Héctor Llanos Martínez / El País de Madrid
En una de las primeras secuencias de la tercera temporada de The White Lotus (que estrenó Max el lunes 17 de febrero), un barco que surca aguas tailandesas transporta a una colección de nuevos personajes. Nos encontramos a una pareja cuya dispar edad es solo una más de sus muchas diferencias. También hay una familia adinerada procedente del conservador sur de Estados Unidos (padre que es hombre de negocios, madre sobremedicada y tres hijos jóvenes). Y tres amigas de la infancia que viajan juntas para reforzar su relación y que se quieren... a su manera. Reaparece Belinda, el personaje que interpretó Natasha Rothwell en la primera temporada: la agotada gerente de spa que viaja a un hotel de Tailandia para aprender nuevas técnicas que implantar su propio negocio.

“Esta vez, el conflicto de los personajes nace al viajar a un lugar en donde buscan conectar con su lado espiritual y, en cambio, se encuentran con que deben enfrentarse a sus impulsos más primarios”, avanzaba Mike White, creador de la serie durante un descanso del rodaje de estos nuevos capítulos el pasado mes de abril en el país asiático, a donde viajó El País invitado por la plataforma. La ficción se ríe como nunca de la que es una constante en sus tramas: la muerte.

No se destripa nada al decir que el primer episodio comienza, como es ya tradición, con una muerte ambigua. El particular juego narrativo de la serie hace que el espectador retroceda hasta el comienzo del viaje, cuando un puñado de clientes adinerados (y casi siempre infelices) interactúan con los trabajadores de un resort de lujo, esta vez en una exótica isla del sureste asiático. No importa los kilómetros que los separen de su lugar de procedencia, todos se llevan consigo sus relaciones tóxicas y sus secretos, a los que se suman los choques culturales que experimentan con la gente local.

Además de la espiritualidad que aporta un enclave budista (y de la apropiación cultural que eso conlleva), The White Lotus, que ya tiene confirmada una cuarta tanda de episodios, ronda esta vez conceptos como la muerte y la identidad en la que White describe como su temporada más oscura. Un involuntario delirio febril marcó el tono de esta tercera historia. Además de exitoso showrunner de esta serie, el estadounidense es un recurrente concursante de reality shows como Supervivientes. Solo conocía la isla de Phuket, una de las localizaciones tailandesas de esta temporada, por haber caído eliminado junto a su padre en la etapa de The Amazing Race (concurso estadounidense similar a Pekín Express) que hacía parada en ella.

Aunque no tenía un buen recuerdo del lugar, decidió regresar al país para ver si podía ser la localización de esta tercera temporada. Esta vez, se relacionó con gente local y no con un puñado de concursantes de realities estadounidenses, y la experiencia fue mucho más satisfactoria, admite. Pero una inesperada bronquitis le llevó a un hospital tailandés. Enchufado a un nebulizador, que le permitía inhalar medicamentos, se pasó dos días en una cama sin poder dormir. “Lo bueno es que salí de allí con una idea bastante trazada de lo que iba a ser la temporada. Lo malo, es que no sé cómo explicar ahora a los actores de dónde ha salido toda esa mierda personal mía que tienen que interpretar”, recordaba el creador a este periódico.

Precisamente es su forma de dirigir a los actores la que hace que esta sea una serie diferente, opina Jason Isaacs, visto en la saga de Harry Potter y en series como Star Trek, The OA y Awake. En The White Lotus interpreta a ese padre de familia acomodada que comienza a recibir a través del teléfono malas noticias sobre sus negocios en Estados Unidos mientras intenta aparentar normalidad ante su mujer y sus hijos. “Mike es muy bueno escribiendo sobre gente increíble en situaciones horribles; en lograr que al espectador le apetezca ver cómo suceden cosas que nadie querría ver ni experimentar. Sabe recrearse en ellas sin crear rechazo”, defiende el actor tras rodar una escena con su esposa en la ficción, la actriz Parker Posey. “Pero un buen guion no es suficiente para sacar adelante una serie tan particular como esta; la clave está en crear el clímax adecuado. Mike obliga a sus actores a sorprenderse, incluso a impactarse a sí mismos”, continúa.

En esa escena que se encontraban grabando Isaacs y Posey, que como casi siempre en esta serie ocurre en torno a una mesa, interviene también Sarah Catherine Hook, que interpreta a Piper, una de sus tres hijos. Es la que ha llevado a la familia a ese resort tailandés, en el que invitan a sus huéspedes a que abandonen sus teléfonos móviles y demás aparatos electrónicos para desintoxicarse de las pantallas. Atraído por la opulencia del lugar, el matrimonio descubre que su hija está allí para hacerles saber que quiere dar un inesperado giro a su vida. La tailandesa Lisa Manobal, una de las integrantes de la banda de pop coreano Blackpink, forma parte del equipo que trabaja en este hotel que flirtea con el guardia de seguridad del recinto, interpretado por Tayme Thapthimthong.

El reparto se ha pasado seis meses en Tailandia, grabando principalmente en Phuket y en el Four Seasons de otra de las islas tailandesas, Koh Samui, cuyas habitaciones en temporada alta cuestan casi 2.000 euros la noche. A pesar de sus desorbitados precios, las reservas en las sucursales de la cadena hotelera que sirvieron de escenario de las dos temporadas anteriores de The White Lotus, en Maui (Hawái) y Taormina (Italia), se dispararon tras aparecer en la serie.