Una familia se acerca con reposeras y lonas al bosque de Sauce de Portezuelo cuando el sol del mediodía empieza a filtrarse entre los árboles. Rodeada de un inmenso verde y con la brisa del parque acariciando el rostro, se prepara para vivir una jornada donde los sentidos serán protagonistas. El encanto del entorno, el murmullo de la naturaleza y las melodías del jazz se funden en una experiencia que invita a detener el tiempo.
“La idea es hacer una pausa y disfrutar del contacto con la naturaleza mientras se escucha buena música”, dice Fernando Niggemeyer, miembro de la comisión organizadora del festival Jazz en el Bosque y secretario de la Asociación de Fomento y Turismo de Sauce de Portezuelo, antes de una nueva edición del evento.
El festival nació casi por casualidad en 2022, inspirado por unos talleres que organizó Jazz a la Calle en Portezuelo, y con el tiempo se convirtió en la actividad más masiva de la zona. Es gratuito, sin fines de lucro y ni siquiera necesita gran difusión. Ganó fama y prestigio gracias al boca a boca de quienes vivieron la experiencia (y algo de publicidad en redes sociales).
Refleja, además, el compromiso de una comunidad que se enamoró del proyecto y lo potenció desde el día uno. Entre los organizadores hay músicos, diseñadores y muchos vecinos entusiastas.
La zona no para de crecer: hay 10.000 habitantes repartidos en cinco barrios, y cada vez más personas eligen la armonía y la vegetación que regala este rincón de Maldonado para vivir. Entre los nuevos vecinos hay muchos buenos artistas. “Levantás una piedra y te encontrás un músico, así que no es difícil organizar una propuesta con algunos locales de nivel”, comenta Niggemeyer.
El punto de inflexión ocurrió en 2024. A los reconocimientos estatales —Jazz en el Bosque fue declarado de Interés Ministerial y Departamental— se sumó el éxito de convocatoria: para sorpresa de los organizadores, asistieron más de mil personas.
“Explotó. Ahí entendimos que se había convertido en un producto. Registramos el nombre y decidimos profesionalizar el equipo para asegurar calidad”, cuenta. Entre las garantías está la participación como curador de Juan Ibarra, exbaterista de Jaime Roos. “Nos validó, porque es quien invita a los músicos", destaca.
Ahora llega la cuarta edición y la novedad es que, debido al crecimiento que ha tenido, habrá doble fecha: mañana sábado desde el mediodía en el bosque pegado al Centro Cultural de Sauce de Portezuelo (Los Fresnos y Julio Lapi) y el 29 de noviembre en el Club del Lago. En ambos casos, la entrada es gratuita.
Participan destacados músicos como Martín y Nicolás Ibarburu, Hernán Peyrou, Damián Taveira, Martín y Juan Ibarra, Gonzalo Levin, Germán Lamonega y Emmanuel Álvarez, de Argentina.
Al encanto del jazz y la naturaleza se suma la feria de artesanías y gastronomía de El Mercadillo, un clásico de Sauce donde los productores locales ofrecen delicias caseras, cervezas artesanales y piezas de diseño.
Un festival que nació de casualidad y tiene fin ambiental
Este festival le debe mucho a la pandemia. Quizás Jazz a la Calle no hubiera elegido esta locación en otro contexto, pero Sauce era uno de los pocos sitios en Maldonado con espacio al aire libre para tocar. “Fue un poco de casualidad, porque si se hubiera hecho en otro lado esto no hubiera surgido. Aprovechamos la oportunidad”, se sincera Niggemeyer.
Aquella jam session de un viernes por la noche de 2021 vino como anillo al dedo, aunque ya había antecedentes de una movida cultural efervescente. Ese mismo año se construyó, con un método sustentable, la sede de la Asociación de Fomento —donde funciona el Centro Cultural de Sauce—, que permite realizar actividades y talleres artísticos todo el año.
Las crisis financiera que acarreó la pandemia también impulsó la creación de El Mercadillo, un espacio de encuentro a cielo abierto donde los artesanos locales podían vender sus productos y conversar con otros vecinos. Cada sábado, aprovechaban la feria para sumar shows en vivo. “Fue un gran motor de lo que hoy sucede”, recuerda Niggemeyer.
Jazz en el Bosque está muy alineado con el estilo de vida de Sauce: predomina el gusto por la vegetación, la fauna y la pausa, junto a una fuerte militancia por conservar el entorno natural.
Incluso el nombre del festival busca visibilizar una preocupación: “En la medida en que Sauce se siga urbanizando, ese bosque lo vamos a ir perdiendo. Nuestra propuesta es tratar de sostenerlo a través de los espacios verdes y de que la gente cuide el lugar donde construye”.
Para quienes viven próximos al bosque o la playa, ver zorros pasar es moneda corriente. La meta es trabajar para que este paisaje sobreviva.
“En la medida en que esto se pueble, va a tender a disminuir, pero la idea es preservar lo que se pueda. Generar actividades vinculadas al ambiente y la naturaleza también es un granito de arena”, opina el organizador.
"Venimos trabajando en el desarrollo sostenible de la zona, en cómo generar comunidad y crear propuestas interesantes para los vecinos. Jazz en el Bosque es la coronación de todo eso”, concluye.