La actuación abrazó a Federico Pereyra en la niñez. Era el primero en levantar la mano si había que representar un personaje principal en la escuela, y fue precisamente en el colegio María Auxiliadora donde empezó a coquetear con el arte. El hoy actor, dramaturgo, docente y parodista se inscribió en un taller de actuación, se fascinó con la experiencia y decidió cambiar el fútbol por las tablas, a pesar de que prometía en el deporte.
Su primer vínculo con el Carnaval fue gracias a su abuela Vilma, quien lo llevaba a ver festivales de parodistas. Más tarde, a los 15 años, comenzó a disfrutar de esta fiesta popular en el Defensor Sporting junto a su amigo y colega Martín "Pollo" Perrone. En una de esas idas al tablado, escuchó a Miguel Villalba decir, desde el escenario: "Si quiere hacer teatro, anótese". Y le hizo caso.
Se inscribió en Arteatro, cursó la carrera en el Instituto de Actuación de Montevideo (IAM) y, en paralelo, surgió la oportunidad de compartir conocimientos en un rol docente. De hecho, encontró en ese oficio una nueva pasión. Hoy imparte clases de teatro en la Fundación Sophia y los colegios Maturana, San Juan y Crandon.
Es salesiano y está convencido de que esta congregación fue fundamental para forjar su faceta artística, porque le brindaron espacios para desarrollarse: "Me dejaron hacer, y al permitírmelo, me equivoqué y aprendí", asegura a El País.
En Carnaval debutó en parodistas Dundees a los 18, y no paró. Estuvo ocho años en humoristas Cyranos, de 2001 a 2008, luego un año en la revista Carambola y después en la murga Japilong, hasta que en 2012 fundó los parodistas Aristophanes, su casa a pesar de que hoy no estén en el Concurso (ver recuadro). El Carnaval lo formó, y aunque nunca le tocó levantar la copa, con todo lo que ha vivido ya siente que ganó mil veces.
Hoy vive un Concurso único con Momosapiens: se sube al escenario junto a dos ídolos (Horacio Rubino y Miguel Villalba) e interpreta a un tetrapléjico, Felipe, en la parodia de Amigos inseparables, la película protagonizada por Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna. Es uno de los mayores desafíos de su carrera.
Del proceso creativo, la increíble recepción del público, el amor por Momo y lo poco que le interesa ganar la copa, habló con El País. Horas antes de su llegada a la Liguilla, entonces, esta nota.
Aristophanes fue su escuela, su casa y el lugar donde estaban sus amigos. Define a este conjunto como una creación genuina y rupturista, y aunque no sabe si algún día se lo reconocerán, está convencido de que parte del "ablandamiento" de la categoría es gracias al "palito" que dieron: "Antes el parodismo era pose, y hubo cierta transformación. Creo que fue un aporte al Carnaval".
Opina que este conjunto perteneciente al Grupo Texas fue vanguardia en los primeros cinco años, y reconoce que con el tiempo ha aprendido que no se puede ser vanguardia toda la vida. No descarta que algún día vuelvan a salir en Carnaval, pero no será en el corto plazo. "Debo confesar que estoy muy a gusto en Momosapiens, así que no lo estoy pensando como algo cercano. Podemos volver si de nuevo aparece el fuego de querer contar historias a nuestra forma", asegura.
Momo más allá de la copa
En este Carnaval, Federico no para de conmoverse. A los elogios y mensajes emotivos que recibe a diario, se suma una situación familiar muy especial. Su abuelo materno murió a causa de una distrofia muscular, pasó mucho tiempo en silla de ruedas y, al terminar la primera rueda, su madre corrió llorando a abrazarlo y le dijo: "Vi a tu abuelo Pelé. No pude dejar de pensar en él todo el tiempo que te vi en silla de ruedas".
La idea de la parodia partió de él y, según dice, lo que más lo sedujo fue el encuentro de dos mundos tan distintos: "Cómo ese hombre rico pero discapacitado (Felipe) necesita de una persona que parece venir de otro mundo (Tito) y no la puede ayudar". Más allá de la discapacidad, sintió que en ese vínculo había algo conmovedor que valía la pena contar.
Luego apareció todo lo físico que conlleva estar en silla de ruedas. Cuenta que tiene códigos con sus compañeros para que le rasquen la nariz cuando le pica en un tablado, ya que su personaje tampoco puede mover los brazos.
"En el primer ensayo en silla de ruedas, Rubino me corrió a un costado y quedé toda una escena inmóvil, mirando contra la pared mientras corregía. Podría haberme levantado, pero quise vivirlo como un tetrapléjico, que no puede ni mover un brazo para llamar la atención", relata quien se inspiró en la actuación de Oscar Martínez para su preparación. "Me ayudó mucho observar cómo miraba, cómo movía la cabeza, cómo se colocaba al ver a la chica amada, a quien solo conocía por carta".
—¿Qué te está movilizando este personaje?
—Tiene que ver con la empatía y los detalles sutiles del día a día. Por ejemplo, si voy apurado en el auto y sé que bloqueo una rampa, no puedo dejarlo así. A nivel macro, se trata de poner en la agenda a una minoría que a menudo queda para después, tal vez porque no hace ruido. Es crear para que estas personas se sientan más acompañadas e iguales. Esto quedará en mi registro corporal y mental para siempre.
—¿Qué comentarios has recibido del público sobre tu interpretación?
—La parodia es muy aplaudida en todos los tablados y se valora mucho el trabajo. Recibimos muchos mensajes. Recuerdo especialmente el abrazo con Eloy, un acompañante de un chico con discapacidad mental. Fue al Club Malvín, pero no pudo ver la parodia porque llevamos la otra. Entonces armamos una movida para que pudiera ir al Teatro de Verano. Fue muy fuerte: se acercó, me agradeció y me abrazó profundamente. No nos soltábamos, y él no paraba de llorar en mi hombro.
—¿Has recibido algún elogio de algún colega de Carnaval que admires?
—Sí, muchos. Una noche nos cruzamos con Adams en un tablado y Gerardo Nieto me felicitó por el laburo, dijo que era increíble. Estuve a punto de pedirle una foto, pero me puse en modo colega. Se lo conté a mi señora, fanática de Karibe con K, y no lo podía creer. Es divino cuando un compañero te felicita, a pesar de la competencia.
—Si no te importa ganar, ¿qué te mantiene cerca del Carnaval y qué te hace amar esta fiesta?
—Que no compito. Hace poco, un compañero dijo: "Mi sueño es ganar la copa con Momosapiens", y pensé, "me diste un motivo, me encantaría cumplirte el sueño". Pero ganar no me motiva. Lo que me mueve son los tablados, ver a tanta gente disfrutar de los espectáculos, saber que estamos en un país que dedica un mes y medio a un festival de comedias musicales, y que el pueblo pueda expresarse a través del arte. Si gano, probablemente festeje, pero no dejaría de hacer Carnaval si quedo tercero.
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