La emotiva historia de la niña salteña que soñó con ser como los murguistas de la TV y brilla en La Gran Muñeca

Abril Pereira tiene 28 años, es egresada de la EMAD y le apasiona el Carnaval. Su sueño era cantar en una murga, lo hizo realidad en 2014 y se ganó un lugar gracias a su talento. Esta es su entrañable historia.

Abril Pereira es murguista de La Gran Muñeca.
Abril Pereira es murguista de La Gran Muñeca.
Foto: Ignacio Sánchez

De niña, Abril Pereira (28) esperaba con ansias febrero para ir al Parque Harriague, en su Salto natal, a disfrutar del concurso de murgas con su familia. Picaba papelitos en casa para tirarlos a esos "superhéroes" con sus trajes coloridos y potentes voces. "Era un ritual", recuerda en diálogo con El País. Al regresar a su hogar, prendía la tele para ver el Concurso Oficial en Montevideo. Aunque no entendía mucho, lo que veía la fascinaba, y soñaba con cantar algún día en una murga. Ese sueño se hizo realidad el año pasado en La Gran Muñeca, rodeada de figuras como Edú “Pitufo” Lombardo, Julio Pérez y Aldo Martínez, gracias a una propuesta inesperada.

Si bien la murga parecía una utopía, Abril se abrazó al arte desde pequeña. Su familia siempre estuvo ligada a la danza, y ella estudió folclore, contemporáneo, urbano y ballet. También hizo talleres de teatro e improvisación, sin intención de ser actriz profesional, hasta que, a los 15 años, una profesora de ballet le dijo que la EMAD era como el "Sodre para los actores". "Googleé y dije, 'esto es lo que quiero hacer'. Terminé el liceo, me mudé a Montevideo con mi padre, di la prueba y entré", cuenta la egresada de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático.

Ahí se hizo amiga de Martina Ferreira, con quien hizo la puesta en escena de La Muñeca en 2024, y un día le propuso: "Cantás bien, ¿no querés probarte para mi murga?" Tras un casting, Abril ingresó a la Murga Joven Tute y Conga, y fue su primer acercamiento al canto. "Fue la primera vez que me vi murguista", recuerda. Luego, participó en Cero Bola y Perlita Cucú, dos murgas de mujeres.

Hoy, Abril dedica su vida a las artes escénicas: da clases de teatro y canto, actúa y dirige coros. Quiere seguir en Carnaval, y su meta es centrarse más en la actuación, escribir y crear su propio espectáculo, aunque su mayor deseo es seguir haciendo arte en todas sus formas.

En esta entrevista con El País, habla de su amor por el Carnaval, el machismo en la fiesta popular y su experiencia con La Gran Muñeca, una de las candidatas al título, antes de que se revelen los fallos en la madrugada del lunes 10.

Abril Pereira en La Gran Muñeca 2025.
Abril Pereira en La Gran Muñeca 2025.
Foto: Agostina Vilardo

—Tu primera incursión en el Carnaval fue con Valores en 2022, ¿cómo se dio esa oportunidad?
—Llegué a la comparsa por Jimena Márquez. En un taller de dramaturgia que hice con ella empecé a escribir textos sobre el racismo. Un día, ella me propuso contar mi historia en el escenario, como parte del espectáculo llamado Personas, donde los actores hablaban en primera persona sobre sus vivencias con el racismo. Tenía cero idea de las comparsas, pero el proyecto me pareció muy interesante. Así que acepté, y en esos dos años se convirtieron en mi familia.

—¿Cómo fue tu paso a La Gran Muñeca?
—Llegué a través de Noé, que era pareja de Martín Alaniz. La murga estaba buscando una mujer pero ninguna les convencía y Noé pensó en mí. Nos conocíamos de Perlita Cucú, donde yo había escrito, hecho puesta y cupleteado. Entonces les contó todo lo que hacía. Me llamaron y me preguntaron si podía demostrarlo. Les mandé todo lo que tenía subido a Internet y ese fue mi casting. Al rato me respondieron que a Pitufo le había encantado y, una semana después, empecé a ensayar.

—¿Cómo fue recibir esa noticia?
—Fue estremecedor porque siempre había soñado con estar en una murga. Tener la oportunidad de salir en una tan grande y con nombres como Aldo, Pitufo y Julio, fue una locura.

—¿Te pusieron nerviosa esos nombres?
—Al principio, había muchas especulaciones sobre mis compañeros. En los primeros ensayos me sentía a prueba, pero a medida que fui desarrollando confianza, entendí que estaba allí porque podía cantar esos arreglos y actuar ante miles de personas. Los conocí y se volvieron familia. Julio Pérez, por ejemplo, es mucho mejor de lo que me imaginé. Tenemos una conexión divina.

—¿Es más difícil para la mujer tener un lugar en la murga?
—Sí, porque se espera de nosotras un nivel de excelencia que no se exige a los varones. Los conjuntos, históricamente masculinos, sienten que deben justificar la presencia de una mujer: se canta todo, actúa, cupletea, escribe, hace la puesta. Alguien me dijo que en La Muñeca no se notaba que hubiera una mujer, pero en realidad, la murga suena bien porque hay una mujer.

Murga La Gran Muñeca en la segunda rueda del Carnaval 2025 en el Teatro de Verano.
Murga La Gran Muñeca en la segunda rueda del Carnaval 2025 en el Teatro de Verano.

—¿Cómo ves a las mujeres en la murga hoy?
—Estamos haciendo camino y hay un excelente nivel. Amo ser murguista, y aunque me costó reconocerlo, me sale bien. Como yo, hay muchas que viven la murga con esa pasión.

—Venís de una familia muy carnavalera, ¿cómo viven tu experiencia en la murga?
—Están re contentos. Son hinchas de la murga, pero son fanáticos míos a muerte. Les gusta estar antes en el club, después en los festejos, ser los primeros en abrazarme en el pedregullo. Tenemos el ritual de almorzar pasta los días del Teatro de Verano. Todo esto generó una unión muy linda.

—¿Qué sentiste en tu primer Teatro de Verano cantando una retirada de murga?
—Te prende fuego. Es una energía increíble. Es la previa a bajar a cantar con la gente, y el público te devuelve esa emoción. Es muy fervoroso. Es tanto lo que uno siente en tan poco tiempo que la bajada es un alivio enorme.

—Este Carnaval fue especial para La Muñeca: prepararon un espectáculo de cero en 34 ensayos. ¿Cómo viviste ese desafío?
—Estaba muy concentrada en cómo sobrevivir. Más allá del deseo del grupo, que siempre fue "¡de esta vamos a salir!", al principio hubo mucha tristeza, desolación e incertidumbre. El compromiso y el sacrificio de mis compañeros (con fines de semana de 12 horas de ensayo) nos dio seguridad, fortaleza, y eso nos sostuvo.

—La murga funcionó en los tablados y el Concurso, ¿qué sentiste con tan buena respuesta?
—Terminamos ese primer Teatro de Verano y confirmamos que el compromiso había dado sus frutos. Fue explosivo y memorable. El profesionalismo y el oficio hacen que se pueda salir a defender el espectáculo con mucha seguridad, más allá de los 34 ensayos.

—¿Le tenés fe para ganar a La Muñeca?
—Le tengo tremenda fe, sin ánimo de ser mufa ni de afilarme. Es una propuesta redonda, con un trabajo global que se nota en el diálogo entre todas las partes.

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