Parentalidad nutritiva: las claves para criar hijos emocionalmente sanos, autónomos y resilientes

La parentalidad nutritiva es un modelo que promueve el desarrollo emocional saludable de los hijos. Cómo fomentarla desde el involucramiento, la empatía, la firmeza y el autocuidado.

Padre e hijo en bosque
Padre e hijo en bosque
Foto: svyatkovsky.com

La parentalidad es el conjunto de habilidades o competencias de los padres que influyen en la crianza, cuidado y educación de sus hijos. La denominación nutritiva obedece a que el niño recibe todo lo que necesita para tener una buena salud mental, desarrollar sus talentos y adaptarse a la vida.

Es necesario puntualizar que la paternidad y maternidad pueden ser meros actos biológicos, no hay garantías de que los padres sean las personas encargadas de educar correctamente a sus hijos.

Los psicólogos expertos en el vínculo padre-hijo ayudamos a los progenitores a desarrollar una parentalidad nutritiva que puede ser adquirida porque no necesariamente están condenados a repetir modelos del pasado.

¿Cuáles son las características de la parentalidad nutritiva?

1. Involucramiento

La parentalidad nutritiva necesita presencia física y emocional de los padres, saber qué hace tu hijo, qué le gusta o disgusta, qué problemas tiene, quienes son sus amigos, qué le sucede en los lugares que frecuenta. Esta parentalidad implica estar a su lado físicamente y atento a él, observando lo que le sucede.

Cuando te involucrás, podés ver a tu hijo y, al mismo tiempo, conectarte con lo que estás sintiendo frente a él. Aceptá lo que sentís sin juicios, así te darás cuenta de qué necesita.

2. Estar atentos

Es fundamental prestar atención a los cambios de comportamiento y comentarios de los niños. Cuando los hijos relatan episodios de burlas, agresión o violencia hay que tomarlos seriamente.

Los niños y jóvenes tienen que sentir que pueden confiar en sus progenitores, que no están solos, que ellos los protegerán y ayudarán.

3. Empatía

La empatía implica sentir lo que experimenta tu hijo. Es encontrar el dónde, cuándo y con qué palabras hablarle. Cada hijo es único, por lo tanto necesitará conductas y palabras distintas de sus padres. Imaginemos tres niños que les pasó algo negativo. El padre empático sabrá si abrazará a uno, hablará con el otro o si el tercero necesitará silencio para ser consolado. La empatía ayuda a que tu hijo se sienta comprendido, acompañado y tenido en cuenta.

Madre e hijo. Foto: Unsplash

4. Firmeza

La firmeza es no sucumbir a las presiones y poder sostener lo dicho y hecho, convencido de que es por el bien del niño. Los niños de hoy en día son muy demandantes, por lo tanto es importante que el padre tenga fuerza interior.

En tiempos de un intenso consumismo es poder decir a tu hijo “vos querés esto, pero no le necesitás” a pesar de las exigencias, reproches y enojos.

5. Compromiso

El rol de padre requiere mucha energía y tiempo, por lo tanto el compromiso es muy importante. Implica dedicación 24 horas al día, los 365 días al año.

Si bien los padres pueden recibir ayuda, no podemos tercerizar la educación. El padre puede cometer errores y podrá aprender, reparar, siempre y cuanto esté comprometido en dicho largo proceso.

6. Calidez

Cuando observás a tu hijo con los ojos y el corazón puede brotar la calidez. Cada adulto la puede expresar a su manera, pero lo primordial es conectar con el niño y verlo como es y no como te gustaría que fuera. Sin empatía, no existirá calidez.

En distintas investigaciones se ha demostrado que el tono calmo y firme del progenitor motiva a los niños a cooperar en actividades hogareñas. Es ser cordial, amable, no necesariamente a través de abrazos y besos. Las conductas cálidas de los padres estimulan la secreción de la hormona del amor (oxitocina), de las endorfinas endógenas y dopamina que influyen en los cambios de la conducta, atención, memoria, sueño y habilidades sociales. Por lo tanto es importante que en tiempos de múltiples exigencias, los adultos presten atención al tono que emplean al hablarle a su hijo.

7. Autocuidado del adulto

Si bien los padres se auto postergan porque no les da el tiempo, es necesario que se cuiden a sí mismos y tengan espacios o actividades de disfrute. Se necesitan lugares o actividades solo para que los adultos puedan nutrirse. Cada uno sabrá si caminar o realizar determinados deportes o reunirse con amigos le ayuda a disfrutar. Podés postergarte, pero no olvidar tus propias necesidades.

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