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La historia de Piquerez y Mateo, el amigo que se tatuó el momento en que se consagró campeón de América

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Mateo Rovera y Joaquín Piquerez.

PROMESA CUMPLIDA

Se conocieron en el liceo y desde ese día son inseparables. No puede faltar la videollamada diaria y no le alcanzó con encuadrar las camisetas en casa, por eso ahora lo lleva en su piel.

La tinta en la pierna de este chico retrata a Joaquín Piquerez levantando el trofeo tras salir campeón de la Copa Libertadores con Palmeirasa sus 23 años, el pasado sábado 27 de noviembre en el Estadio Centenario. La piel es de Mateo Rovera, uno de los mejores amigos del futbolista, quien hizo una promesa y la cumplió.

Estudia periodismo, tiene 22 y se tatuó una de las tantas fotos que su amigo tiene con el trofeo que ganó con Palmeiras, una captura del inolvidable momento. “Fue una promesa que yo le hice: me lo iba a tatuar con la copa”, expresa Mateo, quien arriesgó mucho más que el propio campeón.

“Joaquín prometió que con nuestro grupo de amigos (somos cuatro) nos íbamos a hacer un platinado en la cabeza. El sábado llega acá a Uruguay y la semana que viene nos vamos a pintar toda la cabeza de blanco”, explica sobre la promesa del lateral, a la que además de Mateo se unirán Matías y Federico.

El tatuaje que se hizo Mateo, amigo de Joaquín Piquerez. Foto: Leonardo Mainé.
El tatuaje que se hizo Mateo, amigo de Joaquín Piquerez. Foto: Leonardo Mainé.

“Hubo varias promesas, claramente, estaba en juego ser el campeón de América y apostamos a morir”, añade.

Mateo y Joaquín se conocieron en el liceo de la Sagrada Familia. “Él es una generación más que yo, pero hicimos tremenda amistad. Cuando empezamos a ser amigos ni siquiera había debutado en Primera División, yo lo iba a ver a los partidos de tercera y cuarta en Defensor, lo seguí bastante en ese proceso. Estuve presente en su debut que fue en el Saroldi, justamente contra River, el equipo al que después se va él. Estuve presente en varias situaciones importantes, futbolísticas como también en los primeros Juegos Panamericanos que jugó, que fueron en Perú, a los cuales fui y estuve en todos los partidos", recuerda.

"Vas a mi casa y tengo las camisetas suyas encuadradas y colgadas por toda la casa, bueno, ahora me lo voy a tatuar. El en Brasil tiene un cuadro de una foto conmigo, hacemos videollamadas, nos escribimos todos los días, nos joden con que somos marido y mujer o que tenemos una relación secreta, pero no —se ríe— somos amigos inseparables", dice Mateo.

Las camisetas de Piquerez que encuadró Mateo.
Las camisetas de Piquerez que encuadró Mateo.

"Cuando firmó con Peñarol estábamos en Punta del Este, luego de esa final que River pierde con Liverpool (5-4 por penales), que él hace un golazo, me fui a pasar año nuevo con ellos y él tuvo una primera quincena de enero que fue una locura, pero finalmente arregló. Era el sueño del pibe porque era hincha. Su representante (Marco Vanzini) tuvo la posibilidad de que se fuera a Nacional, pero él prefirió, aunque costara más, arreglar con Peñarol, y lo pudo lograr. Fue una felicidad inmensa porque terminó siendo una pieza clave, importantísima. 

"Lo de Palmeiras surgió después del clásico. Se estuvo por ir al Cádiz de España, lo querían ya, pero Ignacio Ruglio no dejaba ir a ninguno hasta después del clásico y contrataron a otro. Lo de Palmeiras surgió de un día para el otro, nos enteramos y nos juntamos a cenar y a los dos días ya estaba en Brasil, a las tres semanas fui yo. Fui a pasar su cumple allá, con su hermana y un amigo más", sostiene Mateo, quien lleva al día cada suceso por el que atraviesa su amigo y lo acompaña. "Al mes que él se fue a Palmeiras me fui yo, estuve 20 días allá cuando él todavía no se había adaptado del todo, así no estaba tanto tiempo solo", explica.

La pierna de Mateo ya tiene el tatuaje de Piquerez con la Libertadores.
La pierna de Mateo ya tiene el tatuaje de Piquerez con la Libertadores.

Año nuevo lo pasa con su familia Piquerez, así fue el año pasado y este no será la excepción, sobre todo porque nunca está en Uruguay y quiere "aprovecharlo lo máximo que puedo cuando está acá”. Luego de 16 presencias en el Verdao y con más tiempo en Brasil el balance de su amigo es que "está notable".

"Se lleva re bien con los compañeros, hizo tremenda amistad con Felipe Melo, con el chileno Benjamín Kuscevic y el paraguayo Gustavo Gómez; fueron los primeros que se acercaron a él por el idioma. Ahora entiende más el portugués e intenta hablarlo, ya habrán visto el video de él payaseando. La verdad es que está re feliz y ahora que es rey de América está como loco, toda la familia, nosotros, todos", sostiene Mateo, a quien se le nota que podría hablar horas sobre Joaquín, y que acepta estar un poco loco por hacerse este tatuaje, pero que no duda ni un momento cuando se trata de su amistad. 

Joaquín Piquerez con el trofeo de campeón. FOTO: Nicolás Pereyra.
Joaquín Piquerez con el trofeo de campeón. FOTO: Nicolás Pereyra.

Apoyo incondicional

No todo ha sido ascenso en la vida del lateral, y uno de sus peores momentos fue cuando debió irse de Defensor Sporting porque su técnico no lo tendría en cuenta. “Fue desastrosa la forma en la que se lo trató después de haber estado años en el club. Creo que fue su peor caída, sobre todo anímica, en su carrera. Ahí fue importantísimo el apoyo de la familia y los amigos para que siguiera adelante en el fútbol. Con River revivió y fue demasiado importante Jorge Fossati. Lo reconstruyó y le encontró el puesto de lateral-volante que lo hizo crecer tanto”, asegura Mateo, con la misma convicción que plantea que la citación de Joaquín a selección “sorprendió, pero no tanto, porque era de esperarse por el nivel que venía teniendo.
Aunque de lesionó la primera vez que lo citaron y se perdió los partidos de la Copa América, a los que al final fue Camilo Cándido”.

Pero el fútbol le dio revancha: hoy es uno pieza importante en la selección y ya levantó un título internacional. Siempre con el apoyo de su familia y de sus amigos, pero de amigos así, como Mateo.

Mateo, el amigo de Piquerez que se tatuó un gran recuerdo. Foto: Leonardo Mainé.
Mateo, el amigo de Piquerez que se tatuó un gran recuerdo. Foto: Leonardo Mainé.

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