Redacción El País
Escritor, crítico y ensayista uruguayo, Roberto Appratto, quien falleció ayer a los 75 años, fue una figura destacada en cada uno de esos campos. Fue, además un interesado en las cuestiones del cine y lo literario, en cuyos debates se sumaba con modales de ilustrado y amable polemista.
Su producción literaria -que abarca la poesía, la ficción, el ensayo, la crítica y la traducción pero también la docencia - es considerada crucial en la literatura de su generación y una marca en escritores más jovenes que aluden o respetan a algunos temas y formas que trabajó Appratto. Era, según aquella definición protocolar de Angel Rama, un raro.
“Roberto siempre estuvo a contrapelo”, dice Laszlo Erdelyi, editor jefe de El País Cultural. “Su literatura no es sencilla y nunca convocó a las masas de lectores, quizás porque estuvo en contra de las narrativas y los relatos imperantes en materia cultural. Su obra va por senderos llenos de incertidumbres, incómodos, y que abren preguntas con una literatura con una sonoridad de enorme poder evocativo. Y así termina siendo lo que es la gran literatura: poesía”.
Su vida, sus vínculos familiares y sus observaciones siempre presentes en su obra deben ser leídas como parte de una autobiografía o una autoficción, lo que no es lo mismo. La suya era, se repite, una literatura del yo.
Entre sus autores de referencia, en una entrevista con El País en 2016 mencionó al austríaco Thomas Bernhard: “cuando escribí Íntima en 1993 ya había leído todo lo que llegó de Bernhard”, contó. “Era un lector enfervorizado y me había matado el estilo aunque la ideología no tiene nada que ver. Pero sigue siendo mi modelo”. También mencionó a Juan José Saer, Georges Perec, W.G. Sebald y “algo, de David Foster Wallace”.
Era, además cinéfilo de los de Godard, de los Bela Tarr, del cine europeo y del cine clásico.
Appratto, quien se ganó la vida como visitador médico, fue crítico literario en la revista Maldoror entre 1975 y 1979 y de la revista La Plaza hasta 1981 y en el semanario Jaque. De 1983 a 1987 realizó crítica de cine para el semanario Aquí. Hasta 1998 también fue colaborador de El País Cultural y solía citar a su editor histórico, Homero Alsina Thevenet como uno de sus maestros.
A lo largo de su trayectoria publicó numerosos poemarios, entre ellos Mirada circunstancial a un cielo sin nubes, Arenas movedizas, Lugar perfecto y Sin palabras. Su poesía fue traducida al inglés y al portugués, ha sido centro de trabajos académicos y Yaugurú la editó en dos volúmenes.
La misma editorial publicó en 2014, La ficcionalidad en el discurso literario y en el fílmico, uno de sus grandes libros ensayísticos. Y el año pasado, Criatura editó Apuntes. En un reportaje en la revista Lento en 2024 decía tener publicados 13 libros de poesía y nueve novelas.
Entre ellas están Íntima, 18 y Yaguarón, Se hizo de noche y Como si fuera poco, con la que obtuvo el Premio Bartolomé Hidalgo en 2015. Más adelante, en 2018, la novela Mientras espero recibió el Tercer premio de Narrativa que otorga el Ministerio de Educación y Cultura. También publicó El origen de todo y La carta perdida.
En 2024, en diálogo con El País Cultural, Appratto comentó que tenía otro libro listo para publicarse. Se titula Escrito en el viento y continúa la línea autobiográfica de Apuntes. Aún no fue editado, pero un adelanto puede leerse en la web de la revista cultural argentina La Forma Breve.
Fue profesor de Literatura en Educación Secundaria y de Teoría Literaria en el Instituto de Profesores Artigas y de Narración Creativa en la Universidad Católica del Uruguay y de Guion en la Licenciatura en Medios Audiovisuales de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Y coordinador de talleres de escritura y de lectura.
“Escribo todos los días cualquier cosa, no solo ficción”, le dijo a El País en 2016 en una entrevista por la salida de Mientras espero. “Puedo escribir poesía o algo como una narrativa pero sobre todo cosas parecidas a un ensayo. Me encanta eso: mi salida escritural va por el lado de explicarme algo, por ejemplo. Y todo eso puede derivar para dar una clase o para escribir y va quedando en la computadora esperando. Los dejo ahí y a veces no soy consciente de haberlos escrito y eso está bárbaro y descubro que ya había pensado eso”.
Su fallecimiento deja a la cultura uruguaya sin un gran escritor, profesor y contertulio. Uno de esos que se extrañan. Su sepelio es mañana, viernes, de 18 a 20 en Abbate.
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