Está en "Envidiosa", Netflix la fichó para sus nuevas series y debuta en Uruguay con la obra que la transformó

Camila Peralta actuará por primera vez en Montevideo este 9 y 10 de agosto con "Suavecita", el unipersonal con el que sintió que se había ganado un lugar. Sobre eso y su gran presente, habló con El País.

Camila Peralta en la obra "Suavecita".
Camila Peralta en la obra "Suavecita".
Foto: Gentileza.

En junio de 2023, Camila Peralta estrenó Suavecita, unipersonal que nació en el off porteño, llegó a calle Corrientes y la convirtió en la “it girl” del teatro argentino independiente. Con esa obra de Martín Bontempo que le dio el premio ACE a mejor actuación femenina en unipersonal y varias nominaciones al Martín Fierro de Teatro, llega por primera vez a Montevideo. Se presenta este sábado y domingo en el marco de la temporada 2025 de El Galpón internacional. Entradas disponibles por Redtickets.

Con 33 años, la actriz nacida en la serrana ciudad de Balcarce y formada por Cristina Banegas y Valentina Fernández de Rosa, ha sido parte de varias obras de teatro como Las cautivas junto a Lorena Vega y En la Piel, de Martin Bontempo. También ha trabajado en cine (en Puan, Clara se pierde en el bosque y Nancy, entre otras), y en series de Netflix como División Palermo, Casi Feliz y Envidiosa. El 14 de agosto se suma al universo de El Marginal, como una de las presidiarias de la serie En el barro.

Y para Netflix también será parte de la serie policial sobre Aníbal Gordon que protagoniza Rodrigo de la Serna, dirige Pablo Trapero y produce Adrián Suar. Inspirada en hechos reales, la serie ambientada en los '70 mostrará la transformación de Gordon: de delincuente común a figura clave en esos tiempos de violencia y conspiraciones.

Mientras toma una "sopita casera de verduritas con municiones" antes de ir a un ensayo, Camila Peralta se queja del frío de Buenos Aires. “Es la vida de la actriz”, dice entre risas sobre su escaso almuerzo y poco tiempo libre. La excusa para hablar con la actriz, directora, performer y revelación del teatro independiente argentino es esta obra que le abrió las puertas a nuevos públicos y plataformas, también de su carrera y sus proyectos.

Está muy entusiasmada por el viaje, porque nunca actuó en Uruguay, dice Peralta por teléfono a El País. “Varios amigos uruguayos que vinieron a ver la obra a Buenos Aires me dijeron que les pareció muy cercana, que el humor y la forma de contar se sentían familiares. Eso me dejó con ganas de cruzar el charco y ver qué pasa allá. Cómo se encuentra el público uruguayo con esta historia”, agrega sobre Suavecita, el unipersonal ambientado en un hospital donde interpreta a una trabajadora sexual con poderes para la curación.

Camila Peralta en la obra "Suavecita".
Camila Peralta en la obra "Suavecita".
Foto: Gentileza.

—La gacetilla y quienes recomiendan la obra no dicen de qué trata, convirtiendo la obra en una experiencia. ¿Por qué tanto misterio?
—Es curioso porque no fue algo planeado. Nunca dijimos “vamos a ocultar la trama”. Lo que pasó es que el propio público empezó a recomendarla así, sin spoilear nada. Iban a verla, les gustaba, y cuando se la comentaban a alguien más, le decían: “andá, pero no te cuento nada, mejor que la descubras”. Y eso generó como una especie de pacto. Claro que se puede contar de qué va, no pasa nada, pero hay algo en ese factor sorpresa, en descubrir junto con el personaje lo que va sucediendo, que le da un plus a la experiencia. Entonces solo decimos lo justo y dejamos que la gente lo viva.

—¿Cómo fue el proceso de crear más de cinco personajes para un solo espectáculo?
—Fue muy disfrutable. Desde que empecé a actuar, lo que más me divierte es cambiar de personaje. En general, en una obra o en una serie hacés uno solo, y acá tuve la posibilidad de jugar con muchos. Y lo bueno es que no es un capricho para mostrar que sé hacer muchas voces o gestos, sino que la historia lo pide. Como estoy sola en escena, me ayuda mucho interpretar a quienes se van cruzando con el personaje principal, o imaginar esas voces internas, esas fantasías. Además, el universo de la obra es bastante delirante y me da mucho margen para crear desde distintos registros.

—La obra empezó en el circuito independiente, llegó a calle Corrientes y ahora viene a Uruguay. ¿Cómo viviste ese recorrido y cómo cambió tu vínculo con el público?
—Fue un proceso muy hermoso. Al principio nos pasó lo que suele pasar con el teatro independiente en Buenos Aires: los primeros en ir son amigos, gente conocida, colegas. Pero enseguida se generó un boca a boca que hizo que viniera otro tipo de público, gente que no me conocía ni venía del palo del teatro. Eso fue clave para que la obra se mantuviera tanto tiempo en cartel. Ya llevamos más de dos años. Y fue muy lindo ver cómo, al llegar a salas más grandes, también se sumaban públicos diversos: médicos, porque la obra transcurre en un hospital; psicólogos; estudiantes de teatro; gente grande; gente joven. Esa mezcla es muy linda. Y a nivel actoral, me ayudó a ganar confianza. Los nervios nunca se van, pero cuando estás muchas funciones con un mismo material, empezás a probar más, a cambiar cosas en escena, a sorprenderte incluso a vos misma.

—En tu obra anterior eras “La Cosa”, un ser sin sexualidad. Ahora hacés de una trabajadora sexual. ¿Cómo vivís esos contrastes?
—Me encanta. En la otra obra de Martín Bontempo hacía de un personaje más parecido a un bicho que a una persona. No tenía lenguaje, ni contacto con lo erótico, ni nada de eso. Y ahora con Suavecita es todo lo contrario: es un personaje que tiene mucha ternura, mucha sensibilidad, pero también algo muy erótico, muy corporal, que me divierte un montón trabajar. Me gusta pasar de un extremo al otro. En lo personal soy bastante tranquila, muy de estar en casa. No soy de hacer show si llego a un lugar. Pero en el escenario, sí: ahí aparece algo distinto, es como un escudo, una energía que te atraviesa. Ya lo vivo como algo natural, parte de mi vida.

—Los medios te nombran como una figura emergente, una promesa del teatro. ¿Cómo te llevás con los elogios?
—Bien, me hace bien. Me da ganas de seguir, de arriesgarme más. Creo que cuando cierta gente del medio te valida, te sentís con más libertad para probar cosas nuevas, para jugártela. Porque sabés que si fallás, igual ya mostraste que podés hacer algo bien. Y lo más importante es que los elogios te dan trabajo, que es lo que más valoro en este momento. Por como está la Argentina, seguir trabajando en lo que me gusta ya es muchísimo. Así que estoy muy agradecida.

—Estuviste en Puan, en Envidiosa y vas a ser parte de En el barro. ¿Cómo convivís con los ritmos tan distintos del teatro y de las ficciones?
—Al principio cuesta, pero después le agarrás el gusto. El año pasado, por ejemplo, filmaba En el barro durante diez horas y después me iba a hacer la función. A veces al revés: salía del teatro y al otro día ya tenía rodaje. Es exigente, pero si el grupo es bueno, todo fluye mejor. En el teatro es más común que se formen grupos, porque empujamos todos para el mismo lado. Con Suavecita fue así desde el comienzo: éramos un grupo de amigos con ganas de hacer algo. Y en los rodajes, si bien la dinámica es más fragmentada, también se puede armar familia. Con En el barro se dio eso, y cuando pasa, se nota en escena: actuar se vuelve más fácil, más placentero. Y sentirte bien con quienes te rodean impacta directamente en tu trabajo.

—Has dicho que aprendiste mucho viendo sketchs del programa de Juana Molina. ¿Cómo fue trabajar con ella en el spin off de El marginal?
—Fue increíble. La conocí por canal Volver, cuando pasaban las repeticiones de Juana y sus hermanas, y recuerdo a mi familia muerta de risa. Me acuerdo de eso como algo muy cálido. Sentí que quería hacer lo mismo: provocar esa risa, ese disfrute. Y estar después al lado de Juana Molina, compartir rodaje y verla tan fresca, tan creativa, con tantas ganas de jugar… fue un aprendizaje enorme. Me consumí todos sus videos en YouTube, así que ya tenerla al lado fue un regalo. Con En el barro me pasó eso: que ya el hecho de hacerlo, de estar ahí, fue algo ganado.

—¿Tenés algún plan para descansar o se sigue a full?
—Ahora mismo, estoy a full. Y me pasa algo: cuando tengo tiempo libre me empiezo a sentir rara, como que no sé qué hacer. Entonces por ahora mi descanso sería en diciembre, si no sale nada nuevo. Pero en setiembre estreno una nueva obra con Mariano Tenconi, que sigue hasta noviembre; Suavecita sigue en Buenos Aires y en octubre viajamos a Europa con la obra; y además empiezo a filmar una serie nueva y una película. Así que sí, por suerte con mucho laburo.

—¿En qué momento sentiste que te empezaban a reconocer, que habías ganado un lugar?
—Creo que fue el año pasado con Suavecita. Me sorprendió mucho que una obra independiente me diera ese lugar. Vinieron a verla muchísimos actores y actrices que yo admiro, y eso fue un montón. Y también pasa que, cuando alguien que ya te vio y te valora te llama para un nuevo proyecto, arrancás desde otro lugar, con más seguridad, más confianza, como entre pares. Estoy en un momento muy lindo.

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