En varios momentos Goyo, el personaje de la película que Netflix estrenará este viernes, se sumerge en una piscina, se aferra a la escalera y pasa todo el tiempo que puede allí, medio flotando, como si esa fuera la única manera de hacer callar todos los ruidos del mundo. Para alcanzar ese estado, Nicolás Furtado necesita estar en tránsito: viajando hacia algún lugar, mirando por la ventana, la música prendida.
Ahí es donde Furtado, que se ha convertido en uno de los actores uruguayos más internacionales, logra desconectar de la superficie. En ese instante no hay rumores. Solo hay una tranquilidad que se parece a la que Furtado intenta proyectar desde su oficio, la única carta de presentación que en verdad le interesa.
Es como si a más popularidad, más exposición y más trabajo (solo este año estrenó dos series, Bandidos en Netflix y Felices los 6 en Max), el muchacho criado en La Teja necesitara más resguardo. No quiere que la gente lo conozca por los titulares de la prensa rosa o los devenires de sus relaciones amorosas; quiere que lo conozcan como actor. Es lo único que hace, dice. Lo único que sabe hacer.
Y cree que Goyo viene a mostrar algo.
En su primer protagónico en cine (en Argentina la película se verá en algunas salas; en el resto del mundo irá directo a Netflix, este 5 de julio), Furtado compone a un hombre con Asperger —un trastorno dentro del espectro autista—, que es guía en español en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y se enamora de Eva Montero (Nancy Dupláa), que llega al lugar a trabajar como guardia de seguridad.
Firma y dirige Marcos Carnevale, el de Elsa y Fred, Corazón de león, El fútbol o yo o Granizo, un hombre de historias sencillas, sensibles, que van por la empatía. Goyo está ahí. Viene a subrayar que todos somos distintos y, vistos de cerca, incluso raros.
La noche anterior a su charla con El País, durante la premiere de Goyo en Buenos Aires, Furtado escuchó a varias personas decir lo mismo: que esta era una película “necesaria”, “que hace bien al corazón”.
Algo de eso sintió él el día en que, en Madrid, la ciudad donde está radicado, tan lejos de las calles de La Teja en las que se crió y de los barrios porteños que lo vieron moldearse como actor internacional, recibió el guion de Carnevale. Se encontró “una historia muy linda, muy honesta”, dice. Enseguida supo que quería ser parte.
Actor y director nunca se habían cruzado. Carnevale le escribió, le dijo que quería mandarle el texto, Furtado se fascinó y dijo que sí, quedaron en encontrarse. El argentino viajó a España y allá hubo un par de semanas de lecturas, de ensayos, de conocimiento. “Rápidamente nos entendimos”, dice el uruguayo. “Fue todo muy fácil”.
O casi todo. Porque de lo que pasó el día en que Furtado le dijo a su director que ya tenía al personaje, no se olvidaron más.
“Yo normalmente leo los guiones y veo a los personajes, los veo en el más allá, y después lo que hago es bajarlos, traerlos a mí”, dice el actor. “Me pasó con Goyo. Leí, lo vi y le dije a Marcos: ‘Creo que ya lo tengo, ya sé cómo es’, y Marcos se asustó un poco al principio, porque no me conocía, ¿y cómo podía ser? Siempre nos reímos con esa historia. Se asustó, sí, pero nos conocimos y vio que yo iba por un lado que era muy parecido a lo que él se había imaginado”.
Carnevale contó lo mismo en entrevista con El Destape: “Yo me asusté mucho, porque aún no lo conocía y no sabía con quién iba a encontrarme… Bueno, ese primer día que nos vimos y salimos a comer me recibió como Goyo y quedé impactado porque había capturado en un 70 por ciento la esencia del personaje”. También dijo: “Nico es un actor de composición y cuando hace el switch de entrar en el personaje, no se le rompe nunca. Tiene un nivel de concentración y de disciplina para armar el muñeco muy alto. Yo lo jodo: ‘me parece que vos sos un poquito aspi’”.
La carrera de Nico Furtado y qué signifca "Goyo"
Furtado es actor desde el día en que terminó el liceo y supo que no había, en su camino, otra alternativa. Hizo publicidades, series de televisión, se fue a probar suerte a Argentina. La noche antes de presentarse al casting para ser de Diosito en El Marginal, durmió en una plaza tapado con cartones; quería impregnarse de la energía del rol. A la audición fue con una prótesis dental y diciendo que era un exconvicto. El personaje que supo conquistar al Río de la Plata y obligó a reformular una ficción que originalmente le guardaba apenas un lugar secundario, fue todo mérito suyo.
Furtado también fue El Bicho, un cordobés de pelo fucsia en la telenovela Educando a Nina. Fue Aníbal, el aficionado a la pornografía de Porno para principiantes, al que le aportó una renguera que encontró un día en que pasaba letra caminando por un cuarto de hotel y no podía pisar bien porque tenía el pie lastimado. Fue hasta Daniel Passarella en Maradona, sueño bendito.
Si piensa en hacer la biopic de un uruguayo, se arriesga a tirar Alfredo Zitarrosa. O aunque sea un amigo, dice entre risas cuando se le menciona que Enzo Vogrincic ya se ha postulado para el rol.
“Un actor que compone puede ser muy positivo, pero también es un peligro, porque se puede ir por un lugar que no es”, dice Furtado de su trabajo. “Porque yo me corro completamente de lo que es mi energía, mi naturaleza, o lo que más se acerca a mí como Nico. Entonces, claro: las posibilidades de disparar para cualquier lado son infinitas. La confianza que los directores me van teniendo es muy importante para mí, que me permitan esta libertad de componer personajes es de las cosas más lindas que fui consiguiendo. Es donde más me divierto”.
"Que me permitan esta libertad de componer personajes es de las cosas más lindas que fui consiguiendo"
Para componer a Goyo, hizo lo que ha hecho tantas veces: concentrarse en la energía, en un estado, algo que trasciende los músculos, los modismos, las miradas. “Cómo articular creo que viene solo. Pero si yo capto la esencia, después lo físico y lo expresivo va a salir. Simplemente fluye”.
También estudió. “Con mucha investigación, con mucho respeto por supuesto, porque la mejor forma de representar personajes así es conociendo a personas así, ¿no? Y por eso tuvimos muchos encuentros con personas pertenecientes al aspecto autista, que fueron nuestros guías en este camino”, cuenta. En paralelo a esas entrevistas leyó, vio documentales, ensayó, trabajó con psicólogos.
Hizo todo con cuidado, y se lo nota orgulloso de lo conseguido.
“Goyo llega a mí en un momento bisagra yo creo, porque ya se me vio trabajar y ser ciertos personajes, pero fui creciendo y ahora, con otra edad, con otra experiencia, es como, bueno, ¿qué más va a hacer Nico?, ¿qué va a aparecer?, ¿o no va a aparecer otra cosa? Este es probablemente el proyecto más importante hasta ahora en mi carrera. Y lo que quiero con esto es que la gente me siga conociendo por mi trabajo y que no deje de sorprenderse con los personajes que yo puedo componer. Que es lo que sé hacer, lo único que sé hacer, y lo que quiero compartirles”.
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