En Hijos del culo late la identidad más cruda y lúcida de Bersuit Vergarabat. Veinticinco años después, el álbum sigue afilado: incomoda, se burla, golpea y conmueve con la misma intensidad que en su lanzamiento. Su portada inquietante —la niña de los ojos desorbitados—, la mezcla desprejuiciada de ritmos populares, los estribillos inoxidables y esa poesía urbana que convive con el desparpajo delinean el retrato de un quiebre. Un disco que marcó a una generación y selló el fenómeno Bersuit.
Ese salto, claro, merece festejo. Este viernes, el grupo llega a Montevideo Music Box para celebrarlo. Bersuit Vergarabat repasará por completo el disco que incluye himnos como “La bolsa”, “Toco y me voy” y “Negra murguera”, y sumará otros clásicos como “Yo tomo”, “Sr. Cobranza” y “Se viene”. Las entradas se venden en RedTickets, de 1.990 a 2.680 pesos. En diálogo con El País, Juan Subirá, tecladista y uno de los compositores de la banda, anticipa un show de “mucha energía”.
¿Cómo se gestó semejante salto? Subirá recuerda que Hijos del culo nació en un momento crucial. Libertinaje (1998), su cuarto álbum y el primero con producción de Gustavo Santaolalla, había sido un golpe contundente. Con la furia de “Se viene” y “Sr. Cobranza” —la versión del tema de Las Manos de Filippi que tuvo rotación obligada en MTV—, más éxitos como “Yo tomo” y “Murguita del Sur”, la banda comenzó a girar por Latinoamérica y España. Fue un punto de inflexión que, a la vez, planteaba un desafío.
“Sabíamos que el siguiente disco iba a ser muy importante porque Libertinaje había sido tan potente y tumultuoso que teníamos que lograr algo con el peso artístico suficiente como para no quedarnos atrás”, admite Subirá. “Teníamos que defender el título que habíamos conseguido.”
La primera decisión fue volver a trabajar con Santaolalla, uno de los productores esenciales de la música latina. La otra, no menor, fue confiar en lo que habían construido tras una década juntos: “En esa época había una química interna y creativa muy potente. Eso ayudó a que la cosa estuviera bien barajada”.
La cosecha inaugural de canciones para Hijos del culo fue auspiciosa. Una de ellas fue “La bolsa”, que se convertiría en un himno infaltable en los pogos. “Surgió en un asado en Córdoba, y es un cuartetazo bien al estilo cordobés”, relata Subirá. El tema, cuenta entre risas, nació como un juego colectivo: “Alguien incautó las pertenencias de algunos de los muchachos que viajaban con nosotros, y empezó una pesquisa interna. Como nadie se hacía cargo, todos pasaron a ser sospechosos”.
La canción, bien explícita (“Entregá la cameruza ahora / Te vamo’ a perdonar”, dispara uno de los personajes), se escribió ahí mismo, en pleno asado y con guitarra en mano. El proceso quedó filmado: se ve al grupo lanzando frases, probando melodías y celebrando cada ocurrencia mientras nace ese estribillo contagioso. Ese video, disponible en las redes de la banda, se proyectará durante el show en Montevideo.
La otra destacada de aquella primera tanda fue “Toco y me voy”, que Subirá compuso en honor al futbolista Ricardo Bochini. Surgió en pleno Mundial del ‘98, cuando el bajista Pepe Céspedes lo visitaba para ver los partidos. “Yo tenía el teclado armado en casa, y mientras mirábamos algún partido, Pepe iba grabando ideas que tenía. Entonces se fusionaron ambas cosas”, recuerda.
El clima ayudó: “El ritmo daba para una cosa futbolera, y me inspiré en un jugador de los sesenta que, en una entrevista, le preguntaron cómo era su juego y respondió: ‘Yo toco y me voy’”. La frase, dice, quedó instalada en el inconsciente colectivo y se volvió el punto de partida de ese estribillo memorable que en el disco se corea como en la cancha.
“Después de que salieron ‘La bolsa’ y ‘Toco y me voy’, Gustavo Santaolalla se empezó a quedar más tranquilo porque vio que las canciones aparecían”, asegura Subirá.
La confirmación llegó más adelante, cuando el tecladista dio forma a “Negra murguera”, que, además de ser uno de los puntos altos de Hijos del culo, conecta directamente con la música uruguaya, una presencia decisiva para Bersuit. Su discografía ya tenía varios ejemplos: en Don Leopardo (1996) habían grabado una versión de “Al fondo de la red”, de Mauricio Ubal; y en Libertinaje (1998), el candombe y la murga se saludan en “Murguita del Sur”.
“Negra murguera” es una canción nacida en sueños. “Veníamos de tocar en La Plata y me acosté muy tarde, como a las seis de la mañana”, relata. “A eso del mediodía empezó a pasar algo en mi cabeza: en mi sueño se metieron unas percusiones que venían de la calle; era una murga que se juntaba en la esquina de casa. Cuando me desperté, empecé a escribir de una forma medio arrebatada y un poco anárquica”.
Otra vez, el rol de Céspedes fue decisivo. “Pepe, que tiene una mirada tan musical de la vida, empezó a señalar que en tal frase había un ritmo, y así fui armando una historia. Cuando apareció la melodía, Pepe armonizó todo y creó ese viaje alucinante”, cuenta.
Para la grabación de “Negra murguera”, que Milo J viene llevando a nuevas generaciones de la mano de Agarrate Catalina, la banda convocó a Alejandro Balbis —que estaba recién radicado en Buenos Aires— para dirigir el coro. También incorporaron bombo, platillo y redoblante de músicos de Falta y Resto y Contrafarsa.
El plantel se repitió en la festiva “Es importante”, que cierra el disco y mezcla candombe, guiños al fraseo de Jaime Roos, una retirada murguera y tintes tangueros.
La tríada de inspiración uruguaya en Hijos del culo se completa con “Desconexión sideral”, un candombe inspirado en el cuento “Calidoscopio”, de Ray Bradbury. La letra, que narra la historia de “un astronauta y una bruja”, marca la tónica que entrelaza las 15 piezas del disco: es un álbum repleto de personajes. En poco más de una hora desfilan figuras como “El gordo motoneta”; el rebelde de “La del toro”; “El viejo de arriba”; el niño víctima de maltrato en “Caroncha”; el tano que insulta sin filtros en “La vida boba”; el trasnochado “Grasún”; y, por supuesto, “El porteño de ley”.
“Es un disco plagado de personajes, y fue un gran logro eso, porque permitió que el que escuchaba, de alguna manera, viajara y vibrara cada historia”, asegura Subirá.
El título del disco completa el enfoque. En una entrevista de 2021 con la argentina Pauli Echeverría, el cantante Cóndor Sbarbati explicó: “Los ‘Hijos del culo’ son los que nacieron por atrás. Los malparidos, los abandonados; esos tragicómicos personajes que también tienen derecho a contar su historia”.
Esa colección de criaturas que todavía interpelan volverá a ser invocada este viernes, cuando Bersuit llegue a Montevideo Music Box. Y no será un gesto nostálgico: será la confirmación de que esas historias siguen tan vivas como en el 2000.
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