Dice que ya perdió la cuenta. Vamos a ayudarlo: Mevir. Una historia hablada es el libro número 13 que ha escrito Pablo Cohen que, casi con 40 años, posee una sólida trayectoria como periodista y escritor en ambas orillas del Plata. Este, como casi todos los anteriores, es un libro de entrevistas, el género en el que se siente más cómodo o por el que sencillamente afirma: “Le rindo pleitesía”.

En Mevir. Una historia hablada reaparecen figuras que ya ha entrevistado para otros títulos como el presidente Luis Lacalle Pou o el exmandatario Julio María Sanguinetti pero suma algunas figuras que lo sorprendieron como el presidente del Brou, Salvador Ferrer.

Si pasa raya, Cohen cuenta por cientos las entrevistas que ha realizado desde las primeras que publicó en El Observador hace unos 15 (o un poquito más) años atrás. “Miguel Arregui, quien era el director periodístico, me dijo un día: ‘A partir de ahora vas a hacer entrevistas’. Yo era muy chico. Le pregunté por qué y me contestó: ‘En la vida hay que hacer solo lo que uno hace muy bien y no solo lo que hace bien’. Me ayudó a descubrir una vocación”, contó a El País.

El estímulo de Arregui lo llevó a entrevistar personalidades fuera del ámbito de la cultura –trabajaba en ese entonces en la extinta sección O2 que cubría cultura y espectáculos– por la que en los años siguientes combinó políticos y candidatos presidenciales con médicos y científicos, deportistas y artistas de Uruguay y del mundo.

¿Recuerda alguna de aquellos primeros tiempos? “La entrevista a Federico García Vigil (de 2009) llamó mucho la atención. Fue aquella en la que dijo que la cumbia villera era peor que la pasta base”, señaló. La crítica del músico desató toda una polémica social en la que intervino hasta el Ministerio de Educación y Cultura y sociólogos que lo acusaban de estigmatizar a ciertos grupos sociales por sus preferencias musicales.

También recuerda las charlas que mantuvo con José Carreras, Frank Sinatra Jr. o con Charles Aznavour porque en ellas sucedió lo que considera que es “lo más raro” y, al mismo tiempo, “lo mejor” que puede esperar un entrevistador: el entrevistado dijo algo que nunca había dicho antes.

Así lo explica: “Para un entrevistador es obligación hacer hablar a un entrevistado difícil. Si lo lograste es algo que ningún otro colega va a tener. El peor escenario es entrevistar a alguien al que ya le han hecho grandes entrevistas porque tenés que ser más original”.

En Mevir. Una historia hablada pone esto en ejercicio. Hay largas entrevistas a Luis Alberto Lacalle Herrera, Julio María Sanguinetti, José Mujica, Ana Ribeiro y Luis Lacalle Pou, entre otros, para hablar sobre los 55 años de historia de una institución creada con el objetivo de erradicar la vivienda insalubre del asalariado rural y sobre su fundador, Alberto Gallinal Heber, pero en un clima íntimo y profundo por el que cada entrevistado brinda una mirada más amplia que el tema del libro.

Sí se habla de cómo se gestó la idea del Mevir o de cuántas viviendas fueron construidas a lo largo de las décadas (más de 40 mil soluciones habitacionales por las que benefició a más de 145.000 uruguayos), pero también se refleja el espíritu de su creador y el espíritu de la institución a través del espíritu de los entrevistados.

Es decir, su lectura evidencia lo que para Cohen es la quintaesencia de una entrevista: una vía directa para conocer a otra persona en un mecanismo que él describió como “hipnótico”.

“Con(la historiadora) Ana Ribeiro había que hablar sobre la sensibilidad social en Uruguay. Era muy importante que Lacalle Pou dijera si para él se podría editar un acuerdo como este en el Uruguay de hoy (el Mevir nace de un acuerdo entre el presidente Oscar Gestido, del Partido Colorado, y Gallinal Heber, del Partido Nacional). Era muy importante que Lacalle Herrera dijera si el herrerismo de verdad tiene sensibilidad social. Era muy importante que diera una opinión el doctor Sanguinetti de si el campo y la ciudad están tan divorciados culturalmente como uno piensa. Era muy importante que Mujica hablara como un caudillo blanco y libertario admirador de Herrera y de Wilson Ferreira y de Gallinal. Porque entender todo esto filosóficamente ayuda a entender al Uruguay y ayuda a entender al Mevir”, reflexionó Cohen. Y añadió: “Si te centrás en un tema de manera esquemática le estás dando al lector un producto menos profundo y menos entretenido y, por lo tanto, más pobre”.

Como periodista y escritor y hasta como “persona urbana”, este libro le significó varios desafíos profesionales y personales durante varios meses de investigación, escritura, edición y corrección. “Siempre estaba buscando un elemento nuevo aunque estuviera cerca del cierre. Nunca hay que perder la curiosidad; menos si sos periodista, escritor o entrevistador”, apuntó.

La riqueza de un trabajo que quedó plasmado en casi 200 páginas incluye algunos documentos inéditos que proporcionaron Susana Gallinal, Guillermo Sanguinetti y Rafael Sanguinetti Gallinal, hija, yerno y nieto de Gallinal Heber, respectivamente. Por ejemplo, una carta escrita en 1971 en la que se refiere con dureza de la desidia a la que se enfrentaba al hablar de las necesidades de la población rural y de su hondo espíritu cristiano; pero también un breve poema porque si hay algo que sorprende al lector –y que también sorprendió al autor– era el nivel de completitud de este hombre. En Mevir. Una historia hablada se rescata una figura sobre la que Lacalle Herrera dice en su capítulo: “Es uno de los últimos exponentes de un Uruguay que se va”.

“Lo que más resalto es que siendo aristócrata fuera austero, que no cayera en frivolidades y que tuviera tanta sensibilidad social. Su espíritu tan acendradamente cristiano me parece maravilloso. Le importaba el otro. Le importaba el Uruguay”, relató Cohen.

Aquí una breve descripción de las aficiones, ocupaciones y logros de Gallinal Heber: cantante de ópera, fotógrafo, presidente del Instituto Anglo-Uruguayo, intendente de Florida, productor rural, presidente de la Comisión Pro Remodelación del Hospital Maciel y ejecutor de las ampliaciones en la maternidad del Hospital Pereira Rossell, pintor de caballos, benefactor del Saint Bois y la lista continúa.

“El Mevir es una institución admirable, un ejemplo de sensibilidad social convertido en política de Estado y la encarnación de los mejores valores uruguayos de solidaridad y del sentimiento caritativo del doctor Gallinal Heber”, resumió el escritor.

Cohen prepara ahora sus próximos proyectos: un libro con entrevistas a Ana Ribeiro y Gerardo Caetano y un ensayo sobre Carlos Páez Vilaró. También define cuál será el tema del próximo libro que publicará con El País –empresa con la ha editado la mayoría de sus títulos– en 2024. “Pienso en temas masivos e interesantes sobre los que pueda dar una mirada novedosa”, explicó.

Y agregó: “Me interesa mucho la literatura y el periodismo de calidad y masivo. En Uruguay a veces hay categorías muy estancas por las que se asocia la literatura y el periodismo de culto como periodismo de secta y no tiene porqué ser así; podés tener una gran calidad y ser masivo”. Por ejemplo, de Todo un país detrás: El GACH o los 450 días en que la política redescubrió la ciencia se vendieron 11 mil ejemplares.

Entonces, Cohen dijo con soltura: “Me he convertido en un entrevistador”. Cumplió con la vocación que un editor le auguró tiempo atrás. Y aunque una vez un editor literario le espetó que en Uruguay no se publicaban libros de entrevistas, con su éxito ha probado que el dogmatismo no es aconsejable. “Me encanta haber comprobado que la entrevista es un género vivo y vigente, y que continúa cautivando al lector, su único destinatario”, concluyó.