Redacción El País
El ministro del Interior Carlos Negro reprodujo la icónica declaración de su antecesor Eduardo Bonomi, quien en 2016 dijo que el operativo de seguridad del clásico de la garrafa “fue un éxito”.
Nueve años y un montón de cámaras de reconocimiento facial después, los violentos siguen impunes y las autoridades incapaces de garantizar la seguridad en los partidos del fútbol uruguayo, pero el relato oficial es llamativamente similar: “El operativo policial fue cumplido a la perfección”, aunque un efectivo fuera gravemente herido por una bengala náutica, de uso prohibido incluso fuera del estadio, y terminara con un testículo extirpado.
“Fue un muy buen operativo de seguridad —sostuvo el ministro—, de hecho no se registran episodios de violencia. Salvo este disparo” que resultó con un policía “en estado delicado” porque “la herida fue muy grave”. Estaba ubicado en la bancada de prensa de la Tribuna América, cuando una bengala náutica lanzada desde la Colombes lo impactó en la zona genital.
En la misma línea, el subdirector de la Guardia Republicana, Jorge González, evitó calificar el operativo y se limitó a expresar que “se siguieron los lineamientos estratégicos”. Señaló que se desplegaron 792 efectivos policiales “a lo largo de la zona metropolitana, en terminales y puntos específicos, así como apostados en las puertas y alrededores del estadio, zona donde se ubicaron unos 350 policías”.
Dijo que “dentro de las responsabilidades de la Policía, no se detectó pirotecnia”, que previo al partido se inspeccionó el interior del Centenario con “perros entrenados para la búsqueda” y no detectaron nada, como tampoco en el ingreso de los hinchas al estadio.
Pero irónicamente, también admitió que el funcionario que resultó lesionado fue “a causa de pirotecnia”, como es por demás sabido. Además de que para ambos recibimientos y durante el partido hubo bombas de humo, fuegos artificiales, bombas de estruendo que cayeron en la cancha y banderas robadas del cuadro rival en las dos tribunas.
Como contraparte, y aparte de la opinión pública, quienes salieron fuertemente al cruce de las autoridades policiales fueron los de la Unión de Policías de la Guardia Republicana (sindicato), que exigieron el despido del subdirector González “por su evidente ineptitud para el cargo”, así como “todos los jefes responsables del fallido operativo del clásico”.
También salió al cruce el ministro del Interior del gobierno anterior, Nicolás Martinelli, quien en diálogo con El País dijo que "la realidad te cachetea". "No parece coherente hablar de operativo exitoso o perfecto cuando tenés a dos policías heridos, uno de ellos de gravedad", sostuvo.
Y cuestionó la figura del Evaluador de Seguridad Deportiva, al que se definió como "un nexo entre el jefe del operativo, el veedor, la empresa de seguridad privada y jueces del encuentro". "¿Qué pasó con el evaluador? ¿Advirtió lo que pasaba en las tribunas o una vez más no se utilizó esta figura?", se preguntó.
Lo que se desprende de las declaraciones cruzadas es que la Policía hizo todo a su alcance para evitar el ingreso de pirotecnia y cumplió a rajatabla con la estrategia de prevención. Pero como “hecha la ley, hecha la trampa”, las bengalas náuticas volvieron a entrar igual y se cobraron la primera víctima, por casualidad no fatal.
Mientras tanto los violentos siguen desplazando del fútbol a las familias. Primero provocaron la división de tribunas, después los pulmones de seguridad y por último los clásicos sin hinchas visitantes: ¿los correrán también del Centenario?
La pasividad de Fiscalía
El caso ingresó a la Fiscalía de Flagrancia de octavo turno, a cargo de Silvia Porteiro, quien por feria judicial se tomó licencia y derivó el caso.
Como en la cancha, en la Fiscalía la pelota se la pasaron de un lado a otro y, al cierre de esta edición, ningún fiscal comenzó a interiorizarse y mucho menos investigar el caso.
Se sobreentiende, entonces, que se trata de un fierro caliente que nadie quiere agarrar. Por hoy, el responsable del incidente duerme tranquilo.
1983, Argentina
El primer antecedente registrado fue la muerte de Roberto Basile, hincha de Racing de Avellaneda, por una bengala perdida en un partido entre Boca Juniors en La Bombonera. Fue lanzada por hinchas xeneizes, le impactó en el cuello y murió desangrado en el acto.
1992, España
Es recordada como la tragedia de Sarrià, en el estadio del Espanyol de Barcelona. Durante el recibimiento de un partido frente al Cádiz, un niño de 13 años llamado Guillermo Alfonso Lázaro recibió el impacto de una bengala en el pecho y, aunque fue trasladado a un hospital inmediatamente, no pudieron salvarle la vida.
2013, Bolivia
Durante un partid por Copa Libertadores entre San José de Oruro y Corinthians, un niño de 14 años llamado Kevin Douglas Beltrán Espada recibió el impacto de una bengala náutica en el rostro, lanzada desde la hinchada brasileña. Según los médicos que lo atendieron, el proyectil penetró hasta la zona encefálica y le causó la muerte casi de inmediato.
2025, Uruguay
Durante el clásico entre Peñarol y Nacional por la Supercopa Uruguaya 2025 se registraron tres bengalas náuticas, una lanzada desde la Colombes que terminó en el pulmón de la Olímpica, y posteriormente dos lanzadas desde la Amsterdam: una pasó por arriba de la hinchada tricolor y la otro se desvió e impactó en el campo de juego.
Fue entonces que las autoridades alertaron la peligrosidad de su uso, solo permitido para embarcaciones.
Último parte médico del policía herido
El efectivo policial herido al comienzo del clásico en el Estadio Centenario tiene 47 años y pertenece al sector Logística y Apoyo de la Jefatura de Policía de Montevideo.
Estaba ubicado en la bancada de prensa de la Tribuna América cuando recibió el impacto de una bengala náutica en la zona genital, y fue retirado de inmediato hacia el Hospital Policial, donde debió ser intervenido quirúrgicamente por lesiones graves.
Fuentes del nosocomio confirmaron a Ovación que “fue una cirugía bastante grande” y se le debió realizar una “reconstrucción” porque presentaba quemaduras importantes.
Debido a la complejidad de la intervención a la que fue sometido y aunque está fuera de peligro, la víctima fue posteriormente derivada a CTI y allí permanece internado. No fue el único policía herido: otro efectivo fue impactado en el codo por una piedra desde la Amsterdam.
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