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Rafael Radi: "Liverpool para mí es todo, mi viejo, con el que sigo yendo al fútbol, mi barrio, mis afectos"

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Rafael Radi, el hincha de Liverpool que sigue yendo a la cancha con su padre de 90 años
Estefania Leal

EL FÚTBOL Y YO

El destacado bioquímico y biomédico uruguayo que lideró al GACH, evocó el impacto de la "Operación Coraje" que forjó la sede negriazul, recordó el dolor de 1975 y la gran alegría de verlo campeón.

Es un tipo de barrio, quiere seguir siendo eso, por más que su carrera profesional como bioquímico y biomédico lo llevó a convertirse en el primer científico uruguayo en la Academia de Ciencias de Estados Unidos. Rafael Radi, el asesor científico que lideró el GACH, es futbolero de ley. Disfruta del fútbol, especialmente a su querido Liverpool, al que seguirá acompañando para disfrutar de los encuentros con el barrio, con sus amigos y afectos.

En la esquina de Joaquín Suárez y 19 de Abril, en el café de su hermana, Radi recuerda a Denis Milar, a Saúl Rivero, a Héctor Santos, al Liverpool de 1975 y no se olvida de Carlos Macchi ni de Emiliano Alfaro.

-¿Por qué hincha de Liverpool? ¿Cómo nació esa historia?
-Está buenísima la pregunta. Por un lado porque Liverpool es la referencia de Belvedere, que es el barrio donde yo nací. Todos los Radi son de Belvedere, porque mi abuelo Felipe, inmigrante libanés que llegó en la década de los 20, se afincó en Belvedere. Sus hijos, incluyendo mi padre, son de Belvedere, los hijos de ellos somos de Belvedere y entonces hay toda una tradición del barrio y de otra referencia que es esencial.

-¿Cuál es?
-El Colegio San Francisco de Asís, de los padres capuchinos, franciscanos de la calle Llupes y Vitoria, que originalmente se llamaban los Capuchinos de Nuevo París, aunque en la redefinición de los barrios el colegio está en Belvedere, del cual fue adscripto el queridísimo Ernesto Filippi, con el que me une una hermosa amistad. Liverpool FC se funda en 1915, pero ya en 1908 y 1909 son alumnos y exalumnos del colegio San Francisco de Asís, del cual yo fui alumno once años, son los fundadores o promotores. En ese triángulo, Belvedere, Colegio San Francisco de Asís y Liverpool es donde yo me crié y por lo tanto era la referencia ineludible.

-¿Nunca tiró un grande?
-Es verdad que también teníamos una cierta preferencia por Nacional y con mi padre lo fuimos a ver, sobre todo en el 71, pero los recuerdos más fuertes que tengo son de Liverpool, del cual soy socio hace muchos años y jugué al básquetbol y también práctiqué fútbol.

-¿Cuáles son esos recuerdos más fuertes?
-La campaña del 74 y del 75 la tengo muy presente, porque fue como la aproximación de los cuadros chicos a pelearle el título a los grandes. Si bien lo coronó Defensor en el 76, en el 74 al Peñarol campeón en la última fecha Liverpool le ganó 5 a 2 y el mejor jugador del año había sido Denis Milar, entreala muy habilidoso y de selección, y en el 75 el mejor fue Saúl Rivero, aquel número 5 de un Liverpool soñado. En el año 75, yo tenía 12 años y lo recuerdo claramente, Liverpool estuvo invicto 14 fechas y pierde un partido decisivo en la cancha de Liverpool contra Danubio 2-0. Ahí nos echan al arquero Héctor Santos y esa segunda parte del año Liverpool se desflecó un poco y aún así terminó con un segundo puesto compartido. Pero hay algo más…

-¿Qué cosa?
-En esa época, ya estaba en primero de liceo, y se culmina la sede de Liverpool con la “Operación Coraje” liderada por aquel gran presidente que fue Rodolfo Larrea. Para el barrio Belvedere esa sede que se levantó en Agraciada y Mariano Sagasta fue considerada un gran avance. Belvedere es un barrio muy auto contenido, porque en aquella época tenía todo para vivir, incluyendo dos cines, tenía todas las tiendas de Paso Molino, de Agraciada, el Colegio San Francisco de Asís, el Colegio de monjas Providencia, las dos escuelas públicas y la sede fue como la consolidación de una época. Recuerdo que pasaba tardes enteras en la sede jugando al ping pong, al ajedrez. El mundo era Belvedere y algún paseo esporádico al Prado o al centro, pero lo básico era Belvedere con los barrios adyacentes, porque había mucho diálogo con La Teja, su rival Progreso, Nuevo París no tenía un equipo en Primera y había mucha gente de Liverpool, y después estaba la rivalidad con Sayago y con Racing.

-¿Cuándo comenzó la pasión como hincha?
-Desde siempre. Nunca fui un hincha fanático, diría que soy un hincha bastante cerebral. Me gusta ver fútbol y no solamente voy a la cancha de Liverpool. Por ejemplo, voy al Saroldi porque la cancha me encanta, a veces voy a la de Wanderers, a la de Fénix, trato de aprovechar las canchas que me quedan en mi zona de influencia. Hoy yo vivo en el Barrio Atahualpa sigo estando en el oeste de la ciudad…

reconocimiento

Los homenajes de Liverpool

-¿Qué significa que Liverpool realice homenajes a Rafael Radi?
-Es un mimo al corazón y ahí volvemos a lo mismo de los afectos. A mí por mi carrera me ha tocado recibir varios reconocimientos, acá y afuera. Pero aquellos que vienen de la gente más cercana a vos, de tus pares o de tu familia y tus amigos, al final del día ocupan un lugar muy especial porque te conocen más y que Liverpool… (toma aire). Es un de un valor enorme, no tiene nada que ver con la ciencia, es un reconocimiento de una institución deportiva a un vecino del barrio, a un hincha, donde el club le hace una guiñada a la persona y a la actividad que esa persona desarrolla. Estar en frente de mis amigos y de mi familia, con mis vecinos, de los hijos de mis vecinos, toca las fibras más íntimas. En definitiva yo era un muchacho de barrio y en algún lugar quiero seguir siendo el muchacho de barrio. Nunca hay que dejar que las luces del estadio te encandilen. Tener este contacto con las raíces es algo que lo veo como muy lindo y muy cálido para el alma.

-¿Pero a esas canchas acompañando a Liverpool o yendo a otros partidos?
-Siempre acompañando a Liverpool, pero si voy el sábado a ver a Liverpool y el domingo hay un lindo partido en el Saroldi me voy caminando a verlo porque me gusta. Por ejemplo, en la época de JR (Carrasco) y el tiki-tiki iba a verlo. Me gusta el fútbol, me gusta el deporte. Nunca fui un hincha fanático, pero lo que me gusta de Liverpool es el ambiente familiar, el ambiente de barrio, que hasta el día de hoy, ya con 58 años y con más de 50 yendo a la cancha de Liverpool, me sigo encontrando con los que fueron mis vecinos, mis amigos y sobre todo mi familia. Sigo yendo con mi padre, que cumplió 90 años, siguen yendo mis tíos, mis queridos primos y nos vemos en la cancha de Liverpool y prácticamente te diría que siempre en la misma parte de la tribuna. Para mí ir a ver a Liverpool siempre fue ver el fútbol del equipo y ver a mis afectos. Mi familia. Más allá de que la vida laboral y profesional me separó de un montón de gente, la sigo viendo…¿Dónde? En la cancha de Liverpool.

-¿Alguna vez de un regreso del exterior la cancha de Liverpool fue el primer punto de contacto con Uruguay?
-Me pasó más con partidos de la Liga Universitaria, jugué en el Cali que ahora está en la A, llegaba de los viajes y me iba directo al partido. También me ha pasado llegar del exterior tirar las valijas en casa e irme a la cancha, sobre todo cuando había un partido bueno. Lo que me gusta mucho de ir a la cancha de Liverpool es que voy con mi viejo y si uno hace las cuentas con papá debo haber empezado a ir cuando tenía tres o cuatro años y ahora hace 55 años que vamos juntos a la cancha, lo cual es un número increíble y es algo que los hijos que hemos tenido la fortuna de hacerlo con los padres sabemos que es un momento muy especial. Es irrepetible. No tiene nada que ver con el funcionamiento del resto de la familia. Hasta el día de hoy que papá sigue viviendo a dos cuadras de la cancha de Liverpool, la casa donde yo estuve hasta que me casé y me fui, lo sigo yendo a buscar, vamos caminando, saludamos a la gente. Cuando hay un partido relevante y sobre todo por esa parte afectiva trato de no faltar.

-¿Cómo se vive un partido con tu padre? ¿Cómo es la alegría y la tristeza?
-Los dos somos bastantes cerebrales para ver el fútbol y la amargura no dura mucho tiempo. Sí hay un abrazo, ahora en los últimos años con el tema de los celulares casi siempre tenemos una fotito nuestra, alguna vez con familiares, con mis hijas y tenemos un set de fotos familiares de la cancha. Con el viejo nos divertimos mucho y después como tenemos algunas cuadras para caminar en la salida, esas cuadras las aprovechamos para comentar el partido y tomamos un cafecito para redondear el análisis. Pero para mí es una fiesta porque si un partido es a las 16 horas, me voy de casa a la hora 15:30, 15:45 estoy en la casa de papá, caminamos un rato y hasta las 19 horas esa relación de padre-hijo está alentada por un partido de fútbol y de toda esa gente con la que nos vemos y nos saludamos. Papá en el entretiempo sigue con la tradición de comprar café que no me lo deja pagar. Vienen los cafeteros de siempre y siempre pide dos cafecitos, invierno y verano. Es muy lindo. Ahora lo hemos extrañado mucho porque la pandemia nos pegó a todos. Pero ya con el aforo vamos a estar de vuelta para tratar de reproducir todo el rito. Para mí ver el fútbol en la cancha de Liverpool es como un todo porque es el placer por el deporte, el cuadro que viste durante tanto tiempo y los afectos.

Una de cal y una de arena
La alegría de la vuelta olímpica en el Franzini
Hinchas de Liverpool en el Franzini en la final del Intermedio.

-¿Un partido importante que haya quedado grabado a fuego?
-Te voy a decir uno malo y uno bueno. El malo el del año 1975 que Liverpool venía con 14 partidos invicto, venía primero, tenía un cuadrazo con Héctor Santos al arco, Carlos Calcaterra de 9, Denis Milar, Saúl Rivero, Gerardo Pelusso, llegamos con mucha expectativa. Danubio nos hizo el 1-0 y recuerdo que Liverpool empezó a atacar y en un contragolpe se escapa un jugador de Danubio y sale Santos y lo parte. Roja, 10 jugadores con Liverpool y un jugador de cancha al arco. Finalmente perdimos 2-0. Ese día fue el más triste para la hinchada de Liverpool, te lo cuento y me acongojo porque el estadio estaba lleno y me acuerdo que fue un bajón total. El momento más lindo el Intermedio que le ganamos a River en la cancha de Defensor. Tuvo todo ese partido.
-¿Más que la victoria ante Nacional?
-Esa fue impresionante, pero en la de Maldonado cometí el error de no ir a la cancha, aunque podía haber ido, lo viví por la tele y fue distinto. Ese partido fue fantástico, pero con River fue un partido muy bien jugado, con un River de Fossati con un golazo de Piquerez. En la serie de penales termina ganando Liverpool con una actuación de uno de los dos goleros que más recuerdo de Liverpool que fue Ustari. Si tengo que decir dos goleros que fueron notables, hubo varios buenos, pero Ustari y Héctor Santos marcaron diferencia. Ese partido fue el primer título que rompió la sequía y recuerdo que el Franzini fue una fiesta. Todos los goles fueron lindos, yo rodeado de amigos y de afectos.

-¿Un jugador?
-El Rafael niño se queda con dos jugadores: Denis Milar y Saúl Rivero. Con características muy distintas. Milar un talentoso que quizás fue el único que se destacó en aquella Selección uruguaya de 1974. Y luego Saúl Rivero porque fue un patrón en el medio y además muy querido en el barrio, una persona de mucha generosidad y mucho afecto. En este época voy a decir dos jugadores. Uno por su estampa y su caudillez que fue Carlitos Macchi, porque marcó una época en Liverpool. Durante 10 años Liverpool fue Macchi y 10 más. A veces pasaba mal la pelota o le pegaba para arriba, pero él tenía una fibra… Cuando dejó de estar por un tiempo a Liverpool le faltaba alma, era un cuadro como que deambulaba en la cancha. A Macchi le reconozco mucho su esfuerzo y su adhesión al cuadro. Luego Emiliano Alfaro que fue muy importante, pero lo que vi de Ustari en el año que estuvo en Liverpool fue extraordinario. Eso fue un acierto de Pezzolano, porque no solamente atajaba muy bien, sino que jugaba extraordinariamente muy bien con los pies.

-¿Acompañaste a Liverpool en el exterior?
-No, es una cuenta pendiente. Vi todos los partidos por la tele y no pude estar, pero sé que es muy divertido porque los amigos que van están todo el tiempo mandándote fotos. Tengo un tema y es que por trabajo viajo bastante, entonces se me hace cuesta arriba volver a salir. Quizás en otra etapa de mi vida lo voy a poder hacer.

El festejo del gol de Emiliano Alfaro a Llaneros
El festejo del gol de Emiliano Alfaro a Llaneros. Foto: @CONMEBOL.

-¿El gol que más gritaste?
-Uno de los goles que más grité, que quizás no parezca tan significativo, con mucho cariño fue el último de Emiliano Alfaro por la Copa Sudamericana en el Franzini a Llaneros. Él venía arrastrando el tema de la lesión, entró un ratito y hace el gol. Para nosotros, que lo estábamos esperando, y para él que fue todo el cuadro a abrazarlo, tuvo un valor muy humano y no en lo deportivo porque ese partido estaba ganado.

-Sos muy cerebral, pero todo está relacionado desde los sentimientos, desde el corazón.
-Sí, es una mezcla rara. Soy muy cerebral analizando el fútbol, pero me gusta entenderlo desde los términos de una actividad humana y cada vez estoy más lejos del fútbol de las hinchadas, de las barras bravas, de los insultos. De eso estoy cada vez más lejos y estoy tratando de entenderlo desde una actividad humana como cuando voy a ver teatro o como cuando voy a ver una película. Lo único que prefiero tal protagonista y no tal otro, pero quiero ver la película entera y también disfruto si hay una notable atajada del rival. Por eso voy a ver tanto fútbol a distintas canchas.

-¿Qué fue lo más raro o más loco que hiciste por Liverpool?
-Si se quiere, cuando éramos chiquilines, por la calle Marmol hay un muro, tenía 13 o 14 años, queríamos entrar al partido y no teníamos entrada, no lo podíamos ver. Era contra Nacional, nos trepamos por los muros de atrás y al saltar tuve una caída que con los alambrados de púa me rompí todo y terminé con el médico de Liverpool cociéndome la mano que estaba ensangrentada. Llegué y dije: “Soy uno de los que me quise colar, me fue mal. ¿Doctor, no me cose?”. Lo resolvieron todo bien.

El GACH y el fútbol
Aquel 0-0 en La Paz
Luis Lacalle Pou, Daniel Salinas y la cúpula del GACH en conferencia de prensa. Foto: Darwin Borrelli

-¿La terminología futbolera está bastante prendida en tu vida? Cuando nace el GACH y hay referencia al fútbol…
-Pegó aquella del 0-0 en La Paz (risas). Sí la uso bastante, después cuando transcurrió la pandemia me empecé a cuidar para no sobre utilizarla porque parecía que era el único recurso (risas). En aquel momento de la conferencia de prensa, que fue totalmente espontáneo, porque me pregunta y cómo estamos doctor: “Estamos como en la altura. Venimos 0-0, estamos contentos, pero nos pueden golear en tres minutos”. Y en un punto nos metieron como tres goles de golpe (risas), después logramos repechar. De esto charlo mucho con Gerardo Caetano, que somos muy amigos de la Universidad y además es miembro de la Academia de Ciencias el Uruguay, que ahora presido, y siempre decimos que el fútbol permite ejemplificar cosas de la vida y hacerlas más obvias para un montón de gente. Y un poco esas metáforas que intentamos hacer con el Gach tenía que ver con eso. Creo que entender el fútbol y haber jugado al fútbol te ayuda mucho a entender el comportamiento humano.

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