"Toy Story", la película que revolucionó el cine animado, ganó un Oscar y regresó al cine por sus 30 años

La película animada de los estudios Pixar logró tres nominaciones al Oscar y ganó uno especial, inició una saga exitosa que tendrá quinta parte y está en los cines uruguayos a 30 años de su estreno.

Toy Story 1995
Imagen de la película "Toy Story".
Foto: Difusión.

Redacción El País
Incluso para los escépticos de la animación, está claro que Toy Story es un hito en la historia del cine. Y encima una gran película. Cuando llegó a los cines del mundo en 1995 (en Uruguay se estrenó en la Navidad), solo parecía, por lo menos para el gran público, otra de dibujitos animados de Disney.

Pero resultó un montón más: lo que hizo Pixar, la empresa detrás de la película, terminó cambiando para siempre el paradigma de la animación. Sus efectos aún se sienten, aunque hayan pasado 30 años y la propia Pixar, recientemente, no haya conseguido estar a ese nivel de humanismo, inventiva y capacidad de asombro.

Toy Story -que desde ayer, para celebrar su trigésimo aniversario, está en cines uruguayos y también se puede ver en Disney+- fue la primera animación absolutamente digital y la conclusión de un largo trabajo de investigación e innovación.

Quizás eso se deba a que su productor ejecutivo sea Steve Jobs, que además de Apple fue uno de los fundadores de Pixar: el edificio principal de la sede de la compañía a las afueras de San Francisco lleva su nombre y su estilo de temerario emprendedurismo tecnológico es siempre mencionado.

La dirigió John Lasseter, quien a esa altura era una estrella pionera de la animación digital. En 1984 había hecho la primera demostración de movimiento con personajes generados por computadora en el corto The Adventures of André and Wally B., producido en los estudios de George Lucas. En 1985, creó un caballero de armadura que salta de un vitraux y se vuelve tridimensional en El secreto de la pirámide, una producción “live action” de Steven Spielberg; esta es una historia de visionarios, sí. Hoy se ve precario (está en YouTube), pero entonces era sorprendente.

Luxo Jr., ya producido como Pixar al año siguiente, fue un pequeño gran paso para la animación y le dio además a la compañía su imagen institucional: es la historia de dos lámparas de escritorio. Mereció el Oso de Plata en el Festival de Berlín y una nominación al Oscar, la primera película animada en 3D en llegar tan lejos.

En 1989, Lasseter ganó sí uno de sus dos Oscar, por Tin Toy que, tecnológica y narrativamente, es el antecedente directo de Toy Story, la película que le daría su segundo Oscar.

Woody, Toy Story
Imagen de la saga "Toy Story". Foto: Archivo.

En 1991 Lasseter y Jobs firmaron un acuerdo con Disney, con el que todos se beneficiarían a lo grande y que honraron hasta 2026, cuando Disney compró Pixar en 7.400 millones de dólares. Así de grande se había vuelto.

Lasseter estaría detrás de otras franquicias de la compañía -Cars y Frozen- hasta que en 2017 renunció entre acusaciones de acoso sexual. Fue uno de los primeros cancelados del movimiento #MeToo.

Jobs, que siempre alardeó de prever el futuro, predijo alguna vez “que Toy Story marcará el inicio de una nueva era en la cinematografía, posiblemente incluso reemplazando por completo la animación tradicional en 2D”. Tenía razón.

En 1995, la revista Wired definió ese momento, en una nota de tapa titulada “El nuevo Hollywood: Silicon remplaza a las nuevas estrellas”. Silicon es Sillicon Valley, el paraje a las afueras de Seattle donde se alojaban las nuevas compañías.

“El único gran talento nuevo en Hollywood este año es la tecnología”, decía el artículo.

Para Toy Story, Pixar invirtió 800.000 horas de máquina y se produjo más de 114.000 cuadros digitales para 1.560 tomas, en una época en la que la animación por computadora todavía parecía ciencia ficción.

La primera película de "Toy Story" cumple 25 años. Foto: Pixar.
Imagen de "Toy Story". Foto: Archivo.

Esta es la explicación de la Wired: “Cada una de las tomas de la película fue creada en estaciones de trabajo Silicon Graphics y Sun por artistas que trabajaron con unos 400 modelos matemáticos y fondos generados por computadora. Las tomas fueron editadas con sistemas de edición Avid y renderizadas minuciosamente con el potente software RenderMan, desarrollado por Pixar. (Este software consumía 300 MB por fotograma, proporcionados por 117 procesadores Sun SPARC 20. Tras cuatro años de producción, la película de 77 minutos requirió 800.000 horas de máquina solo para producir el montaje final). Como suele decirse en los estudios Point Richmond de Pixar, Toy Story se rodó íntegramente en exteriores, en el ciberespacio”. Antes las animadas se hacían un batallón de dibujantes, ahora con términos inentendibles para legos.

Todo eso al servicio de una historia llena de humanismo, una contradicción que la película no deja vislumbrar. Se centra en Andy, un niño de seis años que tiene como juguete favorito a Woody, un vaquero entrañable y leal. La llegada de Buzz Lightyear -el juguete de moda- pone celoso a Woody y de ese conflicto surge un viaje inesperado, que los lleva a la habitación de Sid, el vecino que mutila juguetes en escenas que remiten, se ha dicho, al cine del checo Jan Švankmajer o los estadounidenses hermanos Quay. Hay citas a Freaks de Tod Browning y a El Resplandor de Kubrick en la casa de Sid. Uno de los secretos del éxito de las producciones de Pixar son sus guiños para los adultos.

La presencia de Tom Hanks como Woody y de Tim Allen como Buzz ayudó un montón a que Toy Story recaudara más de 500 millones de dólares solo en Estados Unidos, donde fue la película más taquillera del año. Ayudaron, además, la historia, la canción de Randy Newman (“You Got a Friend In Me”), el humor inteligente, escenas inolvidables y una emotividad que sabe desbocarse para tocar temas cercanos como la nostalgia, la amistad y el destino. Tiene de todo.

Se transformó, además, en una de las franquicias más rentables de la historia. A la película original le siguieron tres secuelas en cines (y una en preparación, Toy Story 5, para 2006), más una precuela centrada en Buzz (Lightyear en 2022). Además hay series, libros, videojuegos, atracciones en parques temáticos, juguetes y un muchas licencias.

Toy Story, como muchas grandes obras de la cultura popular, mantiene una vitalidad dinámica, a veces incluso vulgar y anárquica”, dice Tom Kemper al comienzo de su libro sobre la película para el British Film Institute. “Demostró ser instantáneamente atractiva para el público, que continúa encontrando la película absorbente y estimulante. A través de sus innovaciones salvajes y su historia sorprendente, involucra un espíritu utópico de libertad e imaginación, suspendiéndonos de nuestras expectativas convencionales al celebrar nuestra capacidad de soñar (los juguetes cobran vida). La película galvaniza nuestra facilidad para imaginar realidades alternativas y diferentes perspectivas, viendo el mundo de nuevo desde otra escala y evocando nuestros propios recuerdos y el espíritu del juego infantil”.

Es un buen resumen de una película que se volvió un clásico y que ahora puede verse, como Dios manda, en pantalla grande.

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