Por qué el "Puma" Rodríguez se negó a grabar con Chichita y otros secretos del archivo de Cacho de la Cruz

Un recorrido por anécdotas, recuerdos y testimonios de quienes trabajaron con Cacho de la Cruz para entender su legado, su éxito indiscutido y por qué fue, es y será el señor televisión.

Cacho de la Cruz haciendo su histórico programa infantil, "Cacho Bochinche".
Cacho de la Cruz haciendo su histórico programa infantil, "Cacho Bochinche".
Foto: Archivo El País

Son contados los comunicadores y artistas tocados con esa varita que los hace únicos, auténticos, dueños de un estilo propio que roza lo químico: esa fórmula que hace que la gente los siga sin importar el programa o formato, solo por verlos desplegar su magia. Derrochan un talento y magnetismo que no se aprende en ninguna universidad; se trae, se ejecuta y el público lo elige. En Uruguay tuvimos la fortuna de disfrutar de uno de esos carismáticos sin parangón: Arturo “Cacho” de la Cruz, o mejor dicho, el señor televisión. Falleció el 7 de noviembre a los 88 años por una afección respiratoria, dejando un vacío profundo en la sociedad y el espectáculo.

Ese mote no es en vano. Trascendió generaciones con programas innovadores como El show del mediodía, Cacho Bochinche, El castillo de la suerte, Cante y gane y Telematch. Sus personajes —Chichita, Julio Pedemonte, El Mago— quedaron grabados a fuego en el alma de la gente.

“En televisión logró lo que pocos: traspasar la pantalla para meterse”, asegura Mariana García, conocida como “Bobalinda”, personaje creado por Cacho a medida para Cacho Bochinche. Brilló en todas las facetas: actor, humorista, productor, conductor y músico. “Cacho es pueblo, es tablado, es Carnaval, es cabaret, música, humor, producción”, enumera Marcel Keoroglian, que lo disfrutó de niño y años después como compañero en El show del mediodía.

Los que trabajaron con Cacho coinciden en que era extremadamente puntilloso y buscaba la perfección. "Era 24/7 pensando en televisión", afirma Nelson Burgos, recordado mayordomo de Chichita. Estaba en cada detalle y todo pasaba por él. Los utileros cuidaban escenografías y muñecos —fabricados por él mismo en su taller de Capurro— como si fueran oro. “Si se saltaba un pedacito de pintura, se lo trataban de ocultar, pero él tenía un detector: ‘Esto está mal, hay que volver a pintar’”, ejemplifica García.

Keoroglian recuerda una escena que lo pinta de cuerpo y alma: un día Cacho lo citó en su taller para proponerle un programa que nunca salió, y no lo encontraba. “Había un veterano subido a una escenografía, clavando clavos en chancletas, y era Cacho, lógicamente”, relata.

Esa exigencia y perfeccionismo lo hicieron sobresalir. Jorge Giordano, productor de Cacho durante más de 40 años en Canal 12, recuerda que cuando él se iba el 20 de diciembre a Punta del Este para hacer Verano del, Cacho ya lo llamaba los primeros días de enero: quería saber su fecha de vuelta para planificar nuevas ideas. Innovar era su obsesión. Charlaban horas, probaban, experimentaban, y en ese ensayo y error, ocurría la magia.

Cacho de la Cruz junto a Marcel Keoroglian, Diego Delgrossi, Maxi de la Cruz y Abigail Pereira en "El show del mediodía".
Cacho de la Cruz junto a Marcel Keoroglian, Diego Delgrossi, Maxi de la Cruz y Abigail Pereira en "El show del mediodía".
Foto: Archivo El País

Giordano debía estar siempre inventando porque Cacho estaba empeñado en no repetirse. Una de sus fuentes de inspiración era un inmenso videoclub en 8 de Octubre. En una de sus visitas, el productor encontró un VHS lleno de bloopers y se lo mostró: “Te puede servir para un camarógrafo de noticiero que parece traer una gran noticia, pero en realidad es una boludez: una caída, un choque”, le sugirió. Cacho cazó la idea al vuelo y armó al instante el personaje: “Me pongo una ceja gruesa, agarro una cámara vieja y le damos”, dijo. Así nació el inolvidable Julio Pedemonte y su cámara viajera. “La idea que uno le daba, él la reformaba, la mejoraba y era un éxito”, elogia.

El maestro Cacho de la Cruz

Era un laburante nato. Manejaba con solidez el delante y detrás de cámara, y su exigencia empezaba por él mismo. Giordano recuerda que, en los tiempos de Cante y gane, Cacho la pasó muy mal con la culebrilla: era en vivo y, en los cortes, se retiraba detrás del decorado y gritaba de dolor. "Yo iba y le avisaba cuando faltaban cinco minutos para el aire; se prendía la luz roja de la cámara y no notabas absolutamente nada. Era una bestia trabajando", resume.

Jamás faltaba, salvo cuando el EPOC lo dejaba fuera de combate. Gustavo Maritato, famoso por Taraletti, recuerda que, en las pocas ausencias, miraba el programa desde su casa y llamaba para dar indicaciones: "No repitas tal palabra, no queda lindo, van bien así". "Ir los sábados a Cacho Bochinche era aprender algo más de la televisión", agrega.

Cacho enseñaba incluso sin proponérselo. "No era de aconsejar o dar cátedra. Aprendías en el hacer con él, en la cotidiana", dice Daniela Marotta. Andy Vila está convencida de que sus primeros pasos en televisión en El show del mediodía fueron una gran escuela: “Observaba, aprendía y trataba de estar a la altura. Una vez llegué sobre la hora y me retó como un padre. Fue un maestro e influyó en mis ganas de seguir en el medio”.

Brillar y hacer brillar a los demás estaba en su esencia. Daba lugar a caras nuevas y fue el primero en abrir puertas a los carnavaleros en una época donde no tenían cabida en televisión. Cacho y Giordano recorrían los tablados en busca de talentos: “No elegíamos a cualquiera. Guarnerio, Cachito de León, Pinocho Sosa, Maritato y Ricardo Aulet empezaron a hacer sketches en El show del mediodía”, recuerda el productor.

La anécdota de Chichita y el "Puma"

Cacho de la Cruz como Chichita y Nelson Burgos como mayordomo.
Cacho de la Cruz como Chichita y Nelson Burgos como mayordomo.
Foto: Darwin Borrelli

Con Telematch batió récords de audiencia entre 1978 y 1982. Competían liceos públicos, las finales eran en el Palacio Peñarol y siempre quedaba gente afuera. Era un formato alemán que se adaptó al medio local y, por la alta demanda, lo llevaron de gira por el interior. Fue, además, uno de los primeros programas uruguayos que se vendió a Canal 13 de Argentina.

Chichita fue otro suceso y, según Burgos, llegaron a tener 24 chivos. Empezó cocinando pero en ese afán constante por innovar, a Giordano se le ocurrió sumar invitados. Para poder tener cada domingo “una mesa como la gente”, el productor cruzaba el charco a reclutar figuras. Mirtha Legrand le enviaba saludos, pero aceptó ir al programa. “Quiso que Cacho fuera a su mesa vestido de Chichita y él le dijo que no: ‘De Chichita solo salgo en el canal’. Me llamaron porque se corría la bola de que la imitaba y no era así”, relata. García coincide: “Jamás fue una imitación. Era más parecida a su hermana Norma”.

Giordano rescata otra anécdota memorable de esa etapa. Tenía confirmado al "Puma" Rodríguez, que venía a dar un recital en Montevideo, pero una mala experiencia en Argentina le arruinó los planes. “Miguel del Sel, con su personaje de "la Tota", lo sentó en la falda, lo manoseó y le tomó el pelo al aire. El Puma le dijo a su productor: ‘Nunca más me lleves a un programa de un tipo vestido de mujer’”, recuerda. Cuando llegó a Canal 12 le contaron de Chichita, y se fue sin grabar. La solución fue llamar de apuro a Paola Bianco, que había estrenado un programa en el canal.

Cómo Cacho marcó la carrera de Daniel K

Daniel K tenía apenas 10 años cuando vivió una experiencia que marcaría para siempre su camino artístico. Sus padres, al notar su facilidad y entusiasmo por la magia, decidieron acompañarlo a Canal 12 para que se probara en Cacho Bochinche. Allí les indicaron una puerta frente al canal. Golpearon y quien atendió fue el payaso Pelusita, vestido de civil. Tras escuchar el pedido, llamó a Cacho de la Cruz, que los hizo pasar.

“A ver pibe, ¿qué tenés?”, le dijo. Daniel le mostró un truco con cartas y bastó para que lo invitara a participar del programa el sábado siguiente. Esa fue su primera aparición en televisión. Esa vez, Cacho entendió enseguida el truco y, lejos de arruinarlo, jugó el rol del incrédulo, elevando la dificultad para que ese niño incrédulo brillara.

Ese momento quedó grabado como un tesoro en su mente y, con el paso del tiempo, le dio todavía más valor. "Esa experiencia marcó un antes y un después en mi carrera, porque le agarré el gustito a la televisión estando en ese programa", relató.

Su debilidad televisiva y el peso de su legado

CACHO BOCHINCHE
Cacho de la Cruz en "Cacho Bochinche".
Foto: Archivo El País

Cacho Bochinche fue el producto que más disfrutó, y donde creó al inolvidable Ultratón. Según García, le permitió desarrollar los juegos que hacía de niño. “Viajaba y traía ideas de juegos y vestuarios. Siempre pensaba en darle más al público”, asegura Marotta. “Hacía cosas que veía en Miami. Era un visionario”, complementa Burgos.

El respeto por el televidente fue siempre una de sus máximas. Por eso, todos sus programas —salvo Cacho Bochinche— los hizo de traje. “La gente con un botón te saca de tu casa, y nosotros entramos sin pedir permiso: te eligen o no”, repetía.

Marcó generaciones y le dolió profundamente dejar la pantalla y sobre todo Cacho Bochinche. Tomó la decisión en conjunto con Giordano. “Más vale retirarse como un campeón y no porque ya no te miran”, le dijo su productor.

Se fue con la frente en alto, en lo mejor de su carrera. Su ausencia se sintió y se seguirá sintiendo, pero dejó un legado inmenso que los suyos —y, sobre todo, su hijo Maxi de la Cruz— se encargarán de defender. Burgos intuye que con el tiempo será cada vez más valorado. Vila, en tanto, sostiene que plasmó una forma de entender la televisión como “un espacio de juego, emoción y encuentro entre generaciones”.

“Se fue el mejor humorista que hubo en Uruguay, un bendecido, además de un recontra amigo”, señala Giordano, que guardará por siempre esas discusiones y agarradas que tenían con un único objetivo: hacer productos de calidad y darle a la gente eso que quería ver.

Para García, no hay dudas: como él, no existió ni existirá nadie. “Me enseñó que nunca hay que subestimar al público, que del otro lado hay personas que pueden estar atravesando un momento difícil, que vale la pena hacer el esfuerzo para regalarle una sonrisa a alguien y que siempre hay que dar lo mejor”.

La vara quedó alta. Habrá que honrar su huella y seguir sus pasos.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

cacho de la cruz

Te puede interesar