Redacción El País
La última noche de audiciones en Masterchef Uruguay(Canal 10) tuvo su pico más alto de emoción con una historia que tocó el corazón del jurado. Entre platos elaborados y devoluciones técnicas, la presencia de Ana Carolina Ramos, una mujer de 48 años, empleada doméstica y madre guerrera, fue más que una audición.

Ana llegó a las cocinas más famosas del país con unos sorrentinos caseros de bondiola y ricota, acompañados por una salsa de tomate natural con laurel, oliva y albahaca, que según adelantó era “la fortaleza del plato”. “Es un menú que hago a diario”, dijo tranquila, antes de que su historia personal emocionara a Sergio Puglia, Ximena Torres y Laurent Lainé.

Durante la pandemia, Ana debió dejar su trabajo para cuidar a su hija Anita, diagnosticada con histiocitosis de células de Langerhans, una enfermedad rara que le afectó los huesos a la niña. “Son células locas que le fracturan los huesos”, explicó, conmoviendo al jurado.

Para mantenerse “coherente” y evitar “enloquecerse”, Ana empezó a cocinar. “Pasaban los días y seguía sin ir a trabajar. Un día preparamos pasta, emplaté, saqué una foto, la subí a las redes y se me ocurrió ponerle debajo ‘mejor me perjudica'”, contó.

Una vecina compartió la publicación y le llovieron los pedidos. “Fue un infierno”, recuerda sobre este exitoso plato que la llevó hasta la televisión.

Cuando Puglia le preguntó por su sueño, Ana respondió sin dudar: “Hacer el curso. Llegar a la final sería increíble”. Además, contó que su vocación por la cocina es de toda la vida, y que fue su abuela quien le enseñó el arte culinario, una tradición que ella mantiene viva. Dijo, además, que la gastronomía la ha salvado cuando está con poco trabajo.

Foto: captura de pantalla de Youtube.

El momento más tierno llegó cuando apareció Anita, invitada por Ximena Torres, a quien Ana contó que imita muy bien. En la pose de jurado, su mamá confesó entre risas que la niña suele criticarle todo: “Siempre al sabor en boca le falta algo, la textura, la consistencia, la temperatura”.

“Buena pinta”, dijo Torres al observar el plato. Luego preguntó por Anita y la mamá le explicó que estaba cerca. Así, la pequeña entró al estudio y la cara de Ana fue un poema.

“Miren a quién tengo por acá”, dijo Torres. “¿Querés probar a ver cómo le quedó?”

Anita fue invitada a ser jurado por un rato. Ana confesó que, al ver a los tres jurados junto a su hija, quiso guardar ese momento para siempre.

Entonces Anita dio su devolución: “Vos hiciste que este plato me gustara. Me encantó. Aleluya”, elogió la niña. “¿Para vos entra o no entra a Masterchef?”, le preguntó Torres. “Sí”, contestó ella con seguridad y fue quien entregó el delantal a su madre, que no pudo contener las lágrimas de emoción mientras su hija la ayudaba a atarse.

“Este delantal es para mi hija, va a ser herencia, va a ser un recuerdo de familia”, dijo Ana Carolina al cerrar esta emotiva audición.