Redacción El País
El miércoles, Nacional se enfrentó a Bahía por la cuarta fecha del grupo F de la Copa Libertadores y triunfó con un 3 a 1 contra el cuadro brasileño, aunque no alcanzó para que el equipo uruguayo saliera del último puesto de la tabla. El jueves podrá cambiar la historia cuando juegue contra Internacional en el Gran Parque Central.

Pero más allá del fútbol y de los resultados, el miércoles Flavio Perchman, vicepresidente de Nacional, protagonizó un inesperado intercambio durante su entrevista para Convocados, el programa de El Espectador Deportes que conducen Rodrigo Romano, Fernando Corchs y Diego Muñoz.

Entrevistado por Fabián Bertolini desde un hotel de Salvador antes del partido que se jugaría en el Arena Fonte Nova, Perchman habló sobre la importancia del cotejo y aseguró que "la única chance" para seguir adelante "es ganar". También aseguró que su verdadero objetivo es que Nacional llegue a la Copa Sudamericana y explicó que antes de que termine el año piensa en vender a algún jugador del cuadro.

Cuando Bertolini le cedió el micrófono al vice tricolor para que siguiera con la entrevista con el resto del equipo, Perchman sorprendió al dejarlo apoyado sobre el pecho durante el resto de la nota mientras se recostaba cómodamente en un sillón. Entonces, Romano decidió cortar el ritmo de la conversación para hacer un comentario sobre el tema. "Flavio, estás en todos los detalles, al punto que dejaste el micrófono en reposo. No lo tocás", le comentó al entrevistado, que no había prestado atención al asunto. "Se escucha bárbaro", agregó.

Corchs, entonces, le lanzó una picante frase: "Nunca había visto a un dirigente bajar un micrófono con el pecho”. Muñoz se sumó al chiste y dijo: "No sabés la cantidad de mensajes que hay acá sobre tu actitud de poner el micrófono ahí... donde lo tenés".

Ante la singular situación, Perchman se acomodó en el sillón como para retomar la postura con la que había iniciado la entrevista, pero Romano lanzó: "Dejalo, ¡está relajado". Bertolini, para evitar que el dirigente se sintiera incómodo, agregó: "Todos se ríen de Flavio, pero yo también lo puedo hacer". "No es risa, es muy bueno", cerró Romano.