En estos días se habla mucho de narcicismo. Vale recordar que todo niño atraviesa una etapa narcisista y son los padres quienes pueden prevenir que el pequeño quede fijado en ella y pueda seguir su proceso de maduración emocional.
Etapa egocéntrica
El niño pasa por una etapa en la que se siente el centro del mundo. Esto sucede porque no tiene las herramientas necesarias para la vida diaria y se siente impotente en muchas circunstancias. Se defiende con pensamientos omnipotentes -“Yo soy un héroe con súperpoderes”, por ejemplo- que encubren que se percibe sin fuerzas para lidiar con la realidad.
El niño sale de esta etapa luego de un proceso que termina con la escolarización, aproximadamente a los seis años. Ahí comienza a vincularse con sus pares, aprende a compartir, a ceder. Para dejar la etapa egocéntrica se necesita una parentalidad nutritiva que sacie sus necesidades emocionales.
Salida
Los adultos narcisistas permanecen fijados a patrones de conducta normales en la infancia. Los progenitores, al fijar y sostener límites, brindan el sentimiento de amor y cuidado, y así se desarrolla la confianza para que el pequeño pueda socializar con sus pares. Sentirá que puede realizar determinadas tareas y esto le permite dejar de lado el pensamiento egocéntrico para pasar a uno concreto, basado en la realidad.
El adulto narcisista sigue sintiéndose el centro del mundo y tiene pensamientos omnipotentes, presenta una intensa necesidad de ser el foco de atención de los otros. Si no lo logra se enoja, se frustra intensamente. Presenta dificultad para sentir amor y encubre dicha carencia demandando atención a las personas que lo rodean.
Los progenitores tienen que mostrar los peligros externos y así el niño comienza a sentirse protegido, contenido, pues existe a su lado un adulto que lo cuida. El narcisista adulto se siente inseguro por eso necesita la aprobación de las personas; está ocupado siempre en sí mismo, en lograr algo, en brillar ante la mirada de los otros.
Es importante que los adultos no respondan a las demandas infantiles automáticamente: el niño tiene que frustrarse, aprender a esperar que sus padres se desocupen y así lentamente se dará cuenta que no todo gira en torno a él o ella. Eso debilita su omnipotencia y desarrolla su capacidad de frustrarse. El narcisista adulto vive demandando, exigiendo a la gente.
Admiración
El elogio hacia el niño debe ser merecido, hay que alabarlo cuando lo amerite; de lo contrario en la vida adulta necesitará que los otros lo admiren y se lo hagan saber constantemente. Observamos padres que por sus propias carencias elogian constantemente a sus hijos haciéndolos sentir que son perfectos y merecedores de una constante atención por parte del mundo que los rodea.
Los padres al exagerar sus conductas y/o o rasgos físicos o de personalidad, no pueden verlo como un ser con talentos y limitaciones. Lo idealizan y esto produce en el adulto fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor ideal.
Por eso es necesario corregir al niño durante el largo proceso de educación y elogiarlo cuando lo acredite. Los padres cuando educan muestran los errores cometidos para que su hijo aprenda. Al niño que luego será un narcisista no se le muestran sus equivocaciones.
Muchos investigadores creen que la sobreprotección o la negligencia, que son dos conductas parentales opuestas, durante la crianza puede influir en el desarrollo de rasgos narcisistas que fueron normales en la infancia pero si permanecen en la vida adulta son perjudiciales.
Empatía
El adulto narcisista carece de ella pues sus progenitores no le reflejaban sus propios sentimientos, ni lo que sus conductas provocaban en los otros. No son capaces de captar lo que las personas sienten, ni el dolor que pueden provocar con sus palabras o hechos.
Quiero destacar que el narcisista sufre mucho. Cuando no es admirado, se siente desvalorado y eso le provoca mucho enojo y/o depresión. Tiene baja tolerancia a la frustración y cuando no consigue lo que quiere se frustra, explota de rabia. Cuando lo confrontan mal interpreta que lo desvalorizan. Su vida gira en torno a la creencia que los otros “tienen que valorarme siempre, tienen que prestarme atención”, hecho imposible y que es la causa de que se deprimen fácilmente.
Herramientas
Se puede prevenir el narcisismo con las siguientes actitudes parentales en la infancia:
* establecer y sostener límites claros.
* fomentar la empatía.
* mostrarle sus errores para corregirlos.
* evitar elogios excesivos y fomentar la aceptación de equivocaciones.
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