HISTORIAS MUNDIALES
En cuatro de las últimas cinco Copas del Mundo, el defensor del título quedó afuera en la fase de grupos
Si es difícil coronarse campeón del mundo, lo es mucho más repetir en la Copa siguiente: solo Italia en 1934-1938 y Brasil en 1958-1962 pudieron lograrlo. Pero en cuatro de los últimos cinco mundiales, los que llegaban con el trofeo dorado en sus valijas directamente hicieron papelones, lo que ya muchos llaman “la maldición de los campeones”.
Francia ya lo sabe, porque fue el primero en sufrir este estigma en Corea-Japón 2002. Nada lo presagiaba, porque luego de levantar la copa en París 1998 mantuvieron buena parte del equipo e incluso ganaron la Eurocopa 2000. Pero el torneo en el Lejano Oriente empezó con mal pie: Zinedine Zidane se lesionó en un amistoso a pocos días del debut y no se recuperó hasta iniciada la competencia.
El partido inaugural marcó la primera sorpresa del Mundial: Senegal le ganó a Francia. No era buena noticia para Uruguay, que debía enfrentar a los campeones en el segundo partido.
Las cosas siguieron rodando mal para Les Bleus: muy temprano ante los celestes, Thierry Henry le entró muy fuerte a Marcelo Romero y vio la roja. Once contra diez era una situación apetecible para el equipo uruguayo, que sin embargo no se animó nunca a lanzarse por el triunfo. El resultado fue un empate sin goles que terminó de comprometer las posibilidades de ambos de clasificación.
La última chance francesa era ganarle a Dinamarca el último encuentro de la serie. Volvió Zidane, apurando su recuperación. No fue suficiente, los daneses ganaron 2-0 y au revoir France, sin convertir un solo gol.
Curiosamente, con los últimos héroes del título logrado en 1998, incluido Zidane, Francia llegó a la final del Mundial 2006 y solo cayó por penales. En su campaña lograron eliminar al campeón anterior, Brasil, en los cuartos de final. La derrota de los verdeamarillos no encuadra en la maldición, porque llegaron a superar la serie, pero eran amplios favoritos para repetir el título, pues posiblemente tenían mejor equipo que cuatro años antes.
En Sudáfrica 2010, el defensor del título era Italia y se fue rápido. Le había tocado un grupo relativamente sencillo, con Paraguay, Nueva Zelandia y Eslovaquia, pero no ganó un solo partido. Empató con guaraníes y kiwis, siempre 1-1, y perdió con los eslovacos 3-2.
Con la perspectiva del tiempo, se comprobó que no fue un fracaso puntual. La Azzurra comenzó allí una parábola descendente en la Copa del Mundo que la llevó a quedar eliminada también en la primera fase de Brasil 2014 (con aquel gol de Diego Godín…) y desde entonces no se clasificó para Rusia 2018 ni Qatar 2022.
La defensa de la corona de España en Brasil 2014 duró solo dos partidos: cuando disputó el tercero, ya estaba eliminada. Todo empezó mucho antes, con el sorteo de las series: le tocó debutar ante Holanda, en lo que podía ser la revancha de la final de Sudáfrica. Y los holandeses se lo tomaron en serio: se desquitaron goleando 5 a 1. Después fue el turno de Chile, que estaba en un gran momento y venció 2-0 en Maracaná. Chau España, que se despidió del torneo venciendo 3-0 la también eliminada Australia en un casi amistoso…
Nuevamente, nada hacía pensar que pudiera ocurrir. España no solo había sido campeón mundial en Sudáfrica, sino que había ganado las Eurocopas 2008 y 2012. “Hemos estado en lo más alto y ahora estamos en lo más bajo, es un mazazo que nadie esperaba”, comentó Andres Iniesta, autor del gol que le dio el título en 2010. Pero aquella generación de oro se apagó de golpe.
El último capítulo, hasta ahora, de la maldición, ocurrió con Alemania en Rusia 2018. Después de consagrarse en el Mundial de Brasil, todo siguió rodando bien para los germanos. Su selección seguía siendo modelo de organización, se sumaban nuevos cracks y ganó la Copa Confederaciones con un equipo “B”. Sin embargo, en tierras rusas se escribió la historia conocida: todo funcionó mal.
En el debut Alemania cayó ante México, un equipo que suele empezar los mundiales con gran ímpetu para terminar luego con una frustración. Y ya estuvo a punto de quedar afuera en el segundo partido, que se iba con un empate 1-1 ante Suecia, pero Toni Kroos colocó un magnífico tiro libre en la hora y despertó miles de suspiros de alivio entre los hinchas teutones.
Quizás hubiera sido mejor esa eliminación, porque en el tercer encuentro, Alemania sufrió una humillación ante Corea del Sur, que lo venció por 2 a 0. En realidad, los hasta ese día campeones dominaron el juego y se perdieron goles de todos colores. Sobre la hora, Kim Young-Gwon puso el primero y terminó de destrozar los nervios alemanes. Entonces, hasta el arquero Manuel Neuer se fue al ataque. Y ocurrió lo lógico: cuando su equipo perdió la pelota, la valla vacía era un regalo para los coreanos, que de contragolpe marcaron el segundo a través de Heung-Min Son. Auf wiedersehen. Además, fue la primera vez en la historia que Alemania quedaba afuera en la fase de grupos. En su país fue tomado con estupor. En el resto del mundo se recurrió al ya tradicional chiste con los subtítulos de la película La Caída, donde un Hitler colérico les dice de todo a sus generales.
Los dos bicampeones
Solo dos veces, en las 21 ediciones de la Copa del Mundo, el campeón vigente logró retener el título.
El primero fue Italia, que había alcanzado la cumbre jugando en casa en 1934 y repitió cuatro años más tarde en el torneo de Francia. Al final, fue el seleccionado que más tiempo retuvo la copa, porque un año más tarde estalló la Segunda Guerra Mundial, no hubo mundiales y el trofeo estuvo resguardado de las bombas y del expolio nazi bajo el colchón de un dirigente italiano. Recién lo entregó en 1950 para la edición que se jugó en Brasil.
Para ser bicampeón, Italia mantuvo al técnico Vittorio Pozzo, pero el equipo se presentó en 1938 bastante renovado con relación al certamen anterior. Entre los pocos jugadores que repitieron estuvo el famoso Giuseppe Meazza. Y uno de los nuevos fue el uruguayo nacionalizado Miguel Andriolo.
El segundo bicampeón fue Brasil, en 1958 y 1962. Y al revés que los italianos, lo hizo con un equipo que mantuvo a la mayor parte de los jugadores pero no al técnico: Vicente Feola, que lo dirigió en Suecia 58, se enfermó, y fue sustituido para Chile 1962 por Aymoré Moreira. Este dato revela que no hay una sola receta para lograr el bicampeonato mundial.
Incluso Brasil tuvo que modificar su esquema en 1962: en Suecia había ganado el torneo con un claro y ofensivo 4-4-2. Cuatro años más tarde, varios jugadores ya estaban más veteranos, por lo cual el puntero izquierdo Mario Zagalo comenzó a retrasarse en la cancha para ayudar a los mediocampistas. Y de esa manera surgió el 4-3-3.
Después, lo más cerca de repetir para un campeón fue lo de Argentina en 1990, cuando perdió la final contra Alemania.