A 16 años de aquella audición que la convirtió en un fenómeno global, Susan Boyle (64) volvió a los titulares de todo el mundo. La cantante reapareció en la alfombra roja de los Pride of Britain Awards con un look completamente distinto al que la hizo reconocible en 2009.
En su cuenta de Instagram, la artista compartió un álbum de fotos del evento, en el que expresó su emoción por “homenajear a tantas personas verdaderamente inspiradoras”. Las imágenes sorprendieron a sus seguidores, que no tardaron en llenar la publicación de comentarios.
Muchos elogiaron su corte de pelo hasta los hombros, alisado y en color rubio, muy diferente a como solía usarlo años atrás. “Te ves hermosa Susan”, “Te ves hermosa y tu cabello se ve fabuloso también” y “Luciendo absolutamente hermosa... y un conjunto tan hermoso”, fueron solo algunos de ellos.
Susan Boyle nació el 1 de abril de 1961 en West Lothian y creció en Blackburn, Escocia, como la menor de nueve hermanos. Su infancia estuvo marcada por la timidez, las burlas y dificultades de aprendizaje. Pero todo cambió en 2009 cuando se animó a audicionar para la tercera temporada de Britain’s Got Talent y eligió interpretar “I Dreamed a Dream” del musical Les Misérables.
Lo que comenzó como una presentación humilde terminó con una ovación de pie y una de las escenas más virales en la historia de la televisión británica. Aunque no ganó el certamen, su vida dio un giro radical con la publicación de su primer álbum, I Dreamed a Dream, lanzado en noviembre de 2009, el cual vendió más de 10 millones de copias en todo el mundo.
Este fue el puntapié para consagrarse como una gran artista y a lo largo de una década publicó varios discos y superó los 25 millones de ventas globales. También inspiró un musical sobre su vida y fue invitada por el entonces presidente Barack Obama a cantar en el Día de la Independencia de los Estados Unidos. Aunque su éxito fue arrollador, siempre mantuvo un perfil bajo, nunca dejó su casa familiar de Blackburn y se mostró siempre fiel a sus raíces. De hecho, durante un tiempo se alejó de los flashes.
En 2013 fue diagnosticada con síndrome de Asperger, lo que le permitió comprender mejor los desafíos que enfrentó durante su vida. “Nadie me lo dijo. Pensé que tenía una enfermedad más grave y que no podía funcionar correctamente”, contó a The Guardian. Pero uno de los dolores más fuertes para la artista fue alcanzar el éxito meses después de que su madre muriera.
“Le prometí que haría algo con mi vida. Espiritualmente, ella está conmigo todo el tiempo. Sé que ella habló con alguien de arriba porque de lo contrario no habría tenido esto”, aseguró.
La Nación/GDA
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