Mayra Nebril sabe que en literatura hay una máxima que dice que menos es más. Lo demostró con inteligencia en Inédita herencia (2019), su debut de apenas 74 páginas que le valió el segundo Premio Nacional de Literatura. Pero algo cambió cuando comenzó El ajolote de Althusser (2023): era momento de rebelarse, de explorar un camino alternativo.
Así nació una novela de 285 páginas ambientada en un Montevideo distópico donde la obesidad se trata como pandemia. La organización ASUMME (Adelgazamientos Sociales Un Mundo Mejor Existe) ofrece un método que parece infalible: encapsular a las personas durante meses para adelgazarlas, borrando cualquier rastro físico de su gordura.
Premiada con el Lussich de Literatura, Nebril construyó un libro “para quedar pipón” —como advertía la contratapa— que plantea una pregunta inquietante: ¿hasta qué punto puede uno desprenderse de su obesidad sin perder una parte de sí mismo? La historia se entrelaza con la de una novelista que lucha con sus kilos de más hasta que descubre el movimiento Orgullo Gordo.
El ajolote de Althusser mostró la curiosidad de Nebril por las exploraciones literarias y los géneros híbridos, y marcó una reinvención de su escritura: para la psicóloga y autora, ahora “más es más”. Esa premisa guía su tercera novela, El cuerpo del amor, donde lleva su ambición a un nivel aún más audaz.
Editado por Estuario y disponible en librerías por 650 pesos, el libro no solo dialoga con las ilustraciones de Perro Studio, sino que se narra por partida doble: la primera mitad es novela; la segunda, su adaptación teatral. Cada una funciona por sí sola, pero al leerse juntas el texto se expande: surgen matices, detalles y los personajes revelan nuevas perspectivas. Es como mirarse al espejo durante un largo rato: el rostro que uno creía conocer de memoria adquiere nuevos rasgos, nuevas marcas.
La trama de El cuerpo del amor atrapa de inmediato. Una mujer entra a una casa de tatuajes con una idea insólita: tatuarse el cuerpo entero con pluma y tinta. La propuesta toma por sorpresa al encargado del lugar —el Ink Palace—, pero es solo el inicio. Como las vacas marcadas en las carnicerías de antaño, planea dividir su cuerpo en 27 cortes para que cada uno se cubra con un texto sobre el amor.
La selección es variopinta: en su piel dialogan textos de Cristina Peri Rossi, O. Henry, Paul B. Preciado, Corín Tellado, Gabriela Mistral, Julio Cortázar y hasta uno de Assul García sobre la forma más eficaz de iniciar una conversación en Tinder. Como si se tratara de la última novela que Gustave Flaubert publicó en vida, esa antología hecha carne refleja su “educación sentimental”.
Las largas sesiones con Esteban, el encargado de dar forma a esa obra secreta y efímera —la tinta se borrará en cuestión de días—, abren un espacio para el diálogo, para tender un puente entre ambos. “Son dos personas que fueron personajes secundarios en sus propias vidas”, define Nebril en charla con El País.
La inspiración para ambientar la historia en una casa de tatuajes surgió, explica la autora, de una observación cotidiana. Durante años, debajo de uno de sus consultorios funcionó un pequeño local de tatuajes. Cada vez que recibía a un paciente veía que algunas personas podían pasar horas en esas camillas oscuras.
“Me daba mucha curiosidad pensar de qué hablarían durante tanto tiempo”, asegura. “También me interesaba la relación tan particular que se establece: hay una cierta desnudez y un total desconocimiento del otro”. Ese fue el punto de partida para El cuerpo del amor: dos desconocidos que exponen las cicatrices impuestas por sus relaciones.
“Se encuentran y, cuando empiezan a hablar, descubren una zona común que les permite lograr una intimidad sin efectos ni consecuencias”, agrega. “Sin embargo, logran decir cosas que quizás no se animarían a contarle ni a su mejor amigo”. Ese encuentro fortuito, entonces, se convierte en una forma de exorcizar y de sanar una herida interior.
En El cuerpo del amor se reafirman varias de las temáticas que alimentan la obra de Nebril, una autora que merece ser descubierta y compartida. En sus páginas respiran erotismo, feminismo, los ecos de su trabajo como psicoanalista y, sobre todo, el poder transformador de la literatura. “Leer tiene un valor enorme y me ayuda a vivir; no lo digo como metáfora, es verdad”, asegura. “Determinados textos me permitieron vivir de formas que no hubiera alcanzado sin ellos”.
Por otra parte, El cuerpo del amor reafirma una búsqueda esbozada en uno de los capítulos de El ajolote de Althusser: su interés por las obras performáticas. En 2023 tuvo su primera experiencia con “La Gordipedia”, realizada en el Espacio Cultural Tribu, que invitaba a ponerse en el cuerpo de una persona obesa. Así lo definió a El País: “Es un recorrido con trajes de volumen y peso, y las personas ven cómo es ir a un probador, cómo reacciona el mundo ante su cuerpo y hasta pasan por un cuarto dedicado a las dietas. Es una forma de mostrar cómo se mira y cómo se piensa a una persona gorda”.
Ahora Nebril llevó ese interés a un nuevo nivel al publicar la versión teatral de El cuerpo del amor, una idea que trabajó durante la pandemia junto a la dramaturga y escritora Leonor Courtoisie. Su deseo a futuro es que la obra pueda representarse; pero antes busca que los lectores se sumerjan en la novela y descubran los títulos de los textos que forman su visión del amor. Es un ejercicio que le da otra vida a la obra.
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