En cuestión de meses, Leo Fernández pasó de sufrir el apagón de su alegría a la inyección de confianza en Peñarol. Nadie duda de que hoy es la figura del equipo, pero en el comienzo de la temporada hubo múltiples críticas de las que se podría hacer un racconto. En medio de una crisis futbolística colectiva, le apuntaban al valor de su pase y hacían una comparación constante con el brillo de 2024.
Aquel cruce ante River Plate por la cuarta fecha del Apertura fue un mojón negativo para el 10. Falló un penal y el Mirasol agravó su actualidad llegando al tercer cruce sin ganar. Los partidos pasaron y el equipo de Diego Aguirre no encontraba ni resultados ni funcionamiento.

Con este panorama y a solo seis días del estreno copero ante Vélez en Liniers, Peñarol tuvo una visita de riesgo en Las Piedras. Enfrente estaba uno de los mejores equipos del torneo y la necesidad de ganar los apremiaba. A los 57 minutos, el árbitro sancionó penal y todas las miradas lo siguieron a él.
Pidió la pelota, engañó a Sebastián Sosa y lo celebró con euforia y el mismo puño apretado que Diego Aguirre. Luego, una vez que se consumó la victoria 2-0 ante Juventud, se arrodilló en el medio de la cancha y miró al cielo captando la atención de sus compañeros, que de inmediato fueron a levantarlo.

Aquella presión de llevar los hilos del equipo había hecho mella y hasta el propio Indio Olivera le recordó que no podía cargar solo con toda la responsabilidad del equipo.

“La sufrió un montón porque él es un enfermo del fútbol, un gran manya que cuando no le salen las cosas se calienta y se vuelve loco”, dijo una fuente carbonera. Es que el efecto del presente deportivo era evidente en su rostro.
“Dentro del plantel es la alegría del equipo y siempre está cantando y bailando, hasta pareciera que está todo el día de joda, pero afuera es muy reservado y en ese tiempo con los muchachos había bajado esa alegría permanente”, reconocieron desde la interna.
De pronto llegó el debut copero y aquel tanto inicial de Leo Fernández ante el Fortín prometía ser clave. Instantes después casi hace un gol olímpico, pero su brillo individual se vio opacado por la remontada agónica del anfitrión.
En este contexto, apenas 21 días después llegó el cruce con Olimpia en Asunción y una oportunidad inmejorable: Maxi Silvera recibió la infracción dentro del área y hubo penal para la visita. El zurdo remató, el arquero Lucas Verza se destacó con su atajada y, una vez más, el fantasma de los penales parecía aquejar a Fernández, que llegaba a su segundo tiro fallado en el año y al cuarto desde su arribo.
“Tuvimos miedo de que con el penal fallado en Asunción se bajoneara y, sin embargo, siguió metiendo y jugando cada día más”, describieron algunos allegados al futbolista. Las estadísticas respaldan estas afirmaciones y basta con hacer un repaso para comprobarlo: desde allí en adelante jugó tres partidos entre todas las competencias y aportó dos asistencias y un gol clave ante Defensor en el Franzini.

A su vez, si se amplía el análisis está claro que aquella tarde en el Parque Artigas fue un punto de inflexión: dos goles y dos asistencias en seis partidos en el plano local y un nivel formidable en Copa Libertadores con cuatro participaciones de gol en igual cantidad de partidos. Aquí se incluye una asistencia precisa para abrir el partido ante San Antonio Bulo Bulo en Cochabamba cuando solo faltaban 15 minutos para el final del compromiso.
“Puede que haya sido el partido en el que volvió a ser el futbolista del 2024”, reconoció visiblemente alegre un hombre muy cercano al plantel que lidera Aguirre.

En consonancia con esto, se expresó un dirigente: “Está genial que haya podido recuperar la confianza porque ese era un factor que le jugaba en contra. Como jugador es un fenómeno y, a nivel simbólico, se podría decir que está despegado. Fijate que nunca se pierde un partido y no quiere descansar. Es un pibe muy responsable y comprometido con la institución”.
Aunque está claro que Peñarol aún no ha logrado el objetivo primordial de su primer semestre, Leo Fernández está cumpliendo con el reclamo de la hinchada e integra el tercer grupo de jugadores con más participaciones de gol (4) en la actual edición de Libertadores junto con Álex Arce, André Silva y Marino Hinestroza.
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