Redacción El País
Mantenerse activo no requiere un gimnasio ni equipos sofisticados. Entrenar en casa, con disciplina y creatividad, permite cuidar la salud física, mejorar la fuerza y resistencia, y reforzar el bienestar mental.
Más allá de la forma física, lo importante es incorporar hábitos que generen constancia y placer.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la actividad física regular reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y respiratorias.
Además, la American Psychological Association (APA) asegura que moverse también impacta positivamente en la salud mental: disminuye el estrés, la ansiedad y mejora el ánimo. Por eso, entrenar en casa no solo fortalece el cuerpo, sino que también protege la mente.
La constancia es el gran desafío al ejercitarse en casa. Algunos consejos que ayudan a mantener el impulso y no abandonar a poco de comenzar incluyen:
- Establecer horarios fijos: programar la rutina a la misma hora cada día ayuda a crear hábito y evita que el entrenamiento se postergue.
- Dedicar un espacio propio: un rincón despejado, aunque pequeño, permite moverse sin restricciones y generar sensación de compromiso.
- Usar música o videos guiados: la música motivadora o las clases virtuales aumentan la concentración y hacen más divertido el entrenamiento.
- Alternar ejercicios: combinar cardio, fuerza y estiramientos evita el aburrimiento y trabaja todo el cuerpo de manera equilibrada.
- Marcar objetivos alcanzables: establecer metas cortas y progresivas genera sensación de logro y mantiene la motivación alta.
- Registrar avances: llevar un diario de entrenamientos ayuda a visualizar el progreso y refuerza la disciplina.
Los beneficios de entrenar en casa.
El entrenamiento casero ofrece ventajas únicas. Según la psicóloga Madeli Santos, especialista en bienestar y gestión emocional, ejercitarse en casa potencia la autoestima, refuerza la autodisciplina y permite probar nuevas actividades sin miedo al juicio externo. Además, moverse regularmente libera endorfinas y serotonina, neurotransmisores que mejoran el estado de ánimo y reducen la tensión emocional.
Algunos beneficios concretos incluyen:
- Bienestar físico: mejora la fuerza, resistencia, flexibilidad y postura.
- Reducción del estrés: la actividad física regular ayuda a liberar tensión acumulada y mejorar el sueño.
- Mayor energía y concentración: romper la rutina sedentaria activa la circulación y favorece la productividad.
- Autonomía y creatividad: diseñar tus rutinas desarrolla disciplina y permite adaptar los ejercicios a tus necesidades.
Ejercicios simples.
Aunque no se cuente con equipamiento, hay ejercicios efectivos para mantener el cuerpo activo:
- Cardio en el lugar: saltos de tijera o correr estático.
- Fuerza y tonificación: flexiones, sentadillas, planchas o botellas de agua como pesas.
- Core y estabilidad: abdominales, puente de glúteos y ejercicios de equilibrio.
- Movilidad y estiramientos: yoga, pilates o simples estiramientos para cuello, espalda y piernas.