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"Muy pronto… renace un icono de Montevideo”. Esa es la promesa del tráiler ya publicado por el arquitecto Daniel Thul sobre la reconstrucción virtual del Hotel de los Pocitos y la Rambla de la Belle Époque, su último trabajo de recuperación del patrimonio desaparecido de la ciudad (ya lo hizo con Isla de Flores y el conventillo Mediomundo, entre otros trabajos).

Adquirida por la Sociedad Comercial de Montevideo (propietaria de los tranvías), a una construcción de madera se le sumó equipamiento de baños (para damas y caballeros por separado), un gran restaurante y un majestuoso hotel que pasó por algunas tragedias, reaperturas y refracciones, cumpliéndose 110 años de su última versión: la que quedó en la memoria de un Montevideo “a la europea”.

El video de un poco menos de dos minutos que Thul compartió en YouTube es solo un adelanto del proyecto. Está en desarrollo la recreación de cada uno de los espacios interiores y exteriores del Hotel de los Pocitos y la rambla y sus residencias desde Trouville hasta más o menos la actual calle Guayaquí con extremo detalle de las luminarias, barandas y acceso a la playa.

“Este año se habló sobre la isla frente a Punta Gorda y sobre el dique Mauá y este hotel fue el precursor más impactante que hubo en la costa. ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera demolido? Ahora podemos verlo”, comentó el arquitecto a El País.

El punto de partida para Thul fueron los permisos de construcción que se conservan en el Instituto de Historia de la Arquitectura (Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República) y que dan cuenta de las sucesivas etapas de ampliación y reformas del hotel desde su apertura en 1882 y, luego de un incendio, su reapertura en 1896. Además, el acceso a planos lo acompañó con un cuidadoso estudio de la prensa de la época. “Las crónicas decían que iba la crème de Montevideo y Buenos Aires”, contó. El diario La Razón publicó que era “el punto de reunión de nuestra high life”.

Las ampliaciones de 1908, 1909 y 1910 del Hotel de los Pocitos fueron responsabilidad del arquitecto inglés John Adams, quien había llegado al Río de la Plata en 1890 y dejó su impronta en algunas obras “emblemáticas” de la ciudad: el London París (18 de Julio y Río Negro), el Banco de Londres y Río de la Plata (Cerrito y Zabala), Banco Comercial (Zabala y Cerrito), el teatro Victoria Hall (Río Negro entre Mercedes y Uruguay), entre otras. También erigió el Hospital Británico (Avenida Italia y Morales) donde usó, por ejemplo, el mismo tipo de teja que en la construcción de la rambla de Pocitos.

“Si ves el edificio parece una unidad pero, en realidad, cada fachada –la que da al norte, la que da al este y la que da al oeste y hacia el mar en forma de L– tienen pequeñas diferencias, por ejemplo, en las aberturas; algunas tienen arcos y otras no. Esto se debe a que no fue una construcción única”, explicó Thul.

Fue un edificio imponente: ocupaba casi una manzana sobre la playa de Pocitos. En total comprendía 10.000 metros cuadrados distribuidos en sótano, planta baja, nivel 1 y nivel 2. No hay que olvidar la terraza, el restaurante (cuya extensión era de 1.500 metros cuadrados), un quiosco de música (donde tocaban las mejores bandas musicales para amenizar las noches de verano) y un muelle que se adentraba casi 100 metros en el mar y tenía unos 3.500 metros cuadrados. El hotel tenía 110 habitaciones y, durante los años de apogeo, reventaba con los turistas argentinos y la alta sociedad montevideana.

Todas las fachadas se basan en el uso del rectángulo áureo. “Todas las cosas están ubicadas a una altura o a un ancho determinado por la proporción áurea”, explicó Thul. Este elemento busca realzar la armonía y la belleza en las construcciones.

Por otra parte, como el muelle no estaba en los planos, el arquitecto se tuvo que basar en fotografías para recrearlo, siendo este uno de los principales desafíos del proyecto.

El histórico temporal del 10 de julio de 1923 –se dice que las olas alcanzaron los 3,3 metros de altura y que desaparecieron la costa sur de la ciudad– destruyó el muelle y buena parte de las terrazas. No fue reconstruido. Otra tormenta lo azotó en 1935 y se decidió su demolición.

Algunos pilares fueron retirados décadas después por seguridad y algunos todavía persisten en el lugar y pueden ser vistos cuando baja el mar.

También queda a la vista una construcción de piedra que no pertenecía al hotel sino que formaba parte de la esquina de la actual calle Martí que en ese entonces cortaba la rambla y continuaba al costado del edificio.

Así como el temporal barrió el muelle, las modas le fueron quitando el esplendor al Hotel de los Pocitos. La crème cambió de gustos y se fue a veranear a otros balnearios más hacia el este. Y lo que un día fue promocionado como “el primer Establecimiento Balneario de Sud América” pasó a ser escombros. “Se llegó a decir incluso que era un adefesio. A mí me parece bellísimo”, dijo el arquitecto.