mismo.

6) Iluminá tu empatía para observar realmente a tu hijo.

7) No actúes frente a él hasta que logres pensar en positivo y sentir confianza y convencimiento en tu respuesta.

Estos lineamientos reducirán el estrés parental, te ayudará a gestionarlo mejor, no desaparecerá pero disminuirá. La vida está llena de exigencias, demandas. Recordá que se puede desacelerar el ritmo que te impone la sociedad.

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